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viernes, 21 de marzo de 2025

Morlaix (2025)




Director: Jaime Rosales
España/Francia, 2025, 124 minutos

Morlaix (2025) de Jaime Rosales


El juego metacinematográfico que propone Jaime Rosales en Morlaix (2025) obedece a una manera eminentemente francesa de entender la puesta en escena. O al menos muy a lo Nouvelle Vague. A este respecto, la caligrafía de un Rohmer, pongamos por caso, resulta perfectamente reconocible en no pocos momentos de una película cuyo formato y color (a ratos panorámico, a ratos en blanco y negro) oscilan a capricho durante sus más de dos horas de metraje.

Asimismo, los adolescentes de la pequeña localidad bretona en la que transcurre buena parte de la acción manifiestan sus dudas existenciales con la inusitada madurez de unos jóvenes filósofos. Particularidad que confiere al relato un ligero toque erudito, en consonancia con la ya mencionada raigambre cinéfila del proyecto. Ecos del Godard de Bande à part (1964), por ejemplo, que se perciben en la coreografía que tres de los protagonistas ensayan en el patio del instituto.



Por otra parte, el imponente viaducto de la ciudad preside el perfil urbano de un microcosmos que se va a ver momentáneamente alterado tras la llegada del parisino Jean-Luc (Samuel Kircher). Sobre todo cuando este último y la bella Gwen (Aminthe Audiard) inicien un flirteo de consecuencias imprevisibles que, curiosamente, el grupo de amigos verá reflejado sobre la pantalla del cine Rialto durante una sesión en la sala de proyecciones local. Dicho filme es, en realidad, una representación de sus propias experiencias e intrigas, un espejo narrativo donde la ficción dentro de la ficción invita a los personajes, y de paso al espectador, a reflexionar sobre la naturaleza ilusoria de sus percepciones y emociones.

Y así, explorando la nostalgia y el impacto emocional de vivencias pasadas, Rosales se centra en los amores de adolescencia y en cómo éstos pueden dejar una huella indeleble en la vida de las personas. En ese sentido, la dinámica entre Gwen y Jean-Luc constituye un punto esencial de la película al evidenciar las complejidades del primer amor, con sus momentos de intensidad, vulnerabilidad y confusión. Ya en su etapa adulta, Mélanie Thierry y Alex Brendemühl toman el relevo de aquellos personajes, mostrando el paso del tiempo y las consecuencias de las decisiones tomadas en la juventud.



martes, 19 de septiembre de 2023

Creatura (2023)




Directora: Elena Martín Gimeno
España, 2023, 112 minutos

Creatura (2023) de Elena Martín


Si algún reproche se le puede recriminar a Elena Martín Gimeno, protagonista y directora de Creatura (2023), es el hecho de que su película apunta tal vez en demasiadas direcciones, aunque finalmente no concreta ninguna. Queda claro, desde buen principio, que todo gira en torno a la vida afectiva de una treintañera, Mila, quien, tras una crisis de pareja, llevará a cabo una introspección regresiva cuyos dos momentos álgidos nos sitúan, respectivamente, en la adolescencia y primera infancia del personaje. Etapas cruciales, dicho sea de paso, para la formación del carácter, pero también en lo que concierne a experiencias iniciáticas que posteriormente le pasarán factura, dando como resultado una sexualidad a todas luces insatisfactoria.

De la relación con sus padres (Alex Brendemühl y Clara Segura) se desprende que la Mila de quince años se sintió a menudo incomprendida, víctima de unos condicionantes sociales que por ejemplo impedían que una chica pudiese quedarse a dormir en casa de un amigo o que en el pueblo pasaran a señalarla con el dedo por mostrar sus encantos a través del Messenger o besarse con algún chaval a la luz de la luna en las calas recónditas de una playa solitaria.



Lo sorprendente es que la niña que fue alguna vez daba ya muestras de una precocidad indiscutible al proclamar a las cuatro vientos "¡Me bota la vulva!" y restregarse contra enseres y aun allegados (incómodos ante la evidencia de que una cría de tan corta edad se masturbe). Origen, todo ello, de futuros traumas y bloqueos emocionales, ya sean en forma de disputas familiares o de urticaria recurrente.

