domingo, 10 de diciembre de 2017

Jappeloup: de padre a hijo (2013)




Título original: Jappeloup
Director: Christian Duguay
Francia/Canadá, 2013, 130 minutos

Jappeloup (2013) de Christian Duguay


Su paso fugaz por la cartelera barcelonesa (apenas una semana en el Maldà) nos privó de ver, en su momento, esta recreación de la vida del jinete francés Pierre Durand y del pequeño caballo con el que se proclamó medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl y que ahora hemos podido recuperar en DVD. Basada en una biografía novelada de Karine Devilder, el guion corrió a cargo de Guillaume Canet, quien también la protagonizó, dadas sus dotes como jockey. Podría, asimismo, haberla dirigido (de hecho, tres años antes ya había alcanzado el éxito comercial con Pequeñas mentiras sin importancia), pero, quizá por aquello de que se trataba de una coproducción, tales labores recayeron sobre el canadiense Christian Duguay, del que pronto se estrenará su adaptación de Un sac de billes.

Estamos en 1974 y el joven Durand ya apunta maneras de futuro campeón al empeñarse en completar un circuito pese a haber caído accidentalmente de la montura. Paulatinamente, iremos siguiendo su trayectoria hasta llegar al momento cumbre en 1988 (las canciones que van sonando de fondo, pese a ser éste un recurso de lo más manido, contribuyen a subrayar en qué período histórico nos encontramos). En paralelo, lo veremos crecer como persona, renunciar a una prometedora carrera como abogado, superar inseguridades con el apoyo incondicional de sus padres (interpretados por Daniel Auteuil y Marie Bunel) y formar una familia junto a su esposa Nadia (Marina Hands). Donald Sutherland, en un breve papel, y la joven Lou de Laâge, como cuidadora del indómito azabache, completan el reparto.

Raphaëlle (Lou de Laâge) y Pierre (Guillaume Canet)

Desde el punto de vista narrativo, no puede decirse que Jappeloup sea precisamente una obra maestra: por desgracia, ésta es una de esas películas cuyo mérito reside sobre todo en el apartado técnico. Porque filmar las evoluciones de caballista y corcel no es tarea fácil, desde luego. El problema es que dicho empeño por conseguir credibilidad a nivel visual suele ir en detrimento, como contrapartida, de las actuaciones, más cerca, en este caso, de cualquier telefilme al uso que no del cine de altura.

Y es que estructuralmente el filme adolece, a nuestro juicio, de un problema de base: pretende abarcar demasiado, lo cual hace que el metraje se dispare hasta los 130 minutos. Y a pesar de la linealidad del relato se puede llegar a tener la impresión de que no se profundiza lo suficiente en los dilemas a los que deben enfrentarse tanto Durand como su entorno más inmediato. Pero no nos engañemos: una superproducción de tales características nació con vocación popular y aquí el verdadero protagonista, ya desde el título, es el caballo...


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