miércoles, 29 de enero de 2020

Fuga (2018)




Directora: Agnieszka Smoczynska
Polonia/República Checa/Suecia, 2018, 102 minutos

Fuga (2018) de Agnieszka Smoczynska

De haberse estrenado durante la etapa comunista, probablemente un filme como Fuga habría sido objeto de interpretaciones alegóricas de todo tipo a propósito de la alienación del individuo frente al todopoderoso engranaje de un Estado totalitario. Sin embargo, su recepción en un momento como el presente debiera ser, cuando menos, distinta, teniendo en cuenta que la Polonia de hoy en día es miembro de pleno derecho de la Unión Europea y, a priori, una sociedad democrática y del bienestar.

No obstante, la actual deriva hacia posiciones ultraconservadoras en el seno de una nación tradicionalmente católica, así como el desencanto de buena parte de la ciudadanía polaca tras treinta años de capitalismo salvaje, se intuyen en el trasfondo de una película cuya protagonista adolece de una amnesia tan repentina como reveladora.



En ese orden de cosas, Kinga (Gabriela Muskala) no es capaz de recordar ni su identidad ni quiénes son sus familiares más directos, pero sí que se acuerda, en cambio, una vez que regresa junto a su esposo e hijo, de detalles en apariencia más nimios como, por ejemplo, dónde se encuentran los fusibles de la casa o el pin de su tarjeta de crédito. Es la suya, por tanto, una desmemoria muy particular, altamente selectiva, señal inequívoca de que se marchó de aquel espacio porque ni soporta ni se identifica ya con un entorno en el que definitivamente ha dejado de encajar. 

Aun así, es cierto que conecta algo más con el hijo, quizá porque ambos comparten una visión similar de la realidad (el niño por su inocencia y ella por estar de vuelta de todo), pero eso no significa que Kinga vaya a cambiar de actitud, pese a que la mujer haya vuelto a mantener relaciones sexuales con un marido por el que jamás ha llegado a sentir nada. No sabemos de dónde viene cuando, en el prólogo, la vemos salir del interior de un túnel del metro para, acto seguido, orinarse en el andén ante la mirada atónita de los usuarios; como tampoco sabremos nunca adónde se dirige al final, mientras su silueta se aleja campo a través hasta perderse en el infinito, esta vez para siempre.

"Lovers are strangers"

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