Después de haber sido una de Les amigues de l'Àgata (2015) y de deslumbrar con su primer largo, Júlia ist (2017), la joven realizadora catalana vuelve a la carga con una cinta, premiada en Cannes, a medio camino entre el retrato generacional y la reivindicación feminista. Queda por ver, eso sí, si el filme, además de a millennials y colegialas de la Generación Z, es capaz de entusiasmar también a otros sectores del público. De momento parece ser, según tuiteó hace unos días la distribuidora Avalon, que a la reina Letizia le ha encantado.



sábado, 29 de abril de 2023

No mires a los ojos (2022)




Director: Félix Viscarret
España/Bélgica, 2022, 103 minutos

No mires a los ojos (2022) de Félix Viscarret


A finales de octubre del 97 tuvieron lugar en la Universidad Autónoma de Barcelona unas jornadas sobre narrativa contemporánea en las que, entre otros muchos escritores, participaba Juan José Millás. El caso es que recuerdo perfectamente una anécdota que le escuché contar entonces, referente a una habitación ("el cuarto del fondo") que había en casa de sus padres cuando él era pequeño, pero a la que el hoy novelista, por una confusión auditiva, llamó siempre "el cuarto de Alfonso", como si un hermano imaginario habitase en ella.

Es posible que aquel compañero de juegos ficticio inspirara también el argumento de Desde la sombra, publicada originariamente por el sello Seix Barral en 2016, y que ahora ha llevado al cine con suma maestría el director navarro Félix Viscarret (Pamplona, 1975) bajo el título de No mires a los ojos (2022). Su protagonista, Damián (interpretado por un inusual Paco León de acento ligeramente gallego), es un tipo que un buen día, huyendo de su destino, se esconde en el interior de un viejo ropero para convertirse en extraño centinela de un matrimonio y su hija adolescente.



No cabe duda, sin que ello le reste fuerza al guion de la película, que el espectador reconocerá de inmediato algunos recursos que el cine de los últimos años ha frecuentado con cierta asiduidad. Así pues, el hecho de que este "quimérico inquilino" se esconda en un primer momento bajo la cama de Lucía (Leonor Watling) y Fede (Alex Brendemühl) recuerda enormemente a lo que ya hacía otro excelente actor, Luis Tosar, a las órdenes de Jaume Balagueró en la no menos turbadora Mientras duermes (2011). Y, aunque en menor medida, casi casi se experimenta una similar sensación de déjà vu con el formato televisivo en el que participa Damián y cuyo entrevistador (Juan Diego Botto) tiene algo del personaje de Robert De Niro en Joker (2019).

Por lo demás, una antigua canción de Golpes Bajos servirá de leitmotiv a la hora de hilvanar lo que a priori podría considerarse como una simple cinta de suspense o hasta de terror, con la presencia estelar de Iñaki Gabilondo, que se interpreta a sí mismo, pero que, sin embargo, encierra una sutil e interesantísima reflexión en torno a los límites de la realidad.



lunes, 14 de diciembre de 2020

Pretextos (2008)




Directora: Sílvia Munt
España, 2008, 90 minutos

Pretextos (2008) de Sílvia Munt


Pretextos y más pretextos a los que aferrarse; pretextos con los que hacerse la ilusión de que aún hay algo por lo que merece la pena seguir adelante. La vida es un puro pretexto... Por lo menos la de Viena y Daniel. Ella (Sílvia Munt) es directora teatral; él (Ramon Madaula), médico en una residencia geriátrica. Tras años de convivencia y un hijo en común que se pasa el día grabando los sonidos de todo cuanto les rodea, su matrimonio parece haber llegado a un callejón sin salida.

Las discusiones arrecian y la posibilidad de que la pareja se separe va tomando forma a medida que se hace evidente la incompatibilidad de unos caracteres antagónicos: pasional e inestable, en el caso de Viena; apático y cerebral en el de Daniel.



Pero alrededor de estos dos polos opuestos (y que, pese a todo, se atraen) pululan otros personajes no menos neuróticos: la solitaria Eva (Laia Marull), "inmensa, insondable e incomprensible", trabaja de enfermera  en el mismo centro que Daniel, haciéndose cargo de ancianos tan afectuosos como Claudio (Manuel Alexandre); al actor Ricki (Francesc Garrido) le enfurece la inseguridad de su joven compañera de reparto durante los ensayos del montaje de Chéjov que prepara Viena; y a ésta le hace perder la paciencia su hermano (Àlex Brendemühl), siempre dispuesto a criticar su trabajo...

