Director: Antonio Román
España/Francia, 1956, 89 minutos
La fierecilla domada (1956) |
BELTRÁN: La mujer no se humilla por serlo. Ser mujer, Catalina, es... es sentirse débil, tener ansias de protección, saber acunar a un hijo, mirar dulcemente. Ser mujer, Catalina, es... es asustarse de un ratón...
Tal vez el paso del tiempo haya hecho estragos en La fierecilla domada degradando su magnífica fotografía en color, aunque los decorados de Sigfrido Burmann mantienen intacta la magnificencia medievalizante del cartón piedra. Sin embargo, del contenido de algunos de sus diálogos, como el que introduce estas líneas, mejor no hablar...
Desde luego, Shakespeare siempre es una garantía y, pese a tratarse de una coproducción con Francia, la versión dirigida por Antonio Román se benefició de un reparto encabezado por Carmen Sevilla y Alberto Closas, pero en el que también destacaban nombres como Manolo Gómez Bur (el infortunado y eterno pretendiente don Mario de Acevedo) o los franceses Jacques Dynam (el rollizo escudero Florindo) y Claudine Dupuis (Blanca, la hermosa hermana de la "fiera" por domar).
Comedia de capa y espada surgida de la factoría del productor Benito Perojo y en la que nombres y topónimos se adaptaban a la realidad hispánica, en lugar de mantener la ambientación italiana del texto original. De ahí que unos bastante castizos Catalina de Martos y Ribera (Sevilla) y Don Beltrán de Lara (Closas) se dirijan a Gandía para protagonizar sus enredos amorosos.
Y, claro está: no podía intervenir Carmen Sevilla sin que la hiciesen cantar ni que fuese una breve tonada, a dúo con Alberto Closas. "Amor, ¿dónde estás, amor?", como el resto de la banda sonora, fue compuesta por Augusto Algueró, con quien la actriz, por cierto, aún no había contraído matrimonio (estarían casados entre los años 1961 y 1974).
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