sábado, 29 de julio de 2023

La quiniela (1960)




Directora: Ana Mariscal
España, 1960, 84 minutos

La quiniela (1960) de Ana Mariscal


«—¿Trae algo nuevo el periódico? —Sí, la fecha...» Los diálogos de La quiniela (1960) están repletos de réplicas que, como la que encabeza estas líneas, evidencian un humor blanco de lo más entrañable. Como encantadora resulta la figura de Ana Mariscal (1923-1995), actriz y cineasta que el próximo 31 de julio hubiese cumplido cien años. Su filmografía como directora, nunca lo suficientemente reivindicada, había arrancado con la comedia de ambientación madrileña Segundo López, aventurero urbano (1953), primero de una decena larga de títulos entre los que destacan Con la vida hicieron fuego (1959) o El camino (1964), adaptación cinematográfica de la novela homónima de Miguel Delibes.

Entre bromas amables y situaciones de lo más ocurrente, el trasfondo futbolístico de la cinta que nos ocupa deja entrever, sin embargo, uno de los rasgos habituales en cualquier sociedad subdesarrollada: la obsesión por salir de pobre. En ese sentido, llama poderosamente la atención el hecho de que su protagonista, un venerable ancianito que responde al nombre parlante de don Cándido Palomo y García (Joaquín Roa), viva por completo ajeno a la pasión por el deporte rey de cuantos le rodean, hasta que un compañero de trabajo, el oportuno Olmedilla (Erasmo Pascual), le pide que le ayude a rellenar el boleto para los partidos del próximo domingo.



Aunque no es el fútbol la única manía que aparece aquí descrita, gracias al magistral guion de Agustín Valdivieso con diálogos adicionales de Tono de Lara y Luis Ligero, sino que también queda patente la adicción de la joven Elisita (Isana Medel) a las novelas románticas y a los seriales radiofónicos. Una ensoñación recurrente, encarnada por el apuesto Leonardo Mendoza (Rafael Durán), cuyo origen más plausible cabría buscarlo en el afán escapista de quien ansía evadirse de la cruda realidad diaria. La misma que obliga a la sufrida doña Elisa (Rafaela Aparicio) a hacer malabarismos para poder llenar la cesta de la compra en un mercado donde la gente se agolpa en torno a un puesto porque una señora (¡cosa insólita!) está comprando carne...

Por otra parte, la propia Ana Mariscal se reserva un pequeño papel, concretamente el de la solterona Berta, mujer en principio condenada a una existencia gris en la modesta casa de huéspedes regentada por don Cándido, pero a la que la vida tal vez depare una última oportunidad. En todo caso, el penúltimo plano de la película, una mano que sube el volumen del televisor a través del cual se está retransmitiendo un partido, denota una gran audacia (quien vea la escena y su contexto entenderá por qué) por parte de una directora avanzada a su tiempo.



viernes, 28 de julio de 2023

El beso del asesino (1955)




Título original: Killer's Kiss
Director: Stanley Kubrick
EE.UU., 1955, 68 minutos

El beso del asesino (1955) de Stanley Kubrick


Aun teniendo sus defectos, Killer's Kiss (1955) confirmaba los augurios del joven talento que un par de años antes había firmado la muy prometedora (pese al juicio extremadamente negativo del propio Kubrick) Fear and desire (1953). Se trata, como suele decirse en estos casos, de un sobrio ejercicio de cine negro cuyo mérito principal reside más en la forma (un larguísimo flashback de una hora narrado por la voz en off del protagonista) que en el contenido.

El argumento de la cinta gira en torno a Davey Gordon (interpretado por Jamie Smith), una vieja gloria del boxeo venida a menos que, tras salir en defensa de su vecina Gloria (Irene Kane), se ve envuelto en problemas con el caduco capo mafioso Rapallo (de nuevo Frank Silvera, uno de los soldados de la ya mencionada Fear and desire), que hasta ese momento la protegía. Es la historia, por tanto, de dos perdedores que deciden unir sus destinos para rebelarse contra las penalidades de una oscura existencia en los barrios bajos neoyorquinos.



Sin embargo, decíamos más arriba que lo verdaderamente destacable de la película cabe buscarlo en el apartado técnico. En primer lugar, por un uso de la profundidad de campo, por ejemplo en la forma en que está filmado el interior del apartamento de Davey, con la habitación de Gloria al fondo, deudor en buena medida de los avances introducidos por Gregg Toland a partir de Ciudadano Kane (1941). Aunque los parecidos razonables con el estilo de Orson Welles podrían hacerse extensibles a la forma en que Kubrick rueda en las calles, a veces con cámara oculta, haciendo un uso del trávelin lateral que parece avanzarse al complejo plano secuencia con el que se abrirá Sed de mal (1958). Por no mencionar, además, la potente escena de los maniquíes, visualmente emparentada con la sala de espejos de La dama de Shanghái (1947) y en la que, por otra parte, los hachazos propinados por el malévolo Rapallo anuncian al Jack Torrance de El resplandor (1980).