Sílvia Munt escribió, dirigió y protagonizó Pretextos justo cuando acababa de cumplir cincuenta años, por lo que la película tiene algo de balance vital (de hecho, Ramon Madaula es también pareja de la actriz en la vida real). En todo caso, el hecho de que su personaje se llame Viena, igual que la mujer fuerte que interpretaba Joan Crawford en Johnny Guitar (1954), constituye toda una declaración de intenciones, dando a entender que su debilidad es más aparente que verdadera.



sábado, 25 de abril de 2020

Entrelobos (2010)




Director: Gerardo Olivares
España/Alemania/Francia, 2010, 113 minutos

Entrelobos (2010) de Gerardo Olivares

La milenaria propaganda infamatoria —promovida, sin duda, primordialmente por el gremio de los pastores— contra el lobo, cuya figura ha llegado a constituirse en paradigma universal del malo, ha sido de una eficacia sólo comparable con la que los romanos proyectaron contra los cartagineses [...], siendo así que lo más cierto es que el lobo, al igual que todo el resto de los cánidos, y en contraposición, por ejemplo, a los felinos, es uno de los animales más dulces y más capaces de amor hacia sus semejantes y sus desemejantes de entre todos cuantos están catalogados en los registros de la zoología.

Rafael Sánchez Ferlosio
Comentarios a la Memoria e Informe sobre Victor de l'Aveyron

El caso real de Marcos Rodríguez Pantoja, el niño salvaje de Sierra Morena, inspiró esta coproducción hispanoalemana dirigida por el andaluz Gerardo Olivares. Acostumbrados como estamos a relacionar este tipo de historias con leyendas populares y cuentos tradicionales, sorprende que hacia 1954 todavía fuera posible que un crío de apenas siete años, huérfano de madre y abandonado por el padre, acabase siendo adoptado por una manada de lobos. Lo cual da una idea del grado de desarrollo de aquella España montaraz y profunda.

Sin embargo, de la película y del relato del propio Marcos se desprende que los años que pasó en la Naturaleza fueron los más felices de una existencia que luego, de regreso entre sus "semejantes", resultó más feroz que la de los propios animales: cazado a los diecinueve por la Guardia Civil, le arrancaron los dientes para que no pudiera morder a nadie. Y así el resto... Su vida, analizada por el escritor balear Gabriel Janer Manila en la novela juvenil He jugat amb els llops (He jugado con lobos, 2009), posee no pocos paralelismos con los de aquel Víctor del Aveyron que inspirara L'enfant sauvage de Truffaut.



Del filme de Olivares destaca lo bien rodadas que están las escenas en las que interviene la fauna: águilas, búhos, buitres, perdices, ciervos y, por supuesto, unos lobos que, viéndolos correr a través de los montes del Parque natural de la Sierra de Cardeña y Montoro (en plena provincia de Córdoba), recuerdan a los inmortalizados por Félix Rodríguez de la Fuente en El hombre y la tierra. Se caracteriza, pues, la cinta por un cierto toque documental, aderezado con una dramatización en la que, aparte de la de Juan José Ballesta, destacan interpretaciones como la del añorado Sancho Gracia (Atanasio), en uno de los últimos papeles de su carrera.

Poco se puede añadir a la contundencia de unas imágenes que hablan por sí mismas: a este respecto, Entrelobos (2010) remite a lo más genuino de nuestro vínculo con la Tierra. Su director, por cierto, llevó a cabo un interesantísimo blog en paralelo mientras duró el rodaje. Contiene valiosas informaciones sobre el mismo (por ejemplo, una nutrida selección de storyboards), amén de un detallado seguimiento del día a día. Diez años después, aún sigue activo. Para consultarlo, pincha aquí.


sábado, 16 de noviembre de 2019

Madre (2019)




Director: Rodrigo Sorogoyen
España/Francia, 2019, 128 minutos

Madre (2019) de Rodrigo Sorogoyen


Tras el éxito cosechado por El reino, el director Rodrigo Sorogoyen contraataca con la versión mejorada y ampliada del que fuera su propio cortometraje (candidato al Óscar, por más señas) y que ahora nos llega convertido en deslumbrante drama intimista hablado en francés y español. Por determinados elementos de su trama, Madre podría recordar vagamente a La propera pell (2016) de Isa Campo e Isaki Lacuesta. De hecho, ambas películas sitúan la acción en similares espacios geográficos (aquélla en la montaña, ésta a orillas del mar) y, lo que es más importante, las dos hacen referencia a la desaparición de un menor (y hasta aquí podemos leer).

