Título en español: Gente que se besa
Directora: Danièle Thompson
Francia/Bélgica, 2013, 97 minutos
Des gens qui s'embrassent (2013) |
Pese a haber dirigido apenas seis largometrajes desde su debut en 1999 con La bûche, da la sensación de que la monegasca Danièle Thompson (el apellido inglés lo tomó de su primer marido, un financiero británico) lleva toda la vida haciendo películas, tal vez porque antes fue una reputada guionista al servicio de cineastas como Claude Pinoteau (La boum, 1980; La neige et le feu, 1991) o Patrice Chéreau (Ceux qui m'aiment prendront le train, 1998). De hecho, fue nominada al Oscar por Cousin cousine en 1975. Y como directora, aún tenemos muy reciente su último filme, Cézanne et moi, estrenado en España el pasado mes de agosto y que recreaba la amistad entre dicho pintor y el novelista Émile Zola.
La que no llegó a estrenarse en salas comerciales fue su anterior trabajo, Des gens qui s'embrassent, aunque sí pudo verse en el Festival de Cine Hebreo de Barcelona. Se trata de una comedia coral, coescrita junto a su hijo Christopher, al estilo de Cena de amigos (2009) o Patio de butacas (2006), dos de sus títulos más celebrados, en la que la acción gira en torno a los Melkowich, una atípica familia judía: Roni (Kad Merad), tan hortera como ostentoso, fan incondicional de Frank Sinatra, ha levantado un imperio gracias a "democratizar" la venta de diamantes entre amplios sectores de la sociedad; Zef (Éric Elmosnino), en cambio, es un afamado violinista residente en Nueva York y que respeta escrupulosamente los preceptos del Talmud. Ni que decir tiene que se llevan a matar. Las esposas de ambos, por cierto, son también completamente antagónicas: la despampanante Giovanna (Monica Bellucci) es una mujer superficial obsesionada por el lujo que sólo se preocupa de su apariencia física; la espiritual Irène (Valérie Bonneton), por contra, es amante de la música como su marido y bastante sumisa, lo cual le costará la vida al ser atropellada cuando iba a buscarle un sándwich de pastrami. Aunque calcadas a sus respectivos padres, las primas Noga (Lou de Laâge) y Melita (Clara Ponsot) mantienen una estrecha relación. En cuanto al anciano patriarca de la familia (Ivry Gitlis), su demencia senil no sólo le hace confundir continuamente a unos y a otros, sino que le convierte en un personaje tan entrañable como divertido. Pero cuando Noga conozca a un apuesto joven (Max Boublil) que viaja en el mismo vagón de tren que ella las cosas cambiarán drásticamente para todos...
Des gens qui s'embrassent posee el habitual gusto por el detalle de su directora, comenzando por el reparto: sólo Monica Bellucci podía encarnar el papel de glamurosa consorte habituada a las recepciones suntuosas y a las fiestas a bordo de un fastuoso yate en Saint-Tropez; o Ivry Gitlis, violinista en la vida real y al que el resto del equipo debía escribirle los diálogos en grandes paneles para que no se quedase en blanco. Y lo mismo podría decirse de las localizaciones: la parisina Place de la Concorde y el selecto restaurante Maxim's, la Saint Pancras Station de Londres...
Como es habitual en su filmografía, Thompson nos habla en esta película de cómo han cambiado los tiempos, los códigos, los roles sociales y familiares; de hasta qué punto es absurdo discutir por nuestras diferencias religiosas o personales. En una palabra: un canto a la tolerancia y a la diversidad que la lleva a imaginar un mundo donde sólo haya "personas que se besan".
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