sábado, 2 de septiembre de 2017

El vendedor de pasados (2015)




Título original: O Vendedor de Passados
Director: Lula Buarque de Hollanda
Brasil, 2015, 100 minutos

El vendedor de pasados (2015)


Libremente adaptada a partir de la novela homónima del narrador angoleño José Eduardo Agualusao, El vendedor de pasados plantea un dilema de lo más actual: en un mundo en el que la información es adulterada de forma sistemática, en el que los perfiles de las redes sociales o los currículums se retocan y adornan según convenga y a gusto del consumidor, ¿para qué sirve la verdad? En ese sentido, su protagonista tiene una profesión un tanto sui generis: Vicente (Lázaro Ramos) reconstruye pasados verosímiles para una clientela que desea borrar su mala reputación o simplemente embellecer lo que hasta entonces ha sido una existencia anodina. Y lo cierto es que el joven es un as en el difícil arte de urdir vidas a base de viejas fotografías, imágenes de archivo y todo tipo de objetos que, como coleccionista compulsivo que es, adquiere en mercadillos de segunda mano. 

Hasta que un día se presenta de improviso en su domicilio, requiriendo sus servicios, una mujer encantadora y presumiblemente fatal (como solía ocurrir en las buenas películas del Cine Negro) que se niega a revelar su identidad y a la que él llamará irónicamente Clara. La mujer (Alinne Moraes) le pide a Vicente que le invente un pasado criminal, en el que ella se hubiese visto obligada a asesinar a alguien. Seducido por tan extraña idea, Vicente se ve preso de un juego de verdades y mentiras que acabará entrando en conflicto con su propia experiencia, teniendo en cuenta que él fue un niño adoptado al que sus padres de acogida tampoco quisieron explicarle cuáles eran sus verdaderos orígenes.

Vicente (Lázaro Ramos) con las viejas cartas de amor
que compró en un mercadillo


Poco a poco, el "vendedor de pasados" se irá enamorando de Clara (o, mejor dicho, de su propia obra, es decir, de la mujer que él mismo ha inventado) y, tras un breve romance, la joven desaparece sin más. Sin embargo, la sorpresa se produce cuando un día, viendo la tele, Vicente descubre que Clara ha publicado un libro en el que hace pasar por reales la historia y la identidad que él inventó para ella: el de la hija de unos represaliados argentinos que fue dada en adopción al poco de nacer.

Visualmente, la película es muy elegante, envuelta por la fotografía de Toca Seabra. La banda sonora, en un claro guiño al espectador, incluye al final un viejo tema de Caetano Veloso que lleva por título "You Don't Know Me", en alusión al juego de apariencias del que acabamos de ser testigos. No es el único. Buarque de Hollanda también reserva un par de obsequios para los más cinéfilos: por una parte, la presencia en un breve papel de la veterana actriz Ruth de Souza, toda una gloria nacional en su país; por otra, el hecho de que Vicente bautice al viejo matrimonio que aparece en uno de los álbumes de la anciana con el apellido Cavalcanti, referencia velada a uno de los pioneros del cine brasileño.


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