sábado, 16 de septiembre de 2017

El amante doble (2017)




Título original: L'amant double
Director: François Ozon
Francia/Bélgica, 2017, 107 minutos

El amante doble (2017) de François Ozon


Con cada nueva entrega, François Ozon parece ir un poco más allá, sabedor, quizá, de que se ha convertido en el cineasta de la provocación (o eso, al menos, es lo que se espera de él). En ese sentido, L'amant double supone un giro hitchcockiano respecto a su producción más reciente, si bien ello no es del todo insólito, ya que 8 femmes (2002) debía buena parte de su atmósfera de suspense al universo personal del cineasta británico. Sólo que, quince años más tarde, lo que en aquel entonces se presentaba bajo el aspecto de una amable comedia musical ahora nos llega en forma de tortuoso thriller a lo Brian De Palma.

Un poco como ocurría en Obsession (Fascinación, 1976), inspirada, a su vez, en Vértigo (1958), Ozon opta por bucear en los complejos de la protagonista, aunque la diferencia estriba en el hecho de que en esta nueva versión del mito es él y no ella quien se desdobla en dos personalidades opuestas. Así pues, Jérémie Renier será, simultáneamente, el dulce Paul Meyer y el salvaje Louis Delord, ambos psiquiatras de profesión y amantes de la atormentada Chloé (Marine Vacth).



De cómo una joven de veinticinco años que adora los gatos llega a forjar en su mente semejante embrollo mejor no decir nada aquí. Baste señalar que a muchos les parecerá inverosímil y mal resuelto, lo cual era también previsible tratándose del siempre mordaz Ozon, a menudo dispuesto, como bien sabrán sus seguidores, a jugar con el espectador. En cualquier caso, la presencia de Jacqueline Bisset en el papel de madre no deja de ser una grata sorpresa por lo que tiene de conexión con el Truffaut de La noche americana (1973) y el Chabrol de La ceremonia (1995).

Curiosamente, la banda sonora de Philippe Rombi (colaborador habitual de Ozon) es lo menos hitchcockiano de la película: alejado de su acostumbrado registro orquestal (muy cercano, por cierto, al de Bernard Herrmann en la mencionada Ocho mujeres), propone para L'amant double una agresiva sonoridad electrónica que es el fiel reflejo de los tiempos en los que vivimos. Claro que, cambiando de tema, no faltará quien, ante un filme de tales características, reconozca de inmediato los mismos clichés que el cine francés no se cansa de explotar una y otra vez.



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