Director: José Luis Guerín
España, 1984, 79 minutos
Los motivos de Berta (1984) de J.L. Guerín |
Arranca la acción con un primer plano fundido a negro del rostro de los personajes: apenas un fogonazo a modo de preámbulo, mudo y efímero, que inevitablemente nos hará pensar en Bresson o en los pioneros del cine soviético (Eisenstein, Pudovkin... Tal vez Dovzhenko). El primer filme de José Luis Guerín se rodó en el austero blanco y negro de los grandes realizadores de la historia del cine (no en vano, él es uno de ellos).
Durante mucho tiempo, Los motivos de Berta fue una película inencontrable, fugazmente estrenada en la cartelera patria con tres únicos pases en un solo día, según el habitual subterfugio del que las majors americanas se servían como contrapartida para colocar sus productos y así, de paso, dar apariencia de legalidad a lo que no dejaba de ser un abusivo dominio de mercado.
Juan Diego Botto en los inicios de su carrera |
Rodada en Melque de Cercos —aldea segoviana hasta la que ya se desplazara Carlos Saura en 1977 para la filmación de Elisa, vida mía— el entorno rural en el que se enmarca la trama remite de inmediato a la sobriedad vagamente poética de El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice, cineasta con el que Guerín ha sido a menudo comparado.
Porque para la protagonista de esta historia los límites entre fantasía y realidad parecen difuminarse con la misma sencillez con la que las niñas Ana e Isabel creían ver al monstruo de Frankenstein. En ese sentido, la Berta de Guerín huirá de la grisura que la rodea refugiándose en los campos de trigo candeal por entre los que lo mismo vagabundea un misterioso personaje ataviado con un tricornio dieciochesco que el equipo de rodaje de un filme francés, mientras suena de fondo un célebre lied de Schubert.
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