En definitiva, quien estaba llamado a ser uno de los directores más influyentes de todos los tiempos hacía probaturas (atención a la secuencia onírica o al número de ballet ejecutado por la que entonces era su esposa, Ruth Sobotka) que, al fin y a la postre, le iban a servir para encontrar su propia voz, cimentando un estilo personal e inconfundible que, por imposiciones comerciales, aquí se cerraba con un poco convincente happy ending ajeno al habitual pesimismo del que haría gala el cineasta a lo largo de su posterior carrera.



jueves, 27 de julio de 2023

Miedo y deseo (1953)




Título original: Fear and desire
Director: Stanley Kubrick
EE.UU., 1953, 62 minutos

Miedo y deseo (1953) de Stanley Kubrick


La que pasa por ser la primera película de Kubrick (si no se tienen en cuenta los cortos que éste había dirigido con anterioridad) fue tan reiteradamente denostada por su propio autor que una corrosiva aura de filme maldito la persigue desde entonces. Y, sin embargo, los apenas sesenta minutos que dura Fear and desire (1953) contienen en esencia los temas y obsesiones que recorrerán el resto de su filmografía. Tal sería el caso, por ejemplo, del absurdo sacrificio al que se sienten sometidos los soldados protagonistas y que prefigura el antibelicismo de Senderos de gloria (1957) o La chaqueta metálica (1987). Por no hablar de la enajenación mental que refleja el rostro de Sidney (Paul Mazursky) cuando lo dejan a solas con la candorosa muchacha (Virginia Leith) que han capturado en el bosque: él tiene algo de la locura que años más tarde manifestará Jack Nicholson en El resplandor (1980) mientras que ella se encuentra a medio camino entre la inocencia de Christiane Kubrick en la escena final de la ya mencionada Paths of Glory y la tentadora belleza de Sue Lyon en Lolita (1962).

En cualquier caso, la insistencia que demuestra el cineasta en el uso del primer plano delata los orígenes del joven Kubrick como fotógrafo de la prestigiosa revista Look, algo que contrasta con la visión de conjunto que se ofrece de los cuatro oficiales, expuestos a la tensión de un acuciante enemigo invisible que pudiera recordar al ejercicio de terror claustrofóbico ensayado por John Ford en La patrulla perdida (1934). Aun así, conforme avance la acción se irá perfilando la personalidad de cada uno de ellos hasta dejar al descubierto sus respectivas debilidades. Así pues, si Sidney sucumbe a la presión ambiental, el teniente Corby (Kenneth Harp) hace gala, en cambio, de un cinismo rayano en la pedantería que no obstante no le impide manifestar agudas reflexiones en torno a la suerte de unos hombres cuyo destino se asemeja al de islas a la deriva.



Por otra parte, Kubrick demuestra su maestría al hacer de la necesidad virtud, de modo que el escaso presupuesto de la cinta, causante de que algunos actores tuviesen que interpretar más de un personaje, acaba dando pie a soluciones que enriquecen la trascendencia de la trama con lecturas más profundas. De ahí, quizá, que el general y su acólito tengan la misma apariencia que los militares del ejército rival, lo cual se puede interpretar como una forma de insistir en que, por más que se maten en el campo de batalla (impresiona, a este respecto, la sinceridad del alto mando al admitir: "¡He cavado una tumba para los demás!"), unos y otros son al fin y al cabo "iguales".

Asimismo, el hecho de que la película no describa un conflicto en concreto, sino que se desarrolle, como señala en el prólogo la voz en off de David Allen, en nuestra mente, confiere al relato una vigencia universal, válida en todas las épocas y lugares. En consecuencia, la heroicidad y demás monsergas promovidas por el estamento castrense se difuminan aquí en favor de sentimientos mucho más humanos como el miedo y la duda.



viernes, 21 de julio de 2023

Aucun regret (2016)




Título en español: Sin arrepentimientos
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2016, 23 minutos

Aucun regret (2016) de Emmanuel Mouret


Los veintitrés minutos que dura Aucun regret (2016) comienzan con una presentación del espacio en el que van a desarrollarse los hechos. Tarea relativamente sencilla, puesto que se trata de la ciudad de Marsella, lugar de nacimiento del director Emmanuel Mouret. Concretamente, la acción se sitúa en la Escuela de Bellas Artes, siendo su protagonista una alumna de dicha facultad. Lo curioso del caso es que la voz en off, en un acto de distanciamiento metacinematográfico, informa al espectador de que no es ella la persona que vemos en pantalla, sino una actriz que ha sido contratada a tal efecto.

Huelga decir que, como en la práctica totalidad de la filmografía de Mouret, el nudo de la trama vuelve a centrarse en los entresijos de una relación sentimental, la que mantienen Aurélie (Katia Miran) y Olivier (Mathieu Metral), ambos universitarios. En principio, nada tendría de especial lo que ocurre entre estos dos jóvenes si no fuera porque al muchacho le precede una fama de donjuán incorregible. Circunstancia esta última a propósito de la cual Aurélie es puntualmente informada por su buena amiga Célia (Fanny Sidney).



Entre filosófica y literaria, la aproximación a semejante flirteo abunda en aforismos que se cuelan en unos diálogos donde pueden escucharse perlas del tipo "La certeza es enemiga de la verdad" o "No son las direcciones lo que importa, sino vivir plenamente cada desvío que tomemos".

