martes, 6 de octubre de 2020

El disputado voto del señor Cayo (1986)




Director: Antonio Giménez Rico
España, 1986, 94 minutos

El disputado voto del Sr. Cayo (1986)
de Antonio Giménez Rico


Los tres se sobresaltaron. Un hombre viejo, corpulento, con una negra boina encasquetada en la cabeza y pantalones parcheados de pana parda, les miraba taimadamente desde la puerta, bajo el emparrado de la casa. Víctor, al verle, franqueó la lancha que salvaba el arroyo y se dirigió resueltamente hacia él.

Miguel Delibes
El disputado voto del señor Cayo

El próximo sábado 17 de octubre se cumplirán cien años exactos del nacimiento de Miguel Delibes (1920-2010). Ocasión propicia, pues, para comentar otra de las muchas adaptaciones cinematográficas que han merecido las novelas del autor vallisoletano. De hecho, Giménez Rico es, muy probablemente, el director que con mayor asiduidad ha frecuentado su obra narrativa. Aparte de la que ahora nos ocupa, suyas son Retrato de familia (1976),  a partir de Mi idolatrado hijo Sisí, y Las ratas (1997): notable promedio, como queda patente, a razón de una adaptación cada diez años.

Pero entrando ya de pleno en el análisis de El disputado voto del señor Cayo las diferencias más notables entre texto y filme se reducen básicamente a dos. Por un lado, Giménez Rico y su guionista Manolo Matji optaron por añadir una serie de escenas en blanco y negro, frente al colorido de las que relatan la campaña electoral del 77, con el objetivo de remarcar hasta qué punto los protagonistas (antiguos “compañeros de viaje”) han perdido la inocencia al cabo de los años, dejando ideales y amistades por el camino, fagocitados por el mismo sistema que un día pretendieron cambiar. Y, por otra parte, aunque no menos importante, la película muestra abiertamente la pertenencia al PSOE del candidato Víctor Velasco (Juan Luis Galiardo), si bien los diálogos, pese a que en repetidas ocasiones se dejen ver carteles con la efigie de Felipe González, omiten cualquier tipo de alusión directa al partido.



El eje fundamental de la trama reside en el shock que supone para los urbanitas Víctor, Laly (Lydia Bosch) y Rafa (Iñaki Miramón) el encuentro con el señor Cayo (Paco Rabal), personaje cuya apariencia remite al Azarías que el mismo actor interpretara dos años antes, a las órdenes de Mario Camus, en Los santos inocentes (1984), también inspirada en Delibes, pero más refinado en su particular dominio de la gramática parda. Un sentido común, fruto de la sabiduría popular y el contacto directo con la naturaleza, mediante el que el aldeano irá desmontando todos y cada uno de los prejuicios latentes en el paternalismo izquierdista de sus visitantes.

“¿Qué ocurrirá el día en el que ya no quede ningún hombre que sepa para qué sirve la flor del saúco?”, se pregunta VV en un momento del relato. Y es que el bueno de Cayo Fernández, con todas las limitaciones que implica el residir en un remoto caserío burgalés con cuyo único vecino no se habla (eco cainita de las dos Españas), se basta y se sobra para subsistir, por más que el mundo entrase en un hipotético colapso, amparándose únicamente en los recursos que le depara su hábitat rural. Sin embargo, el progreso inmisericorde, causante de la despoblación interior y de que el viejo campesino se vea abocado al desamparo cuando le fallen las fuerzas, hará que la película termine con una nota agridulce, incluso cruel: ¿quién necesita realmente a quién? ¿Es la solidaridad lo que mueve a Rafa, ayer soñador y hoy político profesional, a acudir en auxilio del señor Cayo? ¿O son los remordimientos de conciencia?



6 comentarios:

  1. Delibes, ell mateix ho admetia, ha tingut sort amb el cinema, han estat respectuosos amb l'esperit dels seus llibres i crec jo també que cap de les adaptacions és rebutjable, més aviat el contrari.Hi ha aspectes d'aquesta història, tant en llibre com en cinema, molt actuals, ara encara es parla de l'Espanya buida i el tema dels partits i els desenganys polítics continuen vigents, després dels antics primers entusiasmes de la transició. Només un detall, que no sé si recordo bé, i no em va agradar, el senyor Cayo ensenya unes flors que diu als de la campanya que son malves i com que no devien tenir malves van posar uns testos de floretes de floristeria, però vaja, té poca importància en el conjunt. Això de què la dona sigui muda també pot provocar lectures presentistes en clau discriminatòria, he, he.

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    1. No sé si "sort" és la paraula, Júlia. Però, en tot cas, pocs escriptors contemporanis han gaudit d'una predilecció semblant per part de la indústria del cinema (només se m'acut el cas similar del recentment desaparegut Juan Marsé, tot i que aquest més aviat en renegava de les adaptacions de les que havia estat objecte). I en quant a les malves, doncs no sé: per mi resulta molt pitjor la pèssima actuació de Lydia Bosch i l'Iñaki Miramón. Per últim, el mutisme de la dona potser obeeix a raons més tremendistes que no pas simbòliques.

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  2. No son grans actors pero trobo que aquí encara estan millors que en d'altres pelis on els he vist, he, he

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    1. Home, sí: han fet coses encara pitjors. Vols dir que això és un consol?

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  3. Hola Juan!
    No se como captaran los votos hoy en día en esos pueblos perdidos de la mano de dios, pero aquí desde luego la cosa no era fácil, ¡menudo era Raval!
    Saludos!

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    1. Me temo que hoy ya no hace falta desplazarse hasta tan lejos: primero porque ya no quedan señores Cayo y, en segundo lugar, porque con las redes sociales se tiene de sobras controlado al personal.

      Saludos.

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