viernes, 6 de noviembre de 2020

El Bola (2000)




Director: Achero Mañas
España, 2000, 88 minutos

El Bola (2000) de Achero Mañas


Podríamos empezar esta reseña recordando que El Bola supuso el descubrimiento fílmico de Juan José Ballesta. O que el actor Achero Mañas vería recompensado su debut en la dirección de largometrajes con cuatro premios Goya (incluido el de mejor película). Pero todo eso está muy visto. Digamos, simplemente, que la historia de un niño de barrio que sufre malos tratos, con sus diálogos realistas (¿se ha tomado alguien la molestia de contar cuántas veces se pronuncia la expresión "¡hijo de puta!" en apenas noventa minutos?), vino a consagrar una forma de hacer cine que ya otros autores, por ejemplo el Fernando León de Aranoa de Barrio (1998) o el Benito Zambrano de Solas (1999), habían ensayado por aquellas mismas fechas.

A nivel narrativo, son muchos los paralelismos presentes en el guion (obra del propio Achero Mañas, en colaboración con Verónica Fernández), desde el corte de pelo del chaval y la bola dorada de hierro que siempre le acompaña, y que le valió su nombre de guerra en el colegio, hasta las señales, ya sean moratones o tatuajes, que los respectivos padres de los protagonistas estampan sobre la piel de sus hijos.



Aunque El Bola es mucho más que la denuncia social implícita en el sustrato obrero de su trama. Por encima de todo, se trata de un filme sobre la amistad entre dos adolescentes que buscan un lugar en el mundo: Alfredo (Pablo Galán) y Pablo (Juanjo Ballesta). El primero, por su condición de chico nuevo de la clase que deberá hacerse un hueco frente a la hostilidad de algunos de sus compañeros (como Cobeta, el líder negativo, dispuesto de continuo a retarle para que ponga a prueba sus reflejos frente a los trenes de cercanías); Pablo, en cambio, experimenta por vez primera lo que significa el afecto cuando entra en contacto con el entorno de su nuevo amigo.

De hecho, el contraste entre ambas familias salta en seguida a la vista. Los padres de Pablo viven atenazados por el recuerdo del hermano mayor, muerto en accidente de tráfico. La comunicación entre los miembros del hogar brilla por su ausencia: el padre (Manuel Morón) agrede física y verbalmente al hijo; la madre (Gloria Muñoz), en teoría más comprensiva, se muestra, sin embargo, áspera con la abuela cuando ésta tiene problemas de incontinencia o cuando toca ducharla. Por contra, y sin ser lo que se dice una familia modélica (pues, en un momento dado, Alfredo también recibirá una bofetada), José (Alberto Jiménez) y Marisa (Nieve de Medina) generan a su alrededor un ambiente de confianza. El mismo que los llevará a anteponer la seguridad de Pablo cuando una amiga (Ana Wagener) les advierta de que podrían meterse en un lío por retener al chaval con ellos en lugar de entregárselo a su padre.



2 comentarios:

  1. Hola Juan!
    Pues veinte años que han pasado, quien lo diría. Hace un par de años la volví a ver y creo que ayer la emitieron en televisión.
    Salvando las distancias, creo que a veces sucede con el cine lo mismo que con el futbol, me refiero a esos debuts tan brillantes de actores y actrices jóvenes y que luego con el paso de los años no acaban de despuntar, o al menos no les llueven los papeles como era de esperar. A Ballesta le ha sucedido algo así, o eso creo...
    Saludos, a ver buen cine y a cuidarse!

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    Respuestas
    1. Supongo que es algo inevitable, Fran. Si te fijas, la inmensa mayoría de niños promesa, desde Judy Garland hasta Joselito, pasando por Marisol o Pablito Calvo, han tenido que enfrentarse a la pérdida de encanto que conlleva el hacerse mayor.

      Saludos.

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