viernes, 4 de septiembre de 2020

Magnolia (1999)




Director: Paul Thomas Anderson
EE.UU., 1999, 188 minutos

Magnolia (1999) de Paul Thomas Anderson

Los seis minutos iniciales de Magnolia (1999) constituyen un preámbulo perfecto para determinar el tono de lo que va a ser este puzle vertiginoso de tres horas de duración en el que los destinos de un puñado de personajes se irán entrecruzando hasta completar y dar sentido a tan complejo mosaico. Y es que, guiado por una sensibilidad de inspiración barroca, el director Paul Thomas Anderson emprendía la ingente tarea de dar forma a un proyecto que comienza con una antología de extrañas coincidencias y termina con una insólita lluvia de ranas.

Aunque para sorprendente, el papel de experto en seducción femenina que interpreta Tom Cruise: un tal Frank T.J. Mackey cuyos simposios son todo un recital de misoginia a los que una masa de garrulos enardecidos acude en tropel con la finalidad de hallar consuelo a sus complejos gracias al verbo sin tapujos de semejante gurú.



Del resto, integrado por individuos tan peculiares como neuróticos, destaca una joven cocainómana que padeció abusos sexuales durante su infancia (Melora Walters); un agente de policía un tanto inepto (John C. Reilly); un antiguo niño prodigio que hoy es apenas un adulto frustrado (William H. Macy); otro (superdotado) que arrasa en los concursos televisivos de cultura general; un presentador (Philip Baker) aquejado por problemas de salud y familiares; un anciano en estado terminal (Jason Robards) que aguarda su último suspiro, postrado en la cama de su propio domicilio, bajo la atenta mirada de un enfermero (Philip Seymour Hoffman).

Paul Thomas Anderson era, por aquel entonces, un joven y ambicioso director dispuesto a dejar huella. Talento, huelga decir, cuya posterior y exitosa trayectoria no ha hecho sino confirmar con creces. En todo caso, es posible que en Magnolia vertiese alguna que otra vivencia personal, encubierta bajo la abundancia de flecos de una trama coral que recuerda a la urdida por Robert Altman en Short Cuts (1993), y de ahí la espinosa relación con la figura paterna que atormenta a no pocos de los protagonistas.



P. D.: Para las similitudes entre Magnolia y Vidas cruzadas véase la excelente comparativa que el amigo Ricard, de Clàssics de cinema, llevaba a cabo en dicho blog hace unos días.

8 comentarios:

  1. Hola Juan!
    Una estupenda película y un no menos estupendo reparto, creo que Cruise nunca ha estado tan bien...jeje No hace mucho tiempo volví a revisarla y creo que me gusto mas que cuando en su momento la vi en el cine.
    Saludos!

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    1. Pues es curioso, Fran, pero a mí me ha ocurrido un poco lo contrario: cuando la vi por vez primera me pareció una obra maestra indiscutible y, en cambio, ahora, quizá porque el factor sorpresa ya no juega el mismo papel, diría que es buena (muy buena), pero no genial.

      Saludos.

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  2. Ahora tengo que agradecerte yo la cita ;)

    Un abrazo.

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    1. Así es la vida, Ricard: hoy por ti y mañana por mí.

      Saludos.

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  3. La película es excelente y el director interesantísimo. Su singular cine huele a independiente (y eso es bueno), pero es tan comercial como el que más (eso también es bueno si hay calidad de por medio porque, no nos olvidemos, el cine es entretenimiento).
    Saludos!

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    1. Pues no estoy yo muy de acuerdo con eso de que el cine sea entretenimiento, pero, en todo caso, comparto contigo el interés por la película y, sobre todo, volver a contar con tus comentarios tras el parón estival.

      ¡Un fuerte abrazo!

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  4. Otra que tendría que volver a ver. Me había parecido genial, pero... si la repaso después te cuento si me pasa lo que le mencionás a Fran.

    Abrazos

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    1. Supongo que por eso hay gente que no quiere volver a ver determinadas películas de las que guardan un grato recuerdo, por miedo a que, al revisarlas, puedan sentirse defraudados.

      Un abrazo.

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