sábado, 9 de mayo de 2020

Tiburón (1975)




Título original: Jaws
Director: Steven Spielberg
EE.UU., 1975, 124 minutos

Tiburón (1975) de Steven Spielberg

El gran pez se movía silenciosamente a través de las aguas nocturnas, propulsado por los rítmicos movimientos de su cola en forma de media luna. La boca estaba lo suficientemente abierta como para permitir que un chorro de agua atravesase las branquias. Apenas sí se notaba ningún otro movimiento: alguna que otra corrección de su trayectoria, aparentemente sin rumbo, elevando o bajando un poco una de sus aletas pectorales, tal como un pájaro cambia de dirección hundiendo un ala y alzando la otra.

Peter Benchley
Tiburón
Traducción de Sebastián Martínez y Luis Vigil

A veces no es necesario romperse demasiado la cabeza para lograr que el público salga aterrorizado de la sala de proyección. De hecho, suelen ser las emociones más primarias las que producen un mayor impacto. El viejo Hitchcock sabía mucho de ello, pero también el primer Spielberg, aquel avispado niño prodigio que ya en El diablo sobre ruedas (Duel, 1971) había convertido un simple camión de gran tonelaje en símbolo de todos los males.

El planteamiento de Jaws no dista excesivamente de aquella persecución de carretera, con la salvedad de que el mar sustituye al asfalto. Pero es que, además, buena parte de los elementos aquí presentes pueden rastrearse con suma facilidad en no pocos clásicos del género, desde Moby Dick, donde la aversión del capitán Ahab hacia la ballena blanca es idéntica al odio que siente Quint (Robert Shaw) por los tiburones, hasta la lucha del pescador por doblegar a su presa en El viejo y el mar. Incluso The Birds (1963) se prestaría al paralelismo si cambiamos las aves por escualos: a fin de cuentas, la apacible isla de Amity no difiere gran cosa de Bodega Bay.



Queda claro, por tanto, que la película partía de unos ingredientes, tanto literarios como cinematográficos, de sobras conocidos, lo cual no fue impedimento, unido a una eficaz campaña de promoción, para que ésta arrasara en taquilla como pocas veces se ha visto en la historia del cine. Y, sin embargo, el rodaje no fue precisamente agradable, sobre todo porque los tres prototipos que se construyeron del bicharraco (apodado Bruce, como el abogado de Spielberg) dieron bastantes problemas técnicos a la hora de zambullirlos en las aguas de Martha's Vineyard.

Pero Spielberg, que ya apuntaba maneras de genio, solucionó magistralmente dichos contratiempos insinuando la presencia de la fiera en lugar de mostrar una y otra vez sus fauces: una aleta por aquí, unos bidones amarillos por allá, el cuerpo de una nadadora que desaparece súbitamente bajo la superficie y... el espectador se imagina el resto. Añádanse, para acabar de aderezar el conjunto, las notas del tema de John Williams (saqueado de La consagración de la primavera de Stravinski, dicho sea de paso) y tendremos uno de los títulos clave del cine de terror en su vertiente marítima.

Shaw, Scheider & Dreyfuss

4 comentarios:

  1. Entre el terror y el género de aventuras marinas, el primer blockbuster de la historia es también una lección de buen cine.

    Un abrazo.

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    1. Desde luego. Lástima que Spielberg se ablandara con los años.

      Saludos.

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  2. Hola Juan!
    Tengo un recuerdo imborrable cuando la fui a ver al cine con mi madre. Se había formado una marea humana para entrar y de repente hubo una especie de avalancha que tiro al suelo a varias personas, ese momento jamas lo olvidare. Efectivamente, su estreno en cines fue un autentico acontecimiento.
    Por cierto, hace unos días leía un articulo en prensa en el cual su autor nos recordaba la tozudez de aquel alcalde a la hora de tomar medidas para poner a la gente a salvo, se le fastidiaba el negocio con los veraneantes, el tema venia al hilo de toda la situación que estamos viviendo y el perjuicio económico que esta causando.
    No concibo esta película sin esa música de Williams. Acabo de escuchar la pieza (maravillosa por cierto...) de Stravinski, no cabe duda de que hay demasiadas similitudes...jeje
    A pesar de aquel desagradable episodio antes de entrar al cine, esta es una de esas películas que siempre que la veo pego un salto en el tiempo a aquellos años 70.
    Saludos!

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    1. Hola, Fran:

      Yo no tuve la suerte de verla en salas, ya que la película se estrenó justo una semana antes de que yo naciera. Pero sí que me llama la atención el paralelismo que estableces con la actual crisis sanitaria que estamos viviendo, porque eso es justamente lo que pensé ayer al verla: cómo los intereses económicos prevalecen por encima de la integridad física de las personas. Ya ves: la historia se repite y la condición humana no tiene remedio. Tal vez deberíamos hacer con nuestros políticos lo mismo que la madre del niño devorado por el tiburón: abofetear al responsable de turno que, aun sabiendo que se habían dado casos anteriormente, prefirió mantener abierta la playa al público.

      Un abrazo.

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