sábado, 27 de febrero de 2016

Dos hombres en Manhattan (1959)








Título original: Deux hommes dans Manhattan
Director: Jean-Pierre Melville
Francia, 1959, 84 minutos



Se ha dicho con bastante frecuencia que Dos hombres en Manhattan supuso una carta de amor que el director francés Jean-Pierre Melville le dedicó a la ciudad de Nueva York. A pesar de lo exagerado de dicho latiguillo, de lo que no cabe duda es de la pasión que Melville sentía por el cine negro americano. Y eso sí que se percibe tanto en esta película como en otras de su anterior y posterior filmografía, como por ejemplo Bob el jugador (1956), El confidente (1962), El guardaespaldas (1963), Hasta el último aliento (1966), El silencio de un hombre (1967), Círculo rojo (1970) y Crónica negra (1972).

Jean-Pierre Melville (Moreau) en el metro de NY

Escrita, dirigida y protagonizada por Melville, Dos hombres en Manhattan relata las andanzas nocturnas de un periodista de la agencia France-Presse y de un fotógrafo ávido de dólares. Juntos intentarán dar con el paradero de Fèvre-Berthier, miembro de la delegación gala en la sede de la ONU desaparecido (como se suele decir en estos casos) en extrañas circunstancias (aunque al destaparse la doble vida que llevaba no resultarán tan extrañas...)

Pierre Grasset (Delmas) y Jean-Pierre Melville (Moreau)

El periplo de Moreau y Delmas hasta localizar al diplomático les llevará a visitar los teatros de Broadway, unos estudios de grabación de música jazz, Times Square y otros lugares emblemáticos de la Gran Manzana. Aunque una vez descubierto todo el pastel se debatirán entre si lo más conveniente es vender una gran historia y hacerse de oro o bien guardar silencio para no perjudicar el interés general de las naciones, teniendo en cuenta que Fèvre-Berthier fue un héroe de la Resistencia que rindió servicios notables a la causa aliada.

La música jazz tiene un gran peso en la banda sonora

Llegados a este dilema los protagonistas optan por soluciones opuestas, lo cual supondrá un distanciamiento definitivo entre los dos amigos: uno prefiere acatar las órdenes de su superior y preservar el buen nombre de un héroe nacional; el otro está dispuesto a modificar la escena del crimen con tal de obtener la mejor instantánea, aunque las fotos deban ser robadas. Pero ambos estarán en realidad vendiéndose a sí mismos, consumidos por un sistema del que no son más que modestos peones.

Pierre Grasset (Delmas)

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