Título original: The Substance
Directora: Coralie Fargeat
Francia/Reino Unido, 2024, 141 minutos
La sustancia (2024) de Coralie Fargeat |
Antes que una versión en clave feminista de El retrato de Dorian Gray o incluso de Dr Jekyll y Mr Hyde, la última película de la francesa Coralie Fargeat (París, 1976) es, sobre todo y por encima de cualquier otra consideración, un suculento pastiche repleto de referencias cinéfilas. Basta ver la moqueta de ese largo pasillo que conduce al plató televisivo para pensar de inmediato en el hotel Overlook de El resplandor (The Shining, 1980). O la horrenda apariencia de la protagonista, ya en el tramo final de la cinta, para acordarse del deforme John Merrick en El hombre elefante (The Elephant Man, 1980).
Y eso son sólo un par de ejemplos, tal vez los más evidentes, porque si se sigue rascando resulta más o menos fácil hallar conexiones con títulos tan emblemáticos como Psicosis (Psycho, 1960), La posesión (Possession, 1981) o Alien (1979) y otros más recientes, caso de The Neon Demon (2016) y hasta American Beauty (1999). Dejamos a cada cual la oportunidad de descubrir qué hay de todas ellas en este festival de sangre y vísceras.
Guiños que alcanzan la categoría de cita cuando suena de fondo la música de Vértigo (1958) o los primeros compases de Así hablaba Zaratustra. Y es que tanto la primera como 2001: una odisea del espacio (1968) comparten, respectivamente, con el filme que nos ocupa el tema de las dos mujeres que en realidad son la misma y, por otra parte, el hecho de que la criatura (Margaret Qualley), al igual que hacía HAL 9000 en la obra cumbre de Kubrick, se acaba rebelando contra su propia matriz.
Hay, además, todo un discurso de fondo contra la esclavitud que supone para el sexo femenino el hecho de vivir supeditadas a unos estándares de belleza que fomentan a ultranza la juventud y la esbeltez, condenando a la invisibilidad, a partir de los cincuenta, a todos aquellos cuerpos que no se ajusten a los cánones impuestos por los medios y la sociedad de consumo en su conjunto. Circunstancia que queda hasta cierto punto compensada considerando que la ya sexagenaria Demi Moore (nadie lo diría con lo bien que luce a sus 61 primaveras) se mete en la piel de Elisabeth Sparkle, vieja gloria que se deja seducir por la promesa rejuvenecedora de una sustancia milagrosa.