Aunque lo cierto es que, a pesar de su enfoque intelectual, son las reflexiones más profundamente humanas (y, por ende, más contradictorias) las que acabarán primando en este dilema moral a propósito de los sentimientos amorosos. Así pues, en la escena clave del cortometraje, Célia se siente responsable por haber contribuido a evitar una hipotética historia de amor, mientras que Aurélie, una vez confirmada la volubilidad del chico, finge no albergar dolor alguno tras sentirse utilizada por Olivier.



jueves, 20 de julio de 2023

Laissons Lucie faire ! (2000)




Título en español: ¡Dejemos que Lucie se encargue!
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2000, 91 minutos

Laissons Lucie faire ! (2000) de Emmanuel Mouret


Por enésima vez, el director e intérprete Emmanuel Mouret se montaba otro de sus divertimentos sentimentales, esta vez en torno a una bella muchacha (Marie Gillain) que vende bikinis en las playas de Marsella y el tontaina de su novio (el propio Mouret), un aspirante a gendarme y después a agente secreto que, al mismo tiempo que intenta culminar con éxito la misión que le han encomendado, tendrá sus más y sus menos con otras tentadoras señoritas que se cruzan en su camino.

Ya desde los títulos de crédito, una colorista animación que contiene y asimismo anuncia los elementos principales de la trama, se aprecia el carácter naíf de una cinta que aspira a ser parodia de varias cosas a la vez. Por ejemplo de los filmes de espías a lo James Bond, eso sin duda, pero también del cine del maestro Rohmer, con el que tantas veces se ha comparado a Mouret. Hay de hecho un momento, durante los primeros minutos de la película, en que el protagonista intenta besar la rodilla de Lucie en clara alusión a Le genou de Claire (1970).



Y así, haciendo gala de un estilo fresco y estival, decididamente desenfadado, los personajes de Laissons Lucie faire ! (2000) se enamoran y se desenamoran mientras intentan que su largo noviazgo de nueve años no se eche a perder por culpa de terceros. Lo cual afecta a ambos por igual, ya que ella suele soñar recurrentemente con un atractivo joven que la hace reír mientras duerme.

En consonancia con el juego de palabras que encierra el título (en francés, "Lucie faire" suena como Lucifer), el guion deja entrever una cierta idea del amor romántico en detrimento de las muchas tentaciones que acechan continuamente a la pareja. A este respecto, y aunque esa palabra pueda parecer un tanto excesiva, la "tesis" de fondo abogaría por la plena confianza entre los enamorados, quienes tienen que acabar siendo amigos además de amantes si quieren que su relación sea plenamente satisfactoria.

atracción + Amistad = Amor


miércoles, 19 de julio de 2023

Morir de día (2010)




Directores: Laia Manresa i Sergi Dies
España, 2010, 98 minutos

Morir de día (2010) de Laia Manresa


El siempre lúcido Pau Riba habla en un momento determinado de Morir de día (2010) de una "guerra contra el Sistema" en la que aquellos jóvenes, los que pululaban por la Barcelona underground de finales de los sesenta y primeros setenta, tenían todas las de perder. Sin embargo, el combate, pese a la desigualdad entre sus contrincantes, se llevó igualmente a cabo dejando tras de sí unas consecuencias que el presente documental (iniciativa, como en tantas otras ocasiones, del Máster de la Universidad Pompeu Fabra) analizaba desde un posicionamiento tan insólito como valiente.

Porque los muchos testimonios que van desfilando ante la cámara coinciden en señalar que la efervescencia artística y social que se hallaba por aquel entonces en pleno auge sería literalmente borrada del mapa a partir de la Transición y, sobre todo, con el posterior lavado de imagen a que fue sometida la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos del 92.



No obstante, si hay un elemento que define la estructura del relato hasta constituir la esencia del mismo es la lectura en voz alta de textos escritos por cuatro visionarios que tuvieron la mala fortuna de fallecer prematuramente por culpa de la heroína, una droga cuyo estigma, vinculado a la marginalidad, no se corresponde en absoluto con las inquietudes intelectuales de quienes la introdujeron en la capital catalana. Y así, las palabras de Juanjo Voltas (1960-1991), Pau Malvido (1948-1994), Mercè Pastor (1950-1995) y Pepe Sales (1954-1994) dibujan un escenario bastante preciso de lo que fue la contracultura.