En el plano técnico, llama especialmente la atención cómo la cámara sigue a los personajes. Sin llegar a la elaboración del húngaro Miklós Jancsó o a los complejos plano secuencia de, por ejemplo, un Berlanga, eso es cierto. Pero, sin embargo, hay en Madre momentos de singular puesta en escena. Como la obertura, en el apartamento de Elena (Marta Nieto, premiada en Venecia por su papel), cuando, simultáneamente, asistimos a dos conversaciones telefónicas paralelas, con la madre y la hija yendo y viniendo desde el fondo de la habitación hasta situarse en primera línea, ante el objetivo, según convenga.



Con todo y con eso, quienes tengan en mente el ritmo raudo de El reino se van a encontrar ahora con un registro radicalmente distinto, marcado por lo que no se verbaliza más que por lo que vemos en pantalla. A este respecto, hay que destacar el trabajo de contención llevado a cabo con los actores, así como el hecho de que determinados puntos clave de la historia queden aparentemente abiertos (o, como mínimo, a criterio del espectador).

No obstante, el análisis atento de los acontecimientos demuestra que las motivaciones de Elena, "la loca de la playa", para actuar como lo hace obedecen a razones mucho menos arbitrarias de lo que a primera vista pudiera parecer. En ese sentido, resulta de especial importancia la última secuencia, una simple llamada de teléfono que demuestra que la protagonista, tras la experiencia vivida junto al adolescente Jean (Jules Porier), ha superado al fin su duelo y que, por tanto, puede ya perdonar a quien, bien mirado, fue tan culpable o tan inocente como ella misma.


lunes, 10 de junio de 2019

El creyente (2018)




Título original: La prière
Director: Cédric Kahn
Francia, 2018, 107 minutos

El creyente (2018) de Cédric Kahn


Al dar inicio la película, apenas sabemos nada a propósito del joven Thomas (Anthony Bajon) más allá de la adicción a la heroína o de su violento carácter disruptivo. De hecho, una cicatriz en el pómulo izquierdo delata alguna refriega reciente que, a buen seguro, habrá sido el detonante de su ingreso inmediato en un centro de menores. De quiénes son sus padres o si tiene hermanos no se aportan mayores datos, si bien es fácil intuir un pasado familiar tumultuoso.

Lo verdaderamente importante en La prière es la vida que va a comenzar de cero en ese lugar, desde los arrebatos de los primeros días, cuando sus compañeros a duras penas logran contener los raptos de cólera de Thomas, hasta la posterior evolución del adolescente que cree hallar el sosiego y la paz interior en una supuesta vocación sacerdotal de la que ni él mismo está completamente seguro.

Anthony Bajon recibiendo indicaciones de Cédric Kahn durante el rodaje


Los métodos empleados en esa casa de acogida son, tal vez, el elemento más controvertido del filme: separación de los internos por sexos, vigilancia estricta de su conducta, intensas jornadas de trabajo físico en el campo, prohibición absoluta de tabaco así como de cualquier mal hábito por el estilo y, sobre todo, inculcar una fe ciega en las bondades del rezo como método curativo para superar las adicciones.

Valiéndose de premisas similares a las observadas en su cine por los hermanos Dardenne, el director —y a veces actor: lo vimos, por ejemplo, a las órdenes del belga Joachim Lafosse, en L'économie du couple (2016)— Cédric Kahn ha querido poner el dedo en la llaga atreviéndose a cuestionar el sectarismo, disfrazado de caridad cristiana, que impera en residencias como la regentada por Marco (Alex Brendemühl): emplazamientos, aislados en la montaña, en los que, bajo la promesa de desintoxicación, más que desengancharse de las drogas, lo que se lleva a cabo es un auténtico lavado de cerebro de los allí alojados.


lunes, 8 de abril de 2019

7 razones para huir (de la sociedad) (2019)




Título original: 7 raons per fugir (de la societat)
Directores: Gerard Quinto, Esteve Soler y David Torras
España, 2019, 75 minutos

7 razones para huir (2019)


El foc s'encomanà als mobles i al cap de cinc minuts cremava tota la casa, de la qual escapàrem l'artista i jo per miracle.
Aquell vespre mateix la gent tenia notícies que havia cremat un bloc de cases i que moriren més de tres-centes persones, totes de bona família.

