sábado, 23 de marzo de 2019

Mayores con reparos (1967)




Director: Fernando Fernán Gómez
España, 1967, 88 minutos

Mayores con reparos (1967)
de Fernando Fernán Gómez


La palabra cabaré ha ido perdiendo por el camino buena parte de su carga semántica hasta quedar reducida a un mero arcaísmo, más popular por ser el título de un célebre musical que no por las incómodas connotaciones que un día tuvo el vocablo. Porque hubo un tiempo en el que, según el DRAE, llamar cabaratera a una mujer implicaba que la aludida tenía "aspecto provocativo, modales groseros y expresión desenfadada". O sea que ni beber ni bailar ni espectáculos de variedades: lo que los españolitos reprimidos iban buscando a ese tipo de locales era más bien echar una cana al aire.

El dramaturgo Juan José Alonso Millán estrenó su comedia Mayores con reparos en el madrileño Teatro Reina Victoria en abril de 1965. Y, dada la morbosidad que, en aquel entonces, despertaban estos temas entre la mojigata sociedad española del tardofranquismo, ni que decir tiene que la obra obtuvo un éxito rotundo de público.



Estaba cantada, pues, según costumbre de la época, la correspondiente adaptación cinematográfica de la misma, que corrió a cargo de Fernando Fernán Gómez, todo un especialista en estos menesteres. Se da la circunstancia de que el intérprete, ducho conocedor tanto del medio escénico como del fílmico, venía de experimentar sendos fracasos comerciales en su faceta de director de largometrajes a causa de la mala recepción obtenida por las hoy reivindicadas El extraño viaje (1964) y El mundo sigue (1965). De ahí que no dudase ni un instante en abordar proyectos mucho más comerciales.

Mayores con reparos consta de tres episodios, protagonizados por la pareja artística (y sentimental) que formaban el propio Fernán Gómez y la argentina Analía Gadé. Tres historias en la que cada uno interpreta, a su vez, a otros tantos personajes: Fernando, Miguel, Manuel... Pepita, Patricia, Estrella... Su denominador común es simple: ellos son hombretones de provincias que se dejan pegar el sablazo a cambio de un poco de afecto; ellas, impúdicas meretrices que, en la intimidad de un sofisticado apartamento, dejan aflorar la verdadera naturaleza de su personalidad.


2 comentarios:

  1. Hola Juan!
    Pues mira, el año de mi nacimiento...jeje Otra que me apunto.
    Por cierto, hace poco volvi a disfrutar con "La silla de Fernando".
    Saludos!

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    1. Desde luego, el prolífico Fernando Fernán Gómez fue un verdadero genio.

      Un abrazo.

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