sábado, 16 de enero de 2016

No es mi tipo (2013)




Título original: Pas son genre
Director: Lucas Belvaux
Francia/Bélgica, 2013, 111 minutos

La peluquera kantiana

No es mi tipo (2013) de Lucas Belvaux


En Le mari de la coiffeuse (1990) Patrice Leconte explicaba la historia de un hombre que, debido a una vivencia que le marcó profundamente durante su adolescencia, sentía una desmesurada atracción hacia una peluquera. Algo similar ocurre en la última película del realizador belga Lucas Belvaux, quien ha adaptado, escrito y dirigido No es mi tipo a partir de la novela homónima de Philippe Vilain.

En este caso es Clément (Loïc Corbery), un joven profesor de filosofía parisino, quien, habiendo sido destinado a Arrás durante un año, acaba manteniendo una relación con Jennifer (Émilie Dequenne): divorciada, madre de un niño llamado Dylan, fan del karaoke y peluquera. Un abismo social y cultural media entre ellos, pero aun así nace la atracción. Él le leerá a Kant, a Dostoyevski, a Steinbeck, a Zola... y ella le enseñará quién es Jennifer Aniston.

El filme plantea el eterno dilema entre capital y provincia, algo muy arraigado en un país tan centralista como Francia, pero también la oposición entre lo cerebral y lo pasional, entre refinamiento cultural y cultura de masas. Y sobre todo la pregunta del millón: ¿hasta qué punto es factible una relación sentimental entre polos opuestos? A medida que se vayan conociendo, surgirán las inevitables incompatibilidades: la susceptibilidad de Jennifer al sentirse en ocasiones ninguneada por monsieur le professeur; la vergüenza de Clément a la hora de presentar a Jennifer a sus conocidos...

Clément / Jennifer


Aunque, todo hay que decirlo, se hace evidente una indisimulada toma de partido en favor de la peluquera, cuando un enfoque más imparcial habría enriquecido notablemente la trama. Véase, si no, la escena en la que la pareja visita la sala de fiestas que Jennifer y sus compañeras de trabajo suelen frecuentar: con aires de pato mareado, Clément se siente fuera de lugar. Más aún: se diría que incluso molesto por tener que rebajarse a hacer algo que a todas luces le resulta incómodo (pese a que, al final y a regañadientes, participe de la fiesta). O ¿qué decir de sus engreídos padres, quienes, rozando la caricatura, se burlan del hijo por haber aceptado un puesto en la pueblerina Arrás? Ella, en cambio, se declara lectora habitual de las novelas de Anna Gavalda, cree que nunca hay que dejar un libro a medias ("por respeto al trabajo del autor") y aceptará con gusto leer clásicos como El idiota o La perla. No están, por lo tanto, en plano de igualdad: ella es más persona y él, más cliché.

Otro punto flaco es el título del filme. Cuánto más habría ganado siendo El filósofo y la peluquera (parece un título de Rohmer o de Truffaut) o simplemente La peluquera kantiana, como la llama Clément, no se sabe si afectuosa o irónicamente, por opinar igual que el filósofo alemán en la Crítica de la razón práctica. Pero, claro, ya se sabe: por imperativo de las leyes de mercado (y de los productores cinematográficos), la adaptación de una novela de éxito debe mantener el mismo título para asegurarse que sus lectores vayan también a ver la película.

En cuanto a los aspectos más técnicos, en esta su última película Lucas Belvaux usa y abusa de la elipsis expresiva: el protagonista recibe en su casa la carta de traslado, reniega en voz alta y, ya en el plano siguiente, le da la réplica su superior en un despacho del Ministerio. Es sólo un ejemplo de un recurso ingenioso, nadie lo pone en tela de juicio, pero que, como todo en esta vida, pierde efectividad cuando se utiliza en exceso.

Y, por último, en lo referente al resto de actores que forman el reparto, cabe destacar la presencia de la cantante francocamerunesa Sandra Nkaké, que interpreta a Cathy, una de las compañeras de trabajo y amigas íntimas de Jennifer.

De izquierda a derecha: Lucas Belvaux, Émilie Dequenne y Loïc Corbery
en el Festival du film romantique de Cabourg, donde fueron premiados
 con el Swann de oro, en junio de 2014

2 comentarios:

  1. Sembla molt interessant. L'eterna pregunta si la filosofia és una porta cap a la felicitat o potser quelcom que t'impedeix gaudir d'ella de forma espontània. Gràcies Juan de part d'un professor de filosofia!

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    1. Estem d'acord. Tot i que el plantejament donava més de sí i sembla que Lucas Belvaux no s'hagi atrevit a anar més enllà. Gràcies pel teu comentari, Marc. Una abraçada filosofal!

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