miércoles, 27 de julio de 2016

Théo & Hugo, París 5:59 (2016)










Título original: Théo et Hugo dans le même bateau
Directores: Olivier Ducastel y Jacques Martineau
Francia, 2016, 97 minutos

Théo & Hugo, París 5:59 (2016)

Definitivamente, el cine francés se ha lanzado a explotar el filón de un tipo de películas que años atrás podrían haberse considerado escandalosas, pero que hoy en día son recibidas ante todo como historias de amor. Así lo atestiguan títulos como La vie d'Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013), La belle saison (Catherine Corsini, 2015) y la reciente Théo et Hugo dans le même bateau.

Al margen del anzuelo que siempre supone la explicitud de algunas secuencias, lo realmente curioso del filme de Ducastel y Martineau es que narra unos hechos en tiempo real, al estilo de Cléo de 5 à 7 (1962) de Agnès varda. A tal efecto, irán apareciendo en pantalla las indicaciones horarias que sirven para delimitar la noche en blanco que pasa la pareja protagonista por las calles de París. Lo mismo ocurre con los SMS que se van enviando, aunque esto último ya no es tan novedoso.

Noche de pasión, pero también de inquietud, pues aun arriesgándose a incurrir en mensajes de claro corte moralizante, se hace que los personajes del filme no duden en mostrar hasta qué punto están sensibilizados frente a la amenaza de contraer algún tipo de enfermedad de transmisión sexual.

A lo largo de su particular odisea, Théo y Hugo tendrán también ocasión de conversar con personajes de lo más interesante. Tal es el caso del propietario del kebab (Georges Daaboul), un sirio que celebra que "aquí en Francia sí que son ustedes libres", comentario no exento de ironía al ir dirigido a una pareja que no siempre podrá mostrar en público su relación. O el maleducado gruñón de urgencias (Jeffry Kaplow) que acabará increpándolos o la señora que conocen en el primer metro de la jornada (Marief Guittier) y que a su edad se ve obligada a limpiar hoteles porque no cotizó lo suficiente.


Y así, entre una cosa y otra, paseando, montando en bicicleta, corriendo a lo largo del Canal, hablando de Balzac o François Mauriac, les darán las seis de la mañana: momento en el que despunta un nuevo día y, tal vez, una vida en común.

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