viernes, 22 de diciembre de 2023

Matar un ruiseñor (1962)




Título original: To Kill a Mockingbird
Director: Robert Mulligan
EE.UU. 1962, 130 minutos

Matar un ruiseñor (1962) de Robert Mulligan


Maycomb era una población antigua, pero cuando yo la conocí por primera vez era, además, una población antigua y fatigada. En los días lluviosos las calles se convertían en un barrizal rojo; la hierba crecía en las aceras, y, en la plaza, el edificio del juzgado parecía desplomarse. De todas maneras, entonces hacía más calor; un perro negro sufría en un día de verano; unas mulas que estaban en los huesos, enganchadas a los carros, espantaban moscas a las sofocantes sombras de las encinas de la plaza. A las nueve de la mañana, los cuellos duros de los hombres perdían su tersura. Las damas se bañaban antes del mediodía, después de la siesta de las tres... Y al atardecer estaban ya como pastelillos blandos con incrustaciones de sudor y talco fino.

Harper Lee
Matar un ruiseñor
Traducción de Baldomero Porta

Hay algo mágico en los títulos de crédito de To Kill a Mockingbird (1962) que atrapa al espectador desde el primer fotograma. Una sutil mezcla de inocencia y misterio, reforzada por la excelente partitura de Elmer Bernstein, que ya no nos abandonará durante las más de dos horas de metraje. De hecho, a tanto llega el encanto de la cinta, adaptación cinematográfica de la novela homónima de Harper Lee, premiada con el Pulitzer, que a Gregory Peck le valió un óscar y siempre la consideró su mejor trabajo, llegando a establecer una estrecha y duradera amistad con la novelista (hasta el extremo de que uno de los nietos del actor se llama Harper) e incluso con la niña Mary Badham, quien interpretaba en la ficción a Scout, la hija del protagonista.

¡Y qué personaje! A pesar de su parsimonia (o quizá gracias a ella), el abogado Atticus Finch encarna a la perfección el talante provinciano de la pequeña localidad de Alabama en la que se sitúan los hechos, a principios de los años treinta. Padre ejemplar, viudo por más señas, la integridad con la que se maneja tanto en casa como en los tribunales pone de manifiesto al hombre bueno que jamás renuncia a sus principios. De ahí el respeto que inspira en el seno de una comunidad profundamente marcada por violentas tensiones raciales, amén de los consabidos estragos de la Gran Depresión.



Tres son, a grandes rasgos, las tramas que se entrecruzan en el sólido guion de Horton Foote, igualmente agraciado con la preciada estatuilla: por una parte, las ya mencionadas interioridades de un hogar sureño donde las trastadas de la díscola Scout y su hermano Jem (Phillip Alford) ponen a prueba la templanza del padre; en segundo lugar, el juicio en el que Atticus defiende a un joven afroamericano (Brock Peters), acusado de la violación de una muchacha del pueblo. Por último, las andanzas de los hermanos Finch junto a su inseparable Dill (John Megna), compañero de fatigas de la pareja e inspirado en Truman Capote (amigo de infancia de Harper Lee), permiten profundizar en un mundo de fantasía y miedos infantiles en el que el enigmático vecino de enfrente adquiere tintes monstruosos.

De hecho, es precisamente la pureza de esa mirada de niño, tan similar a la de otros filmes míticos como La noche del cazador (1955), la que aporta la dimensión definitiva de una historia iniciática cuyos personajes van a vivir, durante un largo y cálido verano, experiencias intensas que les marcarán profundamente para el resto de sus vidas.



8 comentarios:

  1. Alegato antirracista aparte, lo que siempre me ha llegado más al corazón de esta película, es el estupendo relato que hace sobre el paso de la infancia a la madurez y, en este punto, la actuación de los niños, pero especialmente de Mary Badham, siempre me ha cautivado, por lo enternecedora que resulta, sin caer en ningún momento en ningún tipo de exceso.
    Un film del que siempre que lo veo disfruto y que me sigue emocionando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estamos de acuerdo: se trata de una película única por muchos motivos.

      Eliminar
  2. Una película que lo tiene todo. La película que quiero que vean mis hijos (todavía no lo he conseguido), la que mejor combina un tema adulto con una mirada infantil, la que tiene el mejor protagonista, el mejor héroe del cine americano.

    Una abrazo.

    Bon Nadal!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya, pues lamento que aún no hayan gozado de la experiencia, ya que es uno de los grandes títulos de la historia del cine, se mire por donde se mire.

      Un abrazo y que paséis felices fiestas.

      Eliminar
  3. Otra gran película que tendría que reconfirmar.
    Luego de tu reseña, me dan ganas de leer el libro también.

    Abrazos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo lo leí en el verano de 2004, hace ya de esto casi dos décadas y recuerdo que me gustó, aunque no tanto como la película.

      Saludos.

      Eliminar
  4. Hola Juan!
    Esos titulos de credito son una delicia y me alegra que lo menciones. Nada que añadir a tu estupenda critica, únicamente apuntar que aquí debuto Robert Duvall en pantalla grande. Por cierto, jugando a eso del neumático te metías unas buenas galletas...jeje
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, yo jugué poco a eso de la rueda, aunque muy seguro no parece, ciertamente. Y respecto al excelente papel de Robert Duvall (¡sin diálogo!) tiene algo de Frankenstein, quizá por la ternura que inspira frente a la niña. En todo caso, he leído que el actor pasó no sé cuántas semanas sin salir al aire libre para así aparecer más pálido en pantalla.

      Saludos.

      Eliminar