Título original: Rosemary's Baby
Director: Roman Polanski
EE.UU., 1968, 137 minutos
La semilla del diablo (1968) de Roman Polanski |
Rosemary y Guy Woodhouse habían firmado el contrato de un apartamento de cinco habitaciones, situado en una casa de líneas geométricas de la Primera Avenida, cuando recibieron recado de una tal señora Cortez, de que en la casa Bramford había quedado libre un piso de cuatro habitaciones. Vieja, negra y elefantina, la casa Bramford parece una conejera, con pisos de techos muy altos, apreciada por sus chimeneas y sus detalles ornamentales victorianos. Rosemary y Guy habían figurado en la lista de solicitantes desde que se casaron, pero al final perdieron toda esperanza.
Ira Levin
La semilla del diablo
Traducción de Enrique de Obregón
Aparte del entonado por Massiel en Eurovisión, 1968 dejó para la posteridad otro Lalalá de connotaciones mucho más perversas: el que acompaña los títulos de crédito de Rosemary's Baby. Una voz angelicalmente candorosa que no es otra sino la de la propia Mia Farrow. Y que, unida a esa majestuosa panorámica sobre la arboleda de Central Park que desemboca en un ángulo en picado sobre el edificio Dakota, nos da el tono exacto para afrontar una película de las que marcan época. Sobre todo porque se acabaría convirtiendo en el involuntario preludio del asesinato de Sharon Tate, esposa de una joven promesa de origen polaco que daba, por aquel entonces, sus primeros pasos como afamado cineasta de prestigio internacional.
Comparada con la obra de Ira Levin en la que se inspira, sorprende el enorme grado de fidelidad de la cinta respecto a un texto que podría pasar perfectamente por su novelización (más que por un relato original) si no fuera porque el libro se publicó un año antes del estreno de la película. A este respecto, su lectura esclarece detalles susceptibles de pasar inadvertidos, como la aparición en sueños de Jackie Kennedy, y que Polanski respeta incluyendo, durante la secuencia de la pesadilla de Ro, a una doble de enorme parecido físico con la ex Primera Dama.
Luego está esa vieja pareja de vecinos entrometidos, en apariencia ancianitos venerables, siempre dispuestos a acudir en auxilio del joven matrimonio del apartamento de al lado, ya sea con batidos vitamínicos para la embarazada primeriza o pastelillos blancuzcos de dudosa procedencia… Ruth Gordon (esposa en la vida real del reputado guionista Garson Kanin) se haría aquel año con el Óscar a la mejor actriz secundaria por su brillante interpretación de la metomentodo señora Castevet; en cambio, parece ser que la relación entre Polanski y su protagonista masculino, un John Cassavetes acostumbrado a dirigir sus propias películas (sufragadas con trabajos alimenticios, como el papel de Guy Woodhouse) no fue precisamente fluida.
En cualquier caso, un elemento clave de La semilla del diablo es cómo el terror irrumpe en lo cotidiano, sin necesidad de recurrir a componentes excesivamente sobrenaturales, más allá de fugaces referencias luciferinas como la pestilente raíz de tannis o los aquelarres en casa de Roman y Minnie. Nimiedades. Porque lo verdaderamente inquietante de esta historia debe leerse entre líneas: la alusión velada a la existencia de una hermandad secreta conspiradora, con ramificaciones en todas las esferas de la sociedad, capaz de acceder y hasta de influir sobre los círculos de poder, cuyos miembros, “todos brujos”, poseen la habilidad de conseguir hasta el más insólito de sus propósitos. Incluso que una mortal, en el Año Uno de la nueva era (junio del 66), alumbre al Anticristo.
Ua de les pelis que m'ha fet més por de jove, l'altra és 'Las diabólicas' del Clouzot, per cert.
ResponderEliminarProbablement perquè prescindeix d'efectes especials, cosa que la fa més real.
EliminarTerrorífica, magistral.
ResponderEliminarCiertamente, Ricard: ésas son las palabras que mejor definen una obra maestra en su género.
EliminarSaludos
Hola Juan!
ResponderEliminarHas estado genial uniendo a Massiel con Farrow...jeje Tantas veces vista y me sigue provocando miedo e incertidumbre. Esa vecina por la mirilla...
Cuando visitamos estas vacaciones el famoso edificio no dejaban de asaltarme dos historias, por un lado el asesinato de Lennon y por el otro la peli de Polanski.
Por cierto, Elisha Cook Jr, uno de los clasicos secundarios.
Saludos!
Me pregunto cómo debían de ser las reuniones de vecinos en ese edificio o cómo habrían reaccionado los Castevet si el presidente de turno de la comunidad de propietarios propusiera una derrama para arreglar el ascensor o pintar la fachada...
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