Hay de hecho todo un sustrato libertario que se percibe de principio a fin de Morir de día, un proyecto bautizado con un verso de Vicente Aleixandre y que el cineasta Joaquim Jordà dejó esbozado poco antes de su muerte. Laia Manresa, coguionista de la mayor parte de sus últimos trabajos, fue la encargada, junto con el montador Sergi Dies, de darle forma con la mira puesta en dejar de lado falsos mitos para así reivindicar la herencia de una generación brillantísima a la que el sida y las sobredosis condenaron a un malditismo profundamente injusto.



martes, 18 de julio de 2023

El adversario (2002)




Título original: L'adversaire
Directora: Nicole Garcia
Francia/Suiza/España, 2002, 129 minutos

El adversario (2002) de Nicole Garcia


De las tres películas basadas en el fatídico affaire Romand (aquel ciudadano francés que asesinó a los miembros de su familia justo antes de que se descubriera que había estado llevando una doble vida durante casi veinte años), L'adversaire (2002) es, sin lugar a dudas, la más truculenta de todas ellas. Entre otras cosas porque su directora, la también francesa Nicole Garcia, se ciñó con bastante fidelidad, a diferencia del enfoque un tanto libre que adoptaron, respectivamente, Laurent Cantet en L'emploi du temps (2001) y Eduard Cortés en La vida de nadie (2002), a los hechos descritos en la novela homónima de Emmanuel Carrère.

A este respecto, la cinta que nos ocupa presenta al protagonista (interpretado por Daniel Auteuil) como un hombre que rezuma tristeza. De lo cual se deduce que no le mueve tanto la vanidad, sino el temor de defraudar las expectativas que los demás han ido depositando sobre él. De ahí la lucha interna de quien se debate entre admitir su fracaso o bien preservar a toda costa la reputación de triunfador que se le presupone.



Valiéndose de una estructura con continuos saltos temporales, la acción transcurre alternativamente entre un pasado inmediato donde se prefiguran los hechos y el presente lamentable en el que se consuma la tragedia. Días grises de un individuo que se hace pasar por funcionario de la Organización Mundial de la Salud mediante un frágil sistema de equilibrios que tarde o temprano acaba saltando por los aires. Como la confianza de la esposa crédula (Géraldine Pailhas) o la de los familiares y amigos que le confiaron sus ahorros para que los invirtiese en Suiza.

Entre ese círculo de íntimos se halla el fiel Luc (François Cluzet), pero también una amante desquiciada (Emmanuelle Devos) con cuyas declaraciones a la policía se puede ir completando el rompecabezas de una trama construida en torno a una mentira. Y cuando se precipiten los acontecimientos y Jean-Marc (Auteuil) ejecute la sentencia final que se ha ido cociendo a lo largo de todo el relato (con confesión filmada en vídeo incluida) se materializará ante los ojos del espectador una atrocidad que pudiera recordar a la plasmada por Haneke en El séptimo continente (1989).



lunes, 17 de julio de 2023

El empleo del tiempo (2001)




Título original: L'emploi du temps
Director: Laurent Cantet
Francia, 2001, 134 minutos

El empleo del tiempo (2001) de Laurent Cantet


Otra de las películas inspiradas en el caso verídico de Jean-Claude Romand, aquel individuo que, incapaz de asumir que había perdido su empleo, fingió ante su familia durante casi dos años que trabajaba para la ONU. Circunstancia que, en lo tocante a L'emploi du temps (2001), carece del desenlace trágico que tuvieron los hechos en la vida real. Sin embargo, ello no fue óbice para que Laurent Cantet y su coguionista Robin Campillo ahondasen en la psicología del personaje, magistralmente interpretado por Aurélien Recoing.

Cabe destacar que la Francia que aparece retratada en la película es la zona del interior, una región gris y provinciana, alejada del glamur parisino, cuyos hoteles de carretera conoce bien Vincent (Recoing). De hecho, son muchas las ocasiones en las que ni siquiera se hospedará, prefiriendo quedarse en el aparcamiento para dormir en el coche. Miserias que contrastan con el entusiasmo que su mujer (Karin Viard) e hijos le dispensan cada vez que el supuesto ejecutivo regresa al hogar.



Pero es que además de ocultar la verdad, el protagonista también se las ingenia para pegar algún que otro sablazo a los incautos dispuestos a creer en las lucrativas inversiones que promete llevar a cabo en Suiza. Y así más o menos va trampeando hasta que topa un día con otro más listo que él. Porque resulta que Jean-Michel, interpretado por el legendario escritor anarquista Serge Livrozet (1939-2022), se gana la vida con el "negocio" de las falsificaciones, de modo que, después de desenmascararlo, no tiene inconveniente en proponerle que sea su socio.

La curiosa reflexión a la que conduce el filme de Cantet tiene que ver precisamente con la doble moral de una sociedad que compra a mitad de precio relojes, camisetas o bambas de imitación, pero que en cambio se escandaliza cuando el fraude afecta a otros ámbitos más personales. A este respecto, resultan enormemente reveladoras las palabras del hijo mayor durante la cena familiar con Jean-Michel al jactarse de que si le ofreciesen unas Reebok por cuatro céntimos las aceptaría sin pensárselo dos veces. El mismo chaval que, un poco después, se sentirá enormemente contrariado ante la mentira paterna.



domingo, 16 de julio de 2023

La vida de nadie (2002)




Director: Eduard Cortés
España, 2002, 103 minutos

La vida de nadie (2002) de Eduard Cortés


Construir toda una existencia alrededor de una invención parece tarea exclusivamente reservada para los narradores o los espías. Sin embargo, el protagonista de La vida de nadie (2002) ha logrado llevar muy lejos una compleja ficción que tiene encandilado a todo su entorno y según la cual Emilio Barrero Sánchez (José Coronado) sería un reputado economista del Banco de España, experto en inversiones y centro de una envidiable red de influencias entre las más altas esferas. Sólida doble vida, por lo menos en apariencia, pero que, no obstante, comenzará a resquebrajarse a partir del momento en el que el "modélico" padre de familia se enamore de Rosana (Marta Etura), la canguro de los niños.