Pere Calders
"Coses aparentment intranscendents"
Cròniques de la veritat oculta (1942)

La cartelera barcelonesa tiene el honor de contar, desde el pasado viernes, con uno de esos títulos que logran que el cine sea algo más que un mero entretenimiento de masas. Afortunadamente. Porque los creadores de 7 raons per fugir (de la societat), todos ellos debutantes en el noble arte de la dirección de largometrajes, se aventuran en ésta su ópera prima por los tortuosos senderos del sarcasmo y de la mala leche que, en el pasado, frecuentaron nombres ilustres como Buñuel, García Berlanga o el mismísimo Marco Ferreri.

Quinto, Soler y Torras podrían haber sido una delantera mítica del Barça (o incluso un afamado trío de compositores de coplas). Pero no: por de pronto son los responsables de estas siete historias con el denominador común de hacer que el absurdo irrumpa en lo cotidiano. Se diría que la sombra de Pere Calders (1912-1994), avezado cronista de lo real maravilloso que compartiera exilio mejicano con el ya mencionado cineasta de Calanda, planea sobre muchas de ellas. Aunque en el turbador epílogo, que aquí no desvelaremos, se deja sentir también la impronta remota y sutil de aquella inquietante alegoría de la soledad humana que fue La cabina (1972) de Mercero.



El proyecto, cuya génesis se remonta al corto Interior. Família. (2014) germen que daría pie al primero de estos siete relatos fue presentado en la última edición del Festival de Málaga, así como en el South by Southwest Film Festival de Austin (Texas). En esencia, y hasta cierto punto, recupera la estructura de aquellos filmes de episodios que durante la década de los sesenta —Boccaccio '70 (1962), Ro.Go.Pa.G. (1963), Historias extraordinarias (1968) supusieron una vuelta de tuerca a la hora de lograr que las películas no sólo divirtieran sino que, sobre todo, incomodasen.

Comedia negra (y aun negrísima por momentos), 7 razones para huir se atreve a cuestionar, mediante la mordacidad sin cortapisas de sus diálogos, los pilares básicos de una sociedad en la que los padres se sublevan contra los hijos, el tercer mundo irrumpe (literalmente) en el salón de casa, las novias se declaran en rebeldía justo antes de dar el "sí quiero" y los vecinos de una comunidad (como sucedía en el buñueliano Ángel exterminador) no sólo son incapaces de cruzar el umbral del rellano, sino que únicamente saben contar hasta seis.


martes, 8 de enero de 2019

Murieron por encima de sus posibilidades (2014)




Director: Isaki Lacuesta
España, 2014, 98 minutos

Murieron por encima de sus posibilidades
(2014) de Isaki Lacuesta


Antes de que diese inicio la proyección, bromeaba esta tarde Isaki Lacuesta sobre el hecho de que la Filmoteca de Catalunya haya decidido comenzar la retrospectiva que le dedica precisamente con la que él considera su película más controvertida. Por lo que se ha apresurado a advertir a los asistentes que su filmografía contiene títulos de muy diversa índole y que en el caso de que Murieron... no sea del agrado de alguien ello no implica, forzosamente, que el resto sean igual de malos.

Porque estamos ante un filme que, a fuerza de disparatado, alcanza cotas insólitas de lucidez. Rodado a salto de mata entre 2012 y 2014, Murieron por encima de sus posibilidades reúne a lo más granado de la profesión actoral de este país (y algún que otro cameo de amigos y conocidos) con el objetivo de satirizar las causas y consecuencias de la crisis económica que lo ha llevado a la bancarrota.



Se trata, por tanto, de una comedia coral, heredera, en buena medida, de las de Luis García Berlanga, si bien el grado de acidez y violencia que aquí se utiliza está más en sintonía con el universo, pongamos por caso, de un Álex de la Iglesia.

