martes, 16 de enero de 2024

Perfect Days (2023)




Director: Wim Wenders
Japón/Alemania, 2023, 124 minutos

Perfect Days (2023) de Wim Wenders


Del interés de Wim Wenders por Japón y, en particular, por el cine de Ozu había quedado sobrada constancia a través de su documental Tokyo-Ga (1984), magnífica aproximación a una cultura cuyos extremos oscilan entre el estrépito de los salones recreativos donde los tokiotas juegan al pachinko (curiosa variante autóctona de las máquinas tragaperras) y el sosiego de los jardines ornamentales que abundan a lo largo y ancho de la geografía nipona. Un apego hacia el país oriental que ahora, cuarenta años después, tiene su continuidad gracias a Perfect Days (2023), la cinta que representará a dicha cinematografía en la próxima edición de los premios Óscar.

A grandes rasgos, pudiera decirse que se trata de un trabajo bastante contemplativo, protagonizado por un peculiar individuo de pocas palabras, limpiador de urinarios diurno y lector de Faulkner en sus largas noches de insomnio. Un hombre tranquilo que, por lo demás, disfruta escuchando antiguas cintas de casete mientras conduce su coche a través de las concurridas calles de una capital tan aséptica como abúlica. De hecho, queda meridianamente claro que Hirayama (Koji Yakusho) pertenece a otra época cada vez que lo vemos tomar fotografías con su vieja cámara analógica.



Un joven compañero de trabajo, parlanchín y enamoradizo; una sobrina adolescente que busca refugio en el apartamento de su tío, al que hacía mucho tiempo que no veía, son, al parecer, los escasos seres humanos con los que el protagonista llega a establecer algún tipo de vínculo. O ese desconocido, enfermo de cáncer, según él mismo le confiesa, con el que espontáneamente se pondrá a juguetear, ya hacia el final de la película, intentando cada uno atrapar la sombra del otro.

Llegados a este punto, un interrogante nos asalta con imperiosa urgencia: ¿es Hirayama plenamente feliz? ¿Cómo cabe interpretar su sonrisa en el plano final? ¿Son de alegría o de pena las lágrimas que inundan sus ojos? Afortunadamente, y como no podía ser de otra manera, la duda quedará flotando en el aire al igual que esas hojas de los árboles, filmadas en blanco y negro, que aparecen fugazmente en pantalla al finalizar los títulos de crédito con los que se cierra el filme.



2 comentarios:

  1. Pues sí, recuerda a los clásicos de algunos autores nipones.

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    1. Por supuesto, aunque el protagonista, un hombre que se aferra a su propia forma de entender el mundo, no deja de ser un alter ego del propio Wim Wenders.

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