Más que una simple película a propósito de un mentiroso compulsivo, el verdadero mérito de la ópera prima de Eduard Cortés reside en cómo acierta a captar la credulidad de los demás, dispuestos a tragarse el cuento de hadas que Emilio les ofrece porque ello les permite, a su vez, sentirse realizados. Así pues, la abnegada esposa (Adriana Ozores), inmersa en la ilusión de la familia feliz, da por buenas las evasivas de un marido que nunca le deja que vaya a visitarlo a su puesto de trabajo; los familiares y amigos, cegados por la codicia, esperan enriquecerse cediéndole sus ahorros para que especule con ellos; la amante, ingenua e impresionable, cree haber encontrado al hombre de sus sueños, intercesor, además, para que le concedan una cuantiosa beca de estudios. Incluso Sergio, el peque de la casa, está convencido de que su papá es todo un héroe.



Libremente inspirado en el caso del francés Jean-Claude Romand, quien engañó durante casi dos décadas a sus familiares antes de terminar asesinándolos, el guion del propio Cortés y su colaborador habitual Piti Español suaviza el desenlace al tiempo que introduce pequeños guiños que conectan la trama con la realidad. Por ejemplo a través del señuelo de Fabián Estapé y su libro de memorias Sin acuse de recibo (Plaza y Janés, 2000). O más a nivel anecdótico cuando, al revisar una antigua orla de licenciados, Emilio menciona a un "gamberro" llamado José Luis Alcaine, nombre del prestigioso camarógrafo que se encargó también de la dirección de fotografía en esta película.

Sea como fuere, lo cierto es que esta misma historia, tan asombrosa como verídica, dio pie por aquel entonces, con pocos años de diferencia, a otros dos filmes, ambos franceses: El empleo del tiempo (L'emploi du temps, 2001) de Laurent Cantet y El adversario (L'adversaire, 2002) de Nicole Garcia.



sábado, 15 de julio de 2023

La luna negra (1989)




Director: Imanol Uribe
España/Portugal/Italia/Alemania, 1989, 85 minutos

La luna negra (1989) de Imanol Uribe


La práctica totalidad de comentarios que se pueden encontrar en la red a propósito de La luna negra (1989) coinciden en dos cosas. Por una parte, se la compara invariablemente con cintas de género como El exorcista (1973) o La profecía (1976); por otra, hay bastante unanimidad en considerarla una rara avis o incluso uno de los títulos de culto del cine español de terror. Lo primero sería consecuencia de haber incluido a una niña como parte activa en una trama de temática satánica. En cambio, lo de filme a reivindicar tiene más que ver con la revalorización experimentada durante los últimos años de un tipo de producto no excesivamente habitual en nuestra cinematografía y que, gracias al éxito cosechado por directores como Álex de la Iglesia o Jaume Balagueró, se ha ido progresivamente poniendo de moda.

El caso es que, en un principio, tenía que haber sido Iván Zulueta quien se hiciese cargo del proyecto, si bien el vasco (fiel a su vocación de maldito) acabó desvinculándose de una historia que finalmente iría a parar a manos de su paisano Imanol Uribe. El cual, dicho sea de paso, al tratarse de un cineasta más de perfil social o político, tampoco es que tuviese una predilección excesiva por los asuntos esotéricos, como lo demuestra el hecho de que ni antes ni después haya vuelto a frecuentarlos.



Partiendo del mito hebraico de Lilit, personaje femenino que se rebeló contra el dominio de Adán, el guion de Uribe presenta una figura diabólica (interpretada por Amparo Muñoz) cuyo ascendente sobre la familia protagonista, tras haber permanecido en coma durante ocho años y trescientos once días, acarreará consecuencias funestas. En ese aspecto, el vals de La bella durmiente de Chaikovski, que suena de fondo en diversas escenas, no deja de ser un guiño en alusión al largo letargo del personaje.

Sea como fuere, lo cierto es que ésta fue la primera de las seis entregas que componían una serie televisiva, coproducida por Televisión Española junto con otros entes europeos, y que respondía al muy elocuente título de Sabbath. Aparte de la excelente fotografía de Aguirresarobe o la monumental banda sonora de José Nieto, destaca la presencia en el reparto de jóvenes promesas (José Coronado, Emma Suárez, Lydia Bosch, una debutante Cayetana Guillén Cuervo en un fugaz papel de enfermera) junto a viejas leyendas como Fernando Sancho o Fernando Guillén.



viernes, 14 de julio de 2023

Vénus et Fleur (2004)




Título en español: Venus y Flor
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2004, 76 minutos

Vénus et Fleur (2004) de Emmanuel Mouret


Un poco como ocurría en Thelma & Louise (1991) o, mejor aún, en la española Hola, ¿estás sola? (1995), el planteamiento de Vénus et Fleur (2004) consiste en juntar a dos chicas jóvenes con personalidades diametralmente antagónicas pero que, por aquello de los polos opuestos que se atraen, acaban formando un tándem muy bien avenido. La obsesión de ambas pasa por encontrar al hombre de sus sueños y a ello se dedicarán durante el verano que pasan juntas en Marsella, en una casa a orillas del mar.

