viernes, 13 de noviembre de 2020

Los días de Cabirio (1971)




Director: Fernando Merino
España, 1971, 97 minutos

Los días de Cabirio (1971) de F. Merino


La inequívoca alusión del título de este filme a las fellinianas Notti di Cabiria (1957) deja entrever que su protagonista, un típico ejemplar de españolito acomplejado y reprimido que responde al nombre de Alfredo Velázquez, probará fortuna dedicándose durante un tiempo al "oficio" de palanquero, curioso eufemismo en referencia a la prostitución masculina. Por este motivo, el protagonista, harto de que su novia Mari Carmen (Teresa Rabal) rechace cualquier tipo de contacto carnal con él antes del matrimonio, se traslada a Sitges recomendado por un antiguo compañero de la mili (Simón Andreu) para ponerse a las órdenes de Tía (José Franco), proxeneta y propietario de una bombonería que le sirve de tapadera, eterno rival de Tío (Margot Cottens), su equivalente femenino y competencia directa en lo que parece un negocio muy rentable.

Los mil y un lances a los que allí se enfrente el bueno de Alfredo (Landa), alias Perejil, en compañía de frívolas bellezas nórdicas y alguna que otra esposa despechada suponen un cúmulo de decepciones para quien creía que esto de seducir suecas adineradas era coser y cantar. En ocasiones por una mera cuestión de equívoco. Por ejemplo cuando, creyendo haber conquistado a la bella Anita (Mirta Miller), descubre que, en realidad, ella es "lo mismo que él, pero en mujer..."



Ambigüedades que, amén de provocar buena parte de las situaciones cómicas de la trama, servía al equipo de guionistas (entre ellos Alfonso Paso y Juan Miguel Lamet) para ahorrarse problemas con una censura que, pese al teórico aperturismo del régimen franquista, no habría consentido que se hablase a las claras de lo que, por otra parte, cualquier espectador de la época comprendía perfectamente sin necesidad de entrar en detalles.

Sin ser una de las muestras más logradas del landismo, Los días de Cabirio llevaba a cabo una radiografía bastante precisa de algunas de las obsesiones recurrentes del macho celtíbero, agobiado por las trabas de un moralismo estricto (representado por la familia de Mari Carmen o un trabajo de ordenanza mal remunerado) que le impide dar rienda suelta a su temperamento rijoso y siempre ávido de echar una cana al aire en ambientes turísticos más proclives a la relajación de costumbres. Sea como fuere, el caso es que Alfredo regresará al interior convertido en ídolo de masas y dispuesto a zanjar los escrúpulos de su santa novia valiéndose de algo tan carpetovetónico y poco sutil como es el "¡Ordeno y mando!"



6 comentarios:

  1. Bueno, ya sabemos lo que daban de sí estas películas: Buena taquilla y no demasiadas pretensiones.

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    1. Sin embargo, el paso del tiempo les confiere un valor añadido: el de constatar cómo ha cambiado este país en apenas medio siglo.

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  2. No se puede negar que estas películas eran curiosas (o lo son vistas hoy en día).

    Un abrazo.

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    1. Curiosas y hasta interesantes. Lástima que tanta gente opte por denostarlas por el simple hecho de que nos recuerdan de dónde venimos.

      Un abrazo.

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  3. Hola Juan!
    Por aquel 1971 supongo que los guionistas por mucho aperturismo que se anunciase no deberían de tenerlas todas consigo...
    Bueno, en su descargo diré que el poster no esta mal...jeje
    Saludos!

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    1. No deja de ser una peli tan cutre como atrevida. Aparte de que Alfredo Landa hace gala de la vis cómica que caracterizaba sus actuaciones.

      Saludos.

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