sábado, 9 de enero de 2016

El niño que era un rey (2011)




Título original: Момчето, което беше цар
Director: Andrey Paounov
Bulgaria/Alemania, 2011, 90 minutos

Simeón de Bulgaria: antes y ahora


Este interesantísimo documental se adentra en la historia de Simeón de Sajonia-Coburgo-Gotha o Simeon Saxecoburggotski o, entre nosotros, Simeón II de Bulgaria, quien, habiendo sido coronado rey de su país con apenas seis años (su padre, Boris III, aliado de Hitler, había muerto en extrañas circunstancias el 28 de agosto de 1943), tendría que exiliarse junto con su familia poco después tras la instauración del comunismo.


Lo insólito del caso es que, habiendo pasado la mayor parte de su vida en el extranjero (muchos años en Madrid, por cierto, donde se casó con la española Margarita Gómez-Acebo), se convertiría en Primer Ministro del Gobierno búlgaro entre 2001 y 2005 al frente del Movimiento Nacional para la Estabilidad y el Progreso. Prometió cambiar radicalmente el país en menos de 800 días, pero...

Pero el olor de multitudes con el que fue recibido dio paso pronto al descontento generalizado de sus compatriotas. Son de lo más elocuente, en ese sentido, las palabras de un anónimo ciudadano que muestra los tatuajes monárquicos que se hizo en su momento y de los que ahora abomina, acusando a Simeón de corrupto y de no haber hecho más que esfuerzos por recuperar su antiguo patrimonio.

En los dedos de este búlgaro decepcionado puede leerse "Zar"

Simeón se justifica: "Obama es más joven y brillante que yo, pero no ha podido llevar a cabo todos los cambios que la gente le pedía (la paz en Irak, en Afganistán...). Así que cómo voy a cambiar yo solo Bulgaria..." Y una y otra vez recuerda que su vida ha sido un cúmulo de circunstancias por el que a menudo se ha sentido arrastrado. En unas imágenes de archivo de los años sesenta, un periodista americano le echa en cara que se dedique a los negocios... En 2005, un grupo de periodistas a pie de calle le preguntan si va a abandonar el país... En un caso y en otro, él se defiende con la misma seguridad: tanto como rey en el exilio como ejerciendo de Primer Ministro de una república al borde del colapso, Simeón es un hombre que nunca deja indiferente.

De todas formas, aún le quedan admiradores, como aquella señora que le confecciona un traje con cuantiosos bolsillos (¿ironía o inocencia?) o el matrimonio japonés que compone un himno en su honor. Hay que decir que el director Andrey Paounov demuestra tener bastante sentido del humor al seleccionar a semejantes personajes, quizá porque más vale no tomarse muy en serio los usos y abusos de la mitomanía.

Una joven se hace tatuar el rostro de Simeón en la espalda

En todo caso, a los cuatro abueletes nostálgicos que se reúnen en una habitación cochambrosa para celebrar las sesiones del Partido Comunista no parece haberles ido mucho mejor. Es como si Paounov se preguntase si realmente alguien logró escapar a la vorágine ultraliberal que, tanto en Bulgaria como en los demás países de la región, se cebó con la población tras la caída del telón de acero.

Andrey Paounov

No hay comentarios:

Publicar un comentario