Título original: Meitô Bijomaru
Director: Kenji Mizoguchi
Japón, 1945, 65 minutos
La espada Bijomaru (1945) de Kenji Mizoguchi |
Los hombres son mortales; las espadas, para siempre...
El aprendiz Kiyone Sakurai cree haber moldeado un acero infalible para su guardián, Kozaemon Onoda. Pero a éste se le rompe el sable durante una reyerta en la que pierde la vida. Su hija Sasae jura vengar la muerte del padre y, con tal finalidad, le pide a Kiyone Sakurai que fabrique para ella una espada especial. Así que Kiyone y su compañero Kiyotsugu acuden al maestro herrero Kiyohide Yamatomori para que les enseñe el oficio.
El egregio Mizoguchi a vueltas con el rancio patriotismo bélico. De hecho, todo en esta película podría verse como un desesperado grito de guerra en favor de la industria armamentística: desde la obsesión por forjar una espada perfecta a golpe de martillo hasta la presencia fantasmal de la hija de Onoda en la fragua para infundir ánimos a unos esforzados artesanos que casi se dejan la vida en su empeño.
El egregio Mizoguchi a vueltas con el rancio patriotismo bélico. De hecho, todo en esta película podría verse como un desesperado grito de guerra en favor de la industria armamentística: desde la obsesión por forjar una espada perfecta a golpe de martillo hasta la presencia fantasmal de la hija de Onoda en la fragua para infundir ánimos a unos esforzados artesanos que casi se dejan la vida en su empeño.
Cuando el Japón imperial se aprestaba a una derrota irremisible en la contienda mundial, la otrora prolífica industria cinematográfica del país asiático aún era capaz de producir cintas de propaganda como La espada Bijomaru (1945), mediometraje más bien insulso del que su director abominaría más tarde y cuyo punto culminante es una prolongada lucha de catanas entre el espíritu vengativo de una mujer perteneciente a la aristocracia local y el samurái que la traicionó en vida.
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