Título original: Vredens dag
Director: Carl Theodor Dreyer
Dinamarca, 1943, 93 minutos
Dies irae (1943) de Dreyer |
MARTIN: ¡Pero estás llorando! (Anne levanta el rostro hacia él. Lo mira llorosa, pero a través de sus lágrimas se ve una sonrisa.)
ANNE: Te veo a través de las lágrimas...
MARTIN: Lágrimas que yo secaré (le besa los párpados y le hace girar la cabeza de manera que la luz le dé en los ojos.) No hay nadie que tenga unos ojos como los tuyos...
Anne: una Fedra protestante |
Continuamos nuestro particular homenaje a Carl Theodor Dreyer, en el cincuenta aniversario de su fallecimiento, comentando una de las obras maestras indiscutibles del danés, si es que hay alguna película suya que no lo sea. En todo caso, sí que es cierto que Dies irae contiene imágenes de una plasticidad como pocas veces se ha visto en una pantalla: filme pictórico donde los haya, será fácil reconocer en no pocos de sus planos la influencia del Rembrandt de la Lección de anatomía.
Más allá, sin embargo, de su cuidada fotografía en blanco y negro a cargo de Karl Andersson (deudora, por otra parte, del expresionismo alemán), lo verdaderamente interesante es hasta qué punto logra Dreyer transmitir lo que se propone contarnos a base de silencios y de miradas, valiéndose de una gramática que es, en buena medida, deudora del cine mudo en el que el director había comenzado su carrera. En "Algunos apuntes sobre el estilo cinematográfico" (publicado por vez primera el 2 de diciembre de 1943) dejó bien claro cuáles habían sido sus intenciones al respecto:
«Hasta el momento actual el cine sonoro ha mostrado cierta tendencia a abusar de la palabra en detrimento de la imagen. En muchas películas se habla..., mejor dicho, se "charla" demasiado, y rara vez se les permite a nuestros ojos reposarse en un bello efecto visual. A veces se tiene la impresión de que los directores cinematográficos se olvidan de que el cine es, ante todo, un arte visual, dirigiéndose en primer plano al ojo humano, y de que la imagen llega mucho, muchísimo más directamente a la conciencia del espectador que la palabra. En Dies Irae he intentado devolver a la imagen la justa importancia que le corresponde y nada más.» (Incluido en el guion de Juana de Arco / Dies irae. Alianza editorial, 1970, p. 239. Traducción de Ebbe Traberg).
De ahí esa sensación de tiempo detenido que impregna todas las secuencias de un filme en cuyo ambiente de culpa, de intolerancia luterana, de caza, tortura y quema de brujas sería posible leer entre líneas, pese a que la acción transcurra en pleno siglo XVII, una alusión velada a la presencia de los nazis en Dinamarca por aquellas fechas, coincidiendo con el rodaje.
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