Vénus (Veroushka Knoge) dejó atrás su San Petersburgo natal en busca de un amor que se esfumó al llegar a Francia. Pero, aun así, no pierde la esperanza de volverse a enamorar. De ahí que se muestre abiertamente receptiva con la mayoría de muchachos que se cruzan en su camino. En cambio, la mucho más prudente Fleur (Isabelle Pirès) acoge en su casa a la trotamundos rusa cuando ésta acude a verla porque han intercambiado sus bolsos por error en la terraza de un bar.

« Le plus beau pays au monde est celui où vit mon bien-aimé »


La irrupción en escena de un apuesto viajero llamado Bonheur (Julien Imbert) va a marcar un punto de inflexión en la apacible existencia de las dos amigas, ya que el tipo se deja engatusar primero por la sensualidad de Vénus para, gradualmente, sentirse cada vez más atraído por la serenidad de Fleur. Todo lo contrario que el sátiro que tienen por vecino, un individuo que responde al nada inocente nombre de Dieu (Frédéric Niedermayer) y que siempre parece dispuesto a intimar con ellas.

Pese a lo sencillo de su puesta en escena, Emmanuel Mouret propone una trama cuyos personajes responden a apelativos parlantes que denotan el rasgo más sobresaliente de sus respectivos caracteres. Así pues, Vénus, como la antigua divinidad romana, encarnaría la pasión amorosa desenfrenada, mientras que Fleur ('flor' en francés) personifica la belleza espiritual. Y, a su vez, ocurre tres cuartos de lo mismo con los varones, puesto que Bonheur significa 'felicidad' y Dieu (al que, por cierto, da vida Frédéric Niedermayer, productor habitual de los filmes de Mouret) vendría a ser el dios caprichoso de aquellos contornos.



jueves, 13 de julio de 2023

Cambio de dirección (2006)




Título original: Changement d'adresse
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2006, 85 minutos

Cambio de dirección (2006) de Emmanuel Mouret


Se llama trompa o corno francés a un instrumento de viento y metal tan peculiar como poco frecuente. Quizá por ello, el protagonista de Changement d'adresse (2006), al que también le cuadraría el calificativo de singular, es un consumado ejecutante del mismo, además de ofrecer clases particulares a los interesados en aprender a tocarlo. Lo cual le llevará, cuando ya cuente con una alumna, a enamorarse perdidamente de la joven (Fanny Valette).

Al mismo tiempo, Anne (Frédérique Bel), compañera de piso del interfecto (interpretado por el propio Emmanuel Mouret), no le va a la zaga en cuanto a carácter excéntrico se refiere. Algo que se acaba traduciendo en la particular relación que entre ambos se establece, que no se sabe muy bien si es de amigos o de amantes o de las dos cosas a la vez.



Por otra parte, la inocencia que transmiten Anne o David contrasta enormemente con la firmeza de, por ejemplo, Julien (Dany Brillant), que responde a un perfil de individuo seguro de sí mismo y, en consecuencia, ganador. En ese sentido, la película (una "fantasía amorosa" según puede leerse en su cartel publicitario) nos habla de hasta qué punto las afinidades personales condicionan nuestras vidas por más que algunos se empeñen en negarlo.

He ahí, precisamente, lo que le ocurre a la pareja protagonista: que tanto el uno como la otra han idealizado a sus respectivos seres amados, para los que ni están hechos ni son correspondidos, porque les cuesta identificar que lo que sienten entre ellos va en realidad más allá de una simple amistad.



miércoles, 12 de julio de 2023

El precio de un asesino (1963)




Director: Miguel Lluch
España, 1963, 82 minutos

El precio de un asesino (1963) de Miguel Lluch


El incombustible Iquino y Federico de Urrutia escribieron a cuatro manos el guion de El precio de un asesino (1963), típica cinta policíaca de las muchas que por aquellos años se rodaron en la Ciudad Condal. El núcleo de su trama radica en la personalidad antagónica de dos hermanos, el uno sicario (Víctor Valverde) y el otro seminarista (Julián Mateos), cuyos destinos terminan cruzándose en las procelosas calles del Barrio Chino de Barcelona. 

Ni que decir tiene que la misión del segundo (tras colgar temporalmente los hábitos) consistirá en ir al rescate de la oveja descarriada que nunca debió abandonar la senda de los justos. Que lo consiga o no va a depender de su pericia para infiltrarse en los ambientes turbios de los bajos fondos, pero sobre todo de la vehemencia con la que defiende sus convicciones.



Tal vez por eso la cámara capta frecuentemente en ángulo contrapicado la efigie del futuro sacerdote, con la intención de realzar su figura, ya de por sí adornada con unas vistosas gafas de pasta que le aportan la gravedad circunspecta de quien es más fuerte por sus dotes persuasivas que no por la violencia que caracteriza, en cambio, al mundo del hampa.