De todos modos, lo principal es que Lacuesta demostró con Murieron... que era posible levantar una película sin apenas medios cuando el discurso imperante invitaba más bien a la resignación. En ese sentido, su película quedará (lo es ya) como un filme de culto, a la par que documento de época, que los jóvenes del futuro descubrirán con verdadero asombro.


miércoles, 17 de octubre de 2018

Las horas del día (2003)




Director: Jaime Rosales
España, 2003, 103 minutos

Las horas del día (2003) de Jaime Rosales


El debut en la dirección de Jaime Rosales ponía ya de manifiesto algunas de las constantes que después se han mantenido en su cine hasta la reciente Petra (2018) que ayer comentábamos. Un estilo  frío y distante, caracterizado por tomas largas, en el que la violencia queda a menudo en off y que, en su momento, convirtieron al director barcelonés en émulo aventajado de Haneke.

Mostrar el día a día de un asesino en serie es un planteamiento tan perturbador como filmar la vida cotidiana de un terrorista, tal y como haría cinco años después en Tiro en la cabeza (2008). Y después está la crueldad, ese sadismo gratuito a base de comentarios lacerantes del que hace gala Jaume en Petra y que en Las horas del día se manifiesta cuando, en pleno banquete de boda, Abel (Alex Brendemühl) le confiesa a su mejor amigo (Vicente Romero) que la novia se le insinuó en cierta ocasión.



La acción transcurre en un paisaje urbano absolutamente anodino, sin música incidental ni subrayados de ningún tipo. Es un ambiente cutre como la vida misma, de trenes de cercanías, lavabos públicos y boutiques de barrio de ropa unisex en las que nunca entra nadie a comprar.

Decía ayer Rosales, quien se declaraba católico durante el coloquio posterior al preestreno de Petra en la Filmoteca de Catalunya, que Dios se alegra cuando actuamos bien y se entristece cuando actuamos mal, pero que nunca interviene. Curiosa, a la par que angustiante reflexión, toda vez que nos deja a nuestro libre albedrío, exentos de cualquier asomo de amparo frente a la crudeza del mundo. Es ese vacío, precisamente, el que se percibe en la mirada de Abel, en la frialdad de su conducta, y que contrasta con el ensañamiento con el que se ceba sobre unas víctimas que, según parece, elige aleatoriamente.


martes, 16 de octubre de 2018

Petra (2018)




Director: Jaime Rosales
España/Francia/Dinamarca, 2018, 107 minutos

Petra (2018) de Jaime Rosales


Masterclass con Jaime Rosales y preestreno de Petra, su último largometraje: la Filmoteca de Catalunya acogía esta tarde en su sede del Raval barcelonés las dos primeras sesiones de la retrospectiva que le dedicará a lo largo de los próximos días.

En la charla que ha mantenido con Esteve Riambau, director del ente, Rosales ha puesto de manifiesto, una vez más, su interés por la depuración del lenguaje cinematográfico ("austero y preciso", según reza el lema del presente ciclo), hasta el punto de afirmar —como solía decirle un profesor que tuvo en la  la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños de La Habana— que en una película los únicos planos que realmente importan son el primero y el último (el resto son puro relleno). Opinión drástica, al igual que muchas de las suyas, que corrobora citando Psicosis o el cine de Ozu y que recientemente ha expuesto en su libro-ensayo El lápiz y la cámara (ed. La huerta grande).



En cuanto a Petra, drama familiar y rural de tintes folletinescos con resonancias de la tragedia griega, posee una estructura episódica en la que los diferentes capítulos que lo integran (debidamente numerados y precedidos de su correspondiente epígrafe) se nos irán presentando de forma desordenada: rompecabezas rodado en 35 milímetros y con steadycam en el que la joven pintora interpretada por Bárbara Lennie intentará averiguar si un afamado y cruel artista (Joan Botey) es o no su padre. Ambos actores, por cierto, han estado presentes en la sala, junto con Oriol Pla (Pau en la ficción).

