domingo, 24 de septiembre de 2017

Ikarie XB-1 (1963)




Director: Jindrich Polák
Checoslovaquia, 1963, 88 minutos

Ikarie XB-1 (1963) de Jindrich Polák


Visitar el Phenomena, con aquel pantallazo soberbio, siempre es una buena noticia. Y si la película proyectada es un título fundacional de la ciencia ficción moderna, pues razón de más. Porque todo aquel que haya visto Ikarie XB-1 estará de acuerdo en que influyó, y mucho, sobre la posterior 2001 de Kubrick: los pasillos de estructura octogonal, el diseño de los trajes espaciales que viste la tripulación y hasta el bebé que aparece en la escena final remiten, sin dejar lugar a dudas, a la Space Odyssey del 68.

Y lo mismo podría decirse, aunque en menor medida, de Alien, con la que comparte el hecho de que algunos miembros de la expedición se contagien a causa de un dañino elemento externo. "Nada nuevo bajo el sol" y todas esas cosas, por supuesto, pero tiene razón Jordi Sánchez cuando, en su presentación, ha dicho que recuperar una película de este calibre (y desconocida para el gran público) supone llenar un vacío en las historias del cine oficiales, a menudo ajenas a las cinematografías del Este europeo y en las que, con demasiada frecuencia, se suele pasar directamente de la Aelita (1924) de Protazanov y la Metrópolis (1927) de Lang al ya mencionado Kubrick o a Tarkovsky.



De todas formas, y centrándonos ya en el análisis del filme, la Checoslovaquia del 63 no era un escenario, digamos, neutro: en ese aspecto, la obra de Pólak se presta a no pocas lecturas simbólicas que van desde lo meramente político hasta lo estrictamente metafísico. En el primero de esos planos resultaría obvio considerar la maligna estrella negra como el sistema capitalista y el planeta blanco, al que los colonos se dirigen en busca de alguna forma de vida extraterrestre inteligente, la pureza del Socialismo. Algo que estaría avalado ya desde el propio título, referencia inequívoca a la corriente utópica creada por Étienne Cabet en la primera mitad el siglo XIX. Además, en el interior de la nave procedente del siglo XX con la que topan hay suficientes indicios (juego, bebida, mujeres...) que hacen pensar en un más que posible origen occidental, máxime cuando el nombre del gas letal que acabó con sus tripulantes (el Tigger Fun) posee innegables resonancias anglófonas.

"Íbamos en busca de la vida y la vida nos ha encontrado a nosotros"; "¡La Tierra no ha existido nunca!" A nivel filosófico, las posibles interpretaciones sobre el contenido de Ikarie XB-1 son incluso mayores e irían mucho más allá de lo que humildemente pudiéramos apuntar aquí. Baste decir que la película está basada en una novela del polaco Stanislaw Lem (1921–2006), el mismo autor de cuya imaginación surgió Solaris. Así que cabría pensar en la posibilidad de que el periplo al que asistimos en pantalla fuese, en realidad, un paseo mental a través del universo de las ideas. Imaginación que no falte. Con todo, lo verdaderamente atractivo para los cuarentones nostálgicos es pensar que Jindrich Polák no sólo dirigió la precursora Ikarie XB-1, sino que fue también el responsable de Los visitantes, aquella mítica serie de los ochenta sobre viajes a través del tiempo que TVE emitía los viernes por la tarde de nuestra cada vez más lejana infancia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario