sábado, 23 de diciembre de 2023

El hombre del traje gris (1956)




Título original: The Man in the Gray Flannel Suit
Director: Nunnally Johnson
EE.UU., 1956, 153 minutos

El hombre del traje gris (1956)


Mientras guiaba el viejo coche, de regreso a Westport, Tom se decía que él había vivido en cuatro mundos completamente separados. Uno era el mundo loco, poblado de fantasmas, de su abuela y de sus difuntos padres. Otro, el mundo aislado, del cual era mejor no acordarse, en el que había actuado de paracaidista. Otro, el mundo materialista con edificios de tabiques de cristal opaco como la United Broadcasting Corporation y la Schanenhanser Foundation. Y por fin el mundo completamente distinto de Betsy y Janey y Bárbara y Pete, el único de los cuatro que valía la pena. Tom se dijo que había de existir alguna conexión entre aquellos cuatro mundos; pero era mucho más cómodo pensar en ellos como si estuvieran enteramente divorciados uno de otro.

Sloan Wilson
El hombre del traje gris
Traducción de Baldomero Porta

Menos célebre que otros compañeros de su generación, el hoy casi olvidado Nunnally Johnson (1897-1977) se desempeñó básicamente como guionista y, en menor medida, como productor. Tan sólo en ocho ocasiones se puso detrás de la cámara para también dirigir, siendo su película más recordada The Man in the Gray Flannel Suit (1956), adaptación cinematográfica del superventas de Sloan Wilson. A grandes rasgos, pudiera decirse que estamos ante la segunda parte oficiosa de la aclamada Los mejores años de nuestra vida (The Best Years of Our Lives, 1946) en el sentido de que retoma, una década después, la vida de quienes lucharon en el frente durante la Segunda Guerra Mundial para, acto seguido, reincorporarse a la vida civil como si tal cosa. Casualmente (o no), el actor Fredric March trabajó en ambos filmes.

El caso es que las secuelas del conflicto siguen ahí, hasta el extremo de que al protagonista, un magnífico Gregory Peck metido en la piel del hombre medio (anónimo y, por ende, gris) americano, lo acosan continuamente terribles visiones de un horror que jamás podrá olvidar. A este respecto, destaca, por su especial emotividad, la escena en la que éste rememora la muerte, en plena batalla, de su mejor amigo. Y por si ello no fuera poco, todavía le asalta de vez en cuando el recuerdo de Maria (Marisa Pavan), una joven con la que mantuvo un breve idilio durante su estancia en Italia.



Pero ha pasado el tiempo, y ahora son otras las dificultades con las que el bueno de Tom Rath debe lidiar a diario. Como, por ejemplo, sacar adelante a su familia con el modesto sueldo de oficinista que percibe a la espera de lograr un empleo mejor remunerado. Ocasión que se le presenta cuando entra a trabajar a las órdenes de Ralph Hopkins (F. March) y se ve en la tesitura de tener que elegir entre seguir siendo un simple asalariado de los de 9 a 5h o bien asumir mayores responsabilidades que le garanticen incrementar sus ingresos, sí, aunque a costa de pasar menos tiempo con sus seres queridos.

Sin dejar de ser un típico producto de la 20th Century-Fox, elegantemente filmado en CinemaScope y Color de Luxe, lo cierto es que encierra una interesante reflexión en torno a conceptos a priori tan idolatrados por la sociedad estadounidense de aquel entonces como el Self-Made Man o el American way of life. Lo cual no se traduce necesariamente en una visión crítica contra dicho modelo, sino más bien en un amable retrato que apenas expone el problema sin querer llegar al fondo de la cuestión. En ese orden de cosas, la visión paternalista que se ofrece del mencionado míster Hopkins, alto ejecutivo al que todos adulan, pero apesadumbrado en realidad por haber sido un mal esposo y peor padre, contrasta con la integridad de Tom a la hora de hacer frente a las contrariedades que comporta el ser parte activa (y convencida) de la honesta clase media.



6 comentarios:

  1. Hola Juan!
    Estupenda película, hace mucho que no la veo, me la apunto para el programa navideño. Es curioso como en el diseño de muchos posters aparece el libro en cuestión, era una practica muy habitual.
    Pues nada, aprovecho para desearte una feliz navidad!
    Abrazos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como había sido un éxito editorial, la novela servía de reclamo para publicitar la película, como es lógico.

      Pues nada, Fran: os deseo a Carmen y a ti que paséis una feliz nochebuena en compañía de los vuestros.

      Saludos.

      Eliminar
  2. En efecto, creo que ese es el punto clave, la dicotomía entre ser un hombre entregado a la familia o entrar en la rueda del sueño americano y poner el dinero por delante de todo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, aunque me gustaría matizar una cosa, ya que el mensaje de la película viene a decir que es precisamente ese ejército de hombres anónimos (los mismos que hicieron la guerra en Europa o en el Pacífico) el que ahora debe librar otra batalla, no menos decisiva, para que el sueño americano se haga realidad. Vamos, en otras palabras: que el verdadero motor del país y, por tanto, el auténtico artífice del milagro económico, no es el alto ