miércoles, 20 de julio de 2016

La marca del fuego (1915)




Título original: The Cheat
Director: Cecil B. DeMille
EE.UU., 1915, 59 minutos

La marca del fuego (1915) de Cecil B. DeMille


Siempre es un placer volver a ver una película muda con el acompañamiento musical del mestre Joan Pineda en la sala grande de la Filmoteca de Catalunya. La elegida para esta ocasión, The Cheat, es el típico dramón de Cecil B. DeMille: esposa de millonario se deja llevar por la codicia. STOP. Invierte todos los fondos de la entidad benéfica de la que es tesorera en unas acciones que prometen repercutirle pingües beneficios. STOP. Como es lógico, porque si no no habría película, el dinero se esfuma. STOP. Un misterioso potentado birmano se presta a dejarle los diez mil del ala a la desconsolada esposa. STOP Ya la hemos liado. STOP...

Y todo esto mucho antes del consabido crac de la bolsa de Wall Street, lo cual tiene más mérito. Porque DeMille pone al descubierto en 'La trampa' (traducción literal de The Cheat) las especulaciones de una clase social que se ha enriquecido a base de la compraventa de acciones y que, de hecho, carece completamente de escrúpulos: si Edith Hardy (interpretada por la actriz Fannie Ward) accede a invertir el dinero recaudado por la Cruz Roja en los bonos que le sugiere el colega de su marido es, precisamente, porque ansía comprarse lujosos vestidos con las ganancias que obtenga.

Nos encontramos, al mismo tiempo, frente a una de las primeras producciones americanas que supieron sacarle partido a los juicios como elemento de intriga netamente cinematográfico. En ese sentido, en La marca del fuego se explota con suma maestría la expectación suscitada por el litigio en el que se ve envuelto el matrimonio Hardy, con "invasión de campo" incluida por parte de la encolerizada concurrencia.

Quedará, por último, para el anecdotario el hecho de que en la primera versión del filme, estrenado en 1915, el personaje interpretado por Sessue Hayakawa era japonés y respondía al nombre de Hishuru Tori. Pero tras las airadas protestas por parte de la colonia nipona residente en California, a partir de la reposición de 1918 se optó por transformar al exótico canalla en birmano, pasando a llamarse Haka Arakau.

En cuanto al argumento ideado por Hector Turnbull y Jeanie Macpherson, cabe decir, además, que inspiraría en 1921 el libreto de la ópera Forfaiture, última de las que compuso el francés Camille Erlanger y primera de la historia que adaptaba un guion cinematográfico.



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