sábado, 23 de septiembre de 2017

Mi enemigo y yo (1944)




Director: Ramón Quadreny
España, 1944, 75 minutos

Mi enemigo y yo (1944) de Ramón Quadreny


Dos hermanas pueblerinas y un mundano novelista de éxito. Beatriz (Leonor Fábregas) se pasa el día leyendo las historias publicadas por el apuesto Mauricio de Viera (Luis Prendes), pero será Isabel (Josita Hernán) la que le robe el corazón al escritor. No sin antes vencer cuantiosas reticencias, ya que a la muchacha le pesa el hecho de haberle arrebatado a su hermana el objeto de sus amores. De modo que seductor y seductora entrarán en un juego de amor y odio en el que, sucesivamente, irán intercambiando los papeles de raptada y raptor, en función de sus necesidades...

No era la primera vez que dicha pareja trabajaba a las órdenes de Ramón Quadreny, pues el dúo Prendes-Hernán ya había protagonizado, en enero de ese mismo año, Una chica de opereta. Eran, a la sazón, estrellas en nómina de Cifesa, por lo que nada tiene de particular que participasen, por aquellos años, en varias producciones románticas cortadas por un mismo patrón y, casi casi, fabricadas en serie.



Mi enemigo y yo partía de la novela rosa homónima a cargo de la prolífica Luisa María Linares y situaba parte de su acción en Barcelona y alrededores (con una escena rodada en el teleférico de Montserrat y otras, en cambio, en las cumbres nevadas de lo que parece un ambiente pirenaico). Contenía también, según costumbre de la época, varias canciones, interpretadas por la propia Josita Hernán, quien se supone que, en su huida de Mauricio, intenta abrirse camino como cantante profesional.

Pese a su tono general de pasatiempo intrascendente, en algunos de los elementos contenidos en esta comedia de teléfonos blancos parece percibirse, sin embargo, el eco lejano de claros referentes literarios, como esa torre en lo alto de una montaña en la que los protagonistas acaban encerrados, tanto al principio como al final, y que haría pensar, tal vez, en la prisión de Segismundo en La vida es sueño. "Donde se demuestra", como rezaba el programa de mano que acompañaba a la película, "que un secuestro puede traer inesperadas y felices consecuencias".



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