Director: Ernesto Arancibia
España, 1959, 93 minutos
Azafatas con permiso (1959) de Ernesto Arancibia |
Un autobús llega cargado de turistas al Museo del Prado y las atractivas y algo bohemias Celia (Silvia Morgan) y María (Diana Maggi) se confunden entre el gentío para robar carteras... Elegante y bobalicona, Azafatas con permiso se inscribe en el mismo registro de comedia ligera que Los tramposos (de hecho, se estrenó tres meses antes que la cinta de Pedro Lazaga), si bien no puede decirse que haya gozado del mismo predicamento.
La dirigió el argentino Ernesto Arancibia (1904–1963) cuatro años antes de su fallecimiento y contó con la participación estelar del italiano Adriano Rimoldi en un típico papel de galán maduro y mujeriego del que se enamoran las dos protagonistas. Un Antonio Garisa travestido y el bueno de Manuel Alexandre, quien encarna al disparatado Agente C-38, aportaban su habitual nota histriónica como secundarios de lujo.
Pero Celia y María, que son mangantes más por necesidad que por vocación, aspiran a ver mejorado sensiblemente su estatus social, por lo que se alían con Pepe "El viudo" (Garisa) para hacerse pasar por sofisticadas azafatas de vuelo que están de vacaciones (de ahí el título de la película) y se trasladan a Málaga para desplumar a algún incauto que se cruce en su camino.
El elegido será Alberto Suárez (Rimoldi), un viudo que, a pesar de estar a punto de contraer matrimonio en segundas nupcias con Gloria (Mary Lamar), se dedica a ir de flor en flor, causando los celos de su prometida, que pone tras sus pasos a C-38 para que tome buena nota de sus aventuras, y la pesadumbre de su hija Betty (Pilarín Casanova), decepcionada al constatar el carácter promiscuo de su padre. Huelga decir, sin embargo, que al final todos estos equívocos quedarán resueltos con la misma simplicidad que preside la trama de principio a fin.
Garisa era un cómico de esos de raza. Tuvo mucho éxito en la revista teatral, además del cine y la tele y la verdad es que, como se dice, llenaba la pantalla con sus apariciones.
ResponderEliminarZaragozano, por más señas. Si viviera aún, tendría 104 años. Pero su vis cómica, inmortalizada gracias al celuloide, se mantiene intacta.
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarGracias por el enlace, la veré fijo.
Saludos!
De nada, Fran. A ver qué te parece.
EliminarSaludos.