A destacar la trascendencia de algunos secundarios, como por ejemplo esa especie de magdalena que es Beatriz (Margarita Lozano), vedete y presumiblemente mujer de la vida que anda prendada del malote Javier (Valverde), pero que, o por eso mismo, recurre a la ayuda del bueno de Miguel (Mateos). O la presencia del siempre efectivo Fernando Sancho, aquí metido en la piel de Rufo, un hombrón desastrado pero en el fondo de buen corazón. El caso es que el momento culminante de la intriga tendrá lugar entre los escombros de un edificio en ruinas adonde los dos hermanos se refugian ante el envite de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.



martes, 11 de julio de 2023

Un baiser s'il vous plaît (2007)




Título en español: Bésame, por favor
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2007, 97 minutos

Un baiser s'il vous plaît (2007) de Emmanuel Mouret


Después de haber revisado unos cuantos filmes de Emmanuel Mouret comienza a quedar meridianamente claro que el intérprete y cineasta francés es autor de una "única" película. Así lo atestigua una serie de lugares comunes cuya presencia se puede verificar a lo largo de toda su filmografía. Como es el caso, por ejemplo, de la oralidad puesta al servicio de la acción: en Un baiser s'il vous plaît (2007) es Émilie (Julie Gayet) quien relata la larga historia a propósito de los peligros que entraña besarse alegremente con cualquiera. Ese contar a otro(s) remite (ya lo hemos señalado en ocasiones anteriores) a una tradición literaria esencialmente didáctica donde el enredo amoroso encubre, a su vez, una intención moralizante.

Porque, y ahí reside la clave, la estabilidad sentimental de las dos parejas protagonistas depende del efecto en cadena que un simple desliz podría provocar. Hasta el extremo de que la vida íntima de Claudio (Stefano Accorsi) y Judith (Virginie Ledoyen) se resiente sólo porque Nicolas (interpretado por el propio Mouret) decide hacer realidad una de sus fantasías más excitantes. De modo que el profesor de matemáticas y la técnica de laboratorio entablan un coqueteo de consecuencias imprevisibles que amenaza con arruinar sus respectivos matrimonios.



Quedará por ver si la tercera pareja en ciernes, la que pudieran llegar a formar Émilie y Gabriel (Michaël Cohen), se deja arrastrar por la atracción que él siente hacia ella o si, por contra, tiene más peso la prudencia que se desprende del cuento con moraleja que explica la joven. Aunque el azar, que es el que realmente ha hecho coincidir en la ciudad de Nantes a estos dos desconocidos, tiene la última palabra.

Por de pronto, baste señalar una vez más el carácter ilustrado de unos amantes que tienen el retrato de Schubert colgado en la pared del salón familiar o que leen los versos de Leopardi antes de irse a dormir: todo muy "natural" cuando se trata del universo concebido por un director para el que una comedia amorosa puede llegar a ser tan profunda como una obra de tesis.



lunes, 10 de julio de 2023

Fais-moi plaisir ! (2009)




Título en español: ¡Hazme feliz!
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2009, 90 minutos

Fais-moi plaisir ! (2009) de Emmanuel Mouret


El personaje que interpreta Emmanuel Mouret en Fais-moi plaisir ! (2009) tiene algo del Monsieur Hulot de Tati e incluso del televisivo Mr. Bean. Sin embargo, parece ser que el actor y director francés halló su fuente de inspiración en otro célebre intérprete: el Peter Sellers de El guateque (1968). Hay, de hecho, una escena, la recepción en el Palacio del Elíseo, en la que al pobre Jean-Jacques (Mouret) le pasa de todo (hasta quedársele una cortina enganchada en la bragueta...), con lo que la influencia del filme de Blake Edwards queda más que probada.

Humor tirando a blanco, pues, con ese toque entre amable y elegante que es marca de la casa, siempre tomando como referencia un coqueteo típicamente vodevilesco que hunde sus raíces en la tradición literaria de los siglos XVIII y XIX. Y es que Mouret, además de apasionado de la música clásica (como se puede apreciar en la banda sonora de todas sus películas), recurre asimismo a subterfugios que son habituales en la mayor parte de autores clásicos. Es el caso, por ejemplo, de esos billetes o notas que el protagonista utiliza para declararse a la primera desconocida que se cruce en su camino.



Para acabar de enredar las cosas, resultará que la elegida (Judith Godrèche) es, en realidad, la hija del Presidente de la República, con lo que el ya de por sí torpe Jean-Jacques se va a ver envuelto en no pocos follones como consecuencia de las estrictas medidas de seguridad que se observan en la residencia oficial. A lo cual hay que añadir el protocolo y demás preceptos que rigen la vida en las altas esferas (la secuencia del jarrón con el embajador japonés adolece, en ese sentido, de una comicidad chaplinesca un tanto previsible).

