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viernes, 28 de febrero de 2025

Fugitivos (1958)




Título original: The Defiant Ones
Director: Stanley Kramer
EE.UU., 1958, 96 minutos

Fugitivos (1958) de Stanley Kramer


Pocas películas se prestan a tantas lecturas alegóricas como The Defiant Ones (1958), alegato antirracista con el que Stanley Kramer escenificaba las continuas tensiones entre negros y blancos en el seno de la sociedad norteamericana. De ahí que su pareja protagonista (Sidney Poitier y Tony Curtis), dos presidiarios que se dan a la fuga pese a estar encadenados el uno al otro, simbolice la necesidad de entendimiento, aunque sólo sea para garantizar la convivencia. Consciente del alcance de semejante planteamiento, la industria quiso premiarlo con un par de Óscar (Mejor Guion, Mejor Fotografía).

Vista con la perspectiva del tiempo, puede que hoy resulte una propuesta un tanto facilona e incluso algo tramposa, pero lo cierto es que sigue funcionando a nivel dramático, con esos dos prófugos que, al simbolizar mundos teóricamente opuestos, se odian a muerte. Sin embargo, el mero instinto de supervivencia les enseñará que, además de necesitarse el uno al otro, tienen más puntos en común de lo que a priori cabría pensar.



Así pues, si Cullen (Poitier) es un hombre resentido contra el sistema que lo condenó injustamente para separarlo de su esposa y de su hijo, Joker (Curtis) no le va a la zaga en cuanto a resquemor se refiere, en su caso contra los señoritos a quienes debía dar las gracias continuamente cuando trabajaba de aparcacoches en un hotel de lujo. Una madre soltera (Cara Williams) estará a punto de cautivar a Joke con los cantos de sirena de lo que supondría una idílica vida familiar para ambos, pero el hombre, que ya ha superado sus prejuicios iniciales, prefiere anteponer la honradez por encima de cualquier otra consideración de orden egoísta.

También los agentes que se ocupan de darles caza responden a perfiles opuestos: típicamente segregacionista, en el caso del capitán Gibbons (Charles McGraw), y mucho más humanitario, empeñado en mostrarse respetuoso con los perseguidos, al margen de su raza, en el del sheriff Max Muller (Theodore Bikel). Por no hablar de Big Sam (Lon Chaney Jr.), capaz de enfrentarse a sus vecinos con tal de evitar un linchamiento. Todo bastante "didáctico", como puede observarse, en una época, en plena lucha por los derechos civiles, en la que los sectores más progresistas de Hollywood aspiraban a educar al público a través del cine.



miércoles, 27 de mayo de 2020

Atraco al furgón blindado (1950)




Título original: Armored Car Robbery
Director: Richard Fleischer
EE.UU., 1950, 67 minutos

Atraco al furgón blindado (1950)
de Richard Fleischer

Seis años antes de que Kubrick estrenase The Killing (1956) ya hubo una cinta policíaca de serie B cuyo desenlace transcurría en un aeropuerto, de noche, y con un maletín repleto de billetes que acaban desparramados por el suelo. Y no es la única coincidencia, puesto que ambas narran un golpe milimétricamente cronometrado que se termina echando a perder en el último momento. Porque el cine negro sería muy tortuoso y todo lo enardecedor que se quiera, eso nadie lo pone en duda, pero el imaginario del que beben sus obras resultaba, cuando menos, repetitivo.

En los inicios de su prolífica carrera, el incombustible Richard Fleischer rodó para la RKO éste y otros títulos de similar factura, todos ellos de bajo presupuesto y altísima calidad artística. Filmes de corte detectivesco entre los que, amén de Armored Car Robbery, destacan Ven tras de mí (Follow Me Quietly, 1949) o Testigo accidental (The Narrow Margin, 1952). Historias que apenas sobrepasaban la hora de duración, ya que su destino habitual era servir de complemento en algún programa doble.



Adusto y corpulento, el teniente Cordell (Charles McGraw) no cesará hasta vengar la muerte de un compañero fallecido en acto de servicio, aunque para ello tenga que seguir muy de cerca los pasos del escurridizo Dave Purvis (William Talman) y su amante cabaratera Yvonne LeDoux (Adele Jergens), a la que el agente llega a instalar micrófonos ocultos en su propio camerino.

A pesar de lo condensado de la trama, Fleischer la dirige con la solvencia habitual en él, incidiendo en aspectos un tanto sensacionalistas para la época (como esa violencia incipiente, pero, al mismo tiempo, omnipresente), y una puesta en escena sobria, basada en un montaje trepidante que tiene algo de contrarreloj.


domingo, 19 de abril de 2015

Testigo accidental (1952)




Título original: The Narrow Margin
Director: Richard Fleischer
EE.UU., 1952, 71 minutos

Testigo accidental (1952) de Richard Fleischer


En este film noir de serie B, Frankie Neal, la esposa de un mafioso que ha decidido declarar contra las malas artes del sindicato del crimen, se ve obligada a viajar de incógnito para evitar que la asesinen. Por eso tiene que ser escoltada por el sargento de la policía Walter Brown mientras viaja en tren desde Chicago hasta Los Ángeles para testificar en el juicio. Aun así. la mafia acabará cruzándose en su camino...

Parece mentira cómo, en los apenas setenta minutos que dura Testigo accidental, el siempre avispado Richard Fleischer fue capaz de condensar una trepidante historia que no por plagada de tópicos resulta menos eficaz. Curiosamente, esta The narrow margin (título original) presenta algunas similitudes con un par de películas de Alfred Hitchcock, una anterior y otra posterior a su realización.

Alarma en el expreso (The Lady Vanishes, 1938) también transcurre a bordo de un tren e igualmente construye su trama a partir de un personaje femenino, en este caso la rica ancianita que misteriosamente desaparece durante el viaje.

La otra película es Con la muerte en los talones (1959) y todo parece indicar que el mago del suspense se inspiró en un par de detalles de la película que Fleischer había rodado siete años antes. Por ejemplo, la escena en la que, fingiendo conocerla, Cary Grant se sienta en la mesa de Eva Marie Saint al huir de la policía aparece ya en Testigo accidental, solo que en esta ocasión es el sargento Brown quien pone en práctica dicha estrategia para escabullirse de los mafiosos. De modo similar, en un momento determinado se insinúa que en el interior de la litera desplegable del compartimento en el que viaja la señora Neal podría esconderse alguien, cosa que sí que llegará a hacer Cary Grant, para su incomodidad, en North by Northwest.

Sea como fuere, Richard Fleischer demuestra tener pulso e ingenio en la dirección de un film modesto, pero efectivo. Así lo atestiguan las diversas ocasiones en las que se juega con el ruido del traqueteo del tren, confundiéndolo o haciéndolo coincidir con otros ruidos similares: una mujer limándose las uñas, el teclear de una máquina de escribir... No resulta sorprendente, pues, que pudiera ser del agrado del mismísimo Hitchcok (que ya es decir...)











El reflejo en la ventanilla de otro tren será de vital ayuda para Brown