Director: Satyajit Ray
India, 1958, 100 minutos
Jalsaghar (1958) de Satyajit Ray |
Independientemente de cuáles fueran las lecturas o motivaciones que llevaron a Ray a filmar esta adaptación de un relato de Tarashankar Banerjee, lo cierto es que el resultado final posee un innegable sabor proustiano: como la magdalena de À la recherche du temps perdu, el viejo rajá que protagoniza esta historia evocará el antiguo esplendor de su linaje venido a menos a partir de la visión de una araña que pulula sobre su retrato o del insecto que se ahoga en el vaso de su refrigerio.
Y cómo no pensar, por otra parte, en el posterior decadentismo del Visconti de El gatopardo (1963) o Muerte en Venecia (1971) mientras el patético aristócrata deambula por las estancias vacías de la decrépita mansión familiar que antaño acogiera los refinados conciertos y sesiones de danza por él auspiciados en la sala de música. Declive que Ray subraya mediante símbolos cuya contundencia palmaria ocupa la pantalla de forma recurrente: una lámpara oscilante, un espejo empañado...
Junto con la aclamada Trilogía de Apu, Jalsaghar (1958) forma parte de lo bueno y mejor de la obra de un cineasta que elevó la prolífica cinematografía hindú al edén de lo más granado del séptimo arte. Una película que nos habla de cómo la exquisitez de un hombre sensible y cultivado choca frontalmente contra el materialismo grosero de su vecino Ganguli.
La nobleza ilustrada de vida contemplativa frente a la ordinariez pequeñoburguesa basada en el progreso económico: sabedor del ocaso que se aproxima, Roy se nos aparece como una figura de hondo dramatismo en su lucha desesperada por aferrarse al refinamiento de un mundo condenado a la desaparición.
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