Aunque, a la hora de la verdad, se acaba demostrando que una simple doncella (Déborah François) puede ser infinitamente más humana que la hija del alto dignatario a cuyo servicio trabaja, de modo que a Jean-Jacques, una vez aprendida la lección, no le queda más remedio que volver a los brazos de su querida Ariane (Frédérique Bel) para hacerse perdonar después de haber comprobado que desear a otras mujeres no solucionará sus problemas de pareja.



domingo, 9 de julio de 2023

Un rincón para querernos (1965)




Director: Ignacio F. Iquino
España, 1965, 79 minutos

Un rincón para querernos (1965) de Iquino


La inconfundible huella de Azcona está presente en no pocos detalles de Un rincón para querernos (1965) de cuyo guion se hizo cargo junto con el propio Iquino. A priori se diría que ambos formaban una pareja insólita, el uno prácticamente un literato de prestigio, el otro obsesionado por hacer dinero con un tipo de cine concebido para su explotación comercial. Y, sin embargo, tal vez porque los polos opuestos se atraen (y aun se complementan), el caso es que el resultado fue una película bastante más interesante de lo que en un principio cabría suponer.

De entrada, el carácter documental de las escenas rodadas en plena calle durante los encierros del año 64 muestra una Pamplona sensiblemente distinta a la de la masificada celebración de hoy en día. Testimonio que, a fuerza de situar al matrimonio protagonista en un contexto tan poco favorable para unos recién casados como son los sanfermines, acaba por adquirir un gracioso aire cómico: la imagen de Vicen (Olga Omar) corriendo entre los toros con su maleta a cuestas representa el mejor ejemplo al respecto.



Pero es en la secuencia de la pensión, cuando el conde (Jorge Rigaud) y el resto de huéspedes organizan una fiesta de padre y muy señor mío, donde más a las claras se percibe la mano de Rafael Azcona. Por lo disparatada que llega a ser la situación, incluso con la persecución y sacrificio de un gorrino que corretea entre los muebles, resulta factible pensar que los guionistas tomaron como modelo al Mihura de Tres sombreros de copa. De hecho, una nota subversiva flota en el ambiente debido a determinados personajes como el susodicho conde, el señor Claudio (Gustavo Re) y, sobre todo, la inefable Annuska (Lili Muráti), la dueña de la hospedería.

Antes de eso, la escena del tren posee asimismo un cierto toque delirante, con todos esos viajeros, a cuál más peculiar, atosigando a los jóvenes esposos en lo que supone el preludio de las muchas incomodidades a las que deberán hacer frente durante su accidentada luna de miel. Toda una odisea a la que, por cierto, ya se alude en la animación de los divertidos créditos iniciales, confeccionados en los estudios de Francisco Macián.



sábado, 8 de julio de 2023

El arte de amar (2011)




Título original: L'art d'aimer
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2011, 85 minutos

El arte de amar (2011) de Emmanuel Mouret


Cuando se estrenó en España L'art d'aimer (2011) se pretendió vender el producto como "La nueva comedia romántica del protagonista de Intocable". Y todo porque el actor François Cluzet, que acababa de cosechar un enorme éxito comercial interpretando a un tetrapléjico, intervenía en uno de los episodios del filme. Lo cierto es que poco o nada tenía que ver una historia con la otra, aunque también es verdad que de no haber sido por esa circunstancia, por completo oportunista, la película que nos ocupa difícilmente se habría llegado a estrenar aquí.

Dos son las influencias más notables que se pueden rastrear en la puesta en escena ideada por Emmanuel Mouret. Por una parte, los aforismos sobreimpresionados en pantalla que sirven de presentación para cada segmento remiten vagamente al cine de Rohmer, sobre todo si se tiene en cuenta el trasfondo moral que en cierta manera poseen los hechos descritos. En cambio, el otro modelo que presumiblemente le sirve de inspiración sería tal vez Woody Allen, considerando la comicidad de la mayor parte de situaciones expuestas.



A grandes rasgos, son las siguientes: un joven compositor (Stanislas Merhar) sueña con encontrar al amor de su vida; una mujer que lleva todo un año sin tener relaciones sexuales (Julie Depardieu) recibe la generosa oferta de una amiga suya (Pascale Arbillot) que le propone que se acueste con su marido para, poco después, terminar suplantando a otra amiga (Judith Godrèche) y así yacer a oscuras con el tímido y también librero Boris (Laurent Stocker). Achille (François Cluzet) se enamora perdidamente de su nueva vecina (Frédérique Bel), quien llama a su puerta en camisón para pedirle un poco de café. En otra subtrama, la estabilidad de un matrimonio de mediana edad se ve amenazada cuando la esposa (Ariane Ascaride) se siente atraída por cada guaperas que se cruza en la calle. Por último, una joven pareja (Gaspard Ulliel y Élodie Navarre) sienten celos de sus respectivas infidelidades.

El melancólico tercer movimiento (Poco allegretto) de la Sinfonía número 3 de Brahms actúa de leitmotiv a lo largo de una cinta cuyos personajes acaban coincidiendo los unos con los otros, a veces sin ser conscientes del drama personal al que cada uno de ellos se enfrenta. Y para cohesionarlo todo y darle forma de relato aleccionador, la voz en off de Philippe Torreton encarna al narrador de esta particular antología amorosa.