Ya en el coloquio posterior, Riambau —hombre sagaz donde los haya— preguntaba a Rosales qué hay de él en los personajes de Petra. Cuestión a la que el realizador ha respondido, no sin antes irse un poco por las ramas, de un modo más bien vago y valiéndose del subterfugio de que el cine es un arte colectivo. En realidad, aclara, la historia la ha escrito en colaboración con Michel Gaztambide y Clara Roquet, aunque admite que comparte con el pérfido Jaume aquello que el viejo dice en la película de "¡No soporto el victimismo!" Afirmación que Rosales ha equiparado, mediante un símil futbolístico no exento de cinismo, con la grandeza del Barça de Guardiola y la insufrible mediocridad del Madrid de Mourinho.


viernes, 16 de junio de 2017

El sueño de Gabrielle (2016)




Título original: Mal de pierres
Directora: Nicole Garcia
Francia/Bélgica/Canadá, 2016, 120 minutos

El sueño de Gabrielle (2016) de Nicole Garcia


Car au fond, en amour, il s’agit peut-être au bout du compte de se fier à la magie, on ne peut pas dire qu’on puisse trouver une règle, quelque chose à suivre pour que tout se passe bien.

Milena Agus
Mal di pietre (Traducido del italiano por Dominique Vittoz)

¿Cuántas películas deben de haberse estrenado durante los últimos años que contengan el nombre de Gabrielle? ¿Y no fue también Marion Cotillard quien protagonizó El sueño de... Ellis...? ¿A las órdenes de James Gray...? Pero, antes de dejarnos arrastrar por una más que justificada sensación de déjà vu, conviene aclarar que el título francés de El sueño de Gabrielle es Mal de pierres: "mal de piedra", jugando con el doble sentido de los cálculos en las vías urinarias que padece la protagonista y la pétrea rigidez de su vida sentimental.

Poco más se puede añadir a propósito de una historia que transcurre entre los años cuarenta y sesenta y que se centra en el matrimonio forzoso entre los Rabascall. Él (Alex Brendemühl) es un republicano español; ella, la hija de unos granjeros que no entienden sus ansias de libertad. Cuando, tiempo después, Gabrielle sea internada en un balneario suizo para ser tratada de sus dolencias renales, conocerá al que cree ser el amor de su vida: el teniente André Sauvage, convaleciente de las heridas recibidas en Indochina e interpretado por Louis Garrel. Pero "toda la vida es sueño y los sueños..."



Es curioso constatar, a raíz de un filme como éste, cómo lo que funciona sin mayores problemas en una novelita de apenas cien páginas resulta, en cambio, vagamente sensiblero y escasamente verosímil al ser trasladado a la pantalla. Por más que su directora (la también actriz Nicole Garcia) haya introducido varios cambios en el guion con respecto a la obra de la italiana Milena Agus, siendo el más llamativo el trasladar la acción desde Cerdeña hasta la Provenza francesa.

Con todo, debería ser valorado en su justa medida el esfuerzo interpretativo de los actores, en especial el llevado a cabo por una Marion Cotillard que realiza una compleja labor de introspección a la hora de hacer entender qué es lo que lleva a una mujer perteneciente a un determinado medio social a enfrentarse contra los dictados del entorno a través de los sueños que forja en su mente.


domingo, 12 de febrero de 2017

Truman (2015)




Director: Cesc Gay
España/Argentina, 2015, 108 minutos

Truman (2015) de Cesc Gay


Que una película comience con una melodía de Toti Soler es el mejor de los presagios. Que se irán gradualmente confirmando a medida que avanza el metraje de Truman, vencedora en la edición de los premios Goya del año pasado con cinco galardones y un elenco de actores que tira de espaldas: Ricardo Darín, Javier Cámara, Eduard Fernández, Àlex Brendemühl, José Luis Gómez, Pedro Casablanc, Javier Gutiérrez, Àgata Roca, Francesc Orella, Silvia Abascal...

Decir a estas alturas lo bien que actúan Darín y Cámara puede sonar a broma, pero es que realmente es así: qué fácil hacen que parezca y qué complejo, a la vez, meterse en la piel de unos personajes con semejante carga emocional. Y si, por otra parte, ya de por sí resulta complicado definir la verdadera amistad, sobre todo cuando se mezcla con la enfermedad irreversible de uno de los protagonistas, Cesc Gay acierta, sin embargo, a plasmarla en imágenes como si tal cosa.



La mayoría de críticas, elogiosas (por otra parte), que recibió Truman coincidían en señalar la habilidad del realizador catalán a la hora de eludir el drama lacrimógeno en que podría haberse convertido un planteamiento de tales características. Pero a partir del instante en el que se sitúa al perro en el centro de la trama, como testigo mudo del vendaval de emociones suscitado a raíz del diagnóstico de su amo, la cosa se suaviza. Porque ya no se trata tanto de la aflicción motivada por los problemas de salud de Julián (Darín) en su entorno más inmediato, con las consiguientes muestras de afecto (las que se exteriorizan y, más significativas aún, las palabras que no se pronunciarán jamás), sino de la comicidad a que dan pie las situaciones que se viven al intentar buscarle un nuevo hogar al dogo.

Con todo, que nuestra atención se desvíe momentáneamente del amo al perro no es óbice para que la verdad incómoda siga ahí. En ese sentido, quizá sería interesante analizar la actitud de la pareja protagonista desde la perspectiva de la inteligencia emocional: en el caso de Tomás (Javier Cámara), porque considera más sensato desplazarse desde Canadá para apoyar a su mejor amigo; y en el de Julián, porque no le importa ir hasta Ámsterdam para celebrar el cumpleaños de su hijo. Es decir: ambos son capaces, en un momento crítico, de saber priorizar qué cosas valen realmente la pena. Y de ahí el éxito cosechado por la película, ya que el común de los mortales (como tal vez le ocurre a Paula, el personaje encarnado por la argentina Dolores Fonzi) no sabríamos encajar con esa mezcla de humor y filosofía una disyuntiva de dicho calibre.


sábado, 8 de octubre de 2016

Stella cadente (2014)












Director: Lluís Miñarro
España, 2014, 105 minutos



"Una película de espíritu republicano, pero de estética monárquica": así ha definido Stella cadente el director y productor Lluís Miñarro en la breve presentación que ha precedido a la proyección de esta tarde en la Filmo. Peculiar aproximación a la vida de Amadeo de Saboya que suponía, por cierto, su debut en el largometraje de ficción tras los documentales Familystrip (2009) y Blow Horn (2009).

Mucho más que un filme histórico, Stella cadente es un divertimento en el que lo mismo tienen cabida una esmerada reconstrucción de los ambientes decimonónicos en el vestuario y las localizaciones que canciones pop francesas de los años sesenta y setenta. Al respecto, no deja de ser chocante que, por ejemplo, todo un rey (Alex Brendemühl) se ponga a bailar en el momento de mayor tensión dramática al compás de "À présent tu peux t'en aller" de los Surfs. O que los títulos de crédito finales vayan acompañados de la misma canción, seguida de otro hit yeyé: "Comment te dire adieu ?" de Françoise Hardy.

Bárbara Lennie encarna a la reina María Victoria

Y, tras haber visto la peli, el propio director nos ha aportado más claves para acabar de entender toda la simbología que encierra la misma. De entrada, mostrando muchas de las referencias pictóricas que pueden rastrearse en la composición de varios encuadres: "El hombre desesperado" o "El origen del mundo", ambos de Gustave Courbet, los desnudos de Lucian Freud, el claroscuro de Caravaggio, "El retrato del Duque de Wellington" de Goya, el colorido del japonismo o el cuadro anónimo que muestra a Amadeo I de Saboya ante el féretro de Prim son sólo algunas de ellas.

Se trata, como vemos, de un enfoque que confiere un protagonismo esencial a la sensualidad, aunque también admite Miñarro haberse inspirado en el cine mudo alemán o en cintas más recientes como Eyes Wide Shut. Asimismo, aparecen en momentos puntuales de la película elementos concretos de filiación cinéfila, como ese tambor (fabricado en Calanda) que cruza rodando uno de los salones de palacio y que es una clara referencia a Segundo de Chomón y a Luis Buñuel.

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Para Miñarro es ésta una película que habla del presente, de la historia reciente de España y de los males que aún la acechan, a pesar de inspirarse en hechos acontecidos en el siglo XIX, durante el compás de espera que separó el fin del Romanticismo de la edad contemporánea. En ese sentido, el personaje que, según el director, representa mejor al país (ayer como hoy) es Eloísa, la cocinera interpretada por Lola Dueñas: afectuosa, algo folclórica, pero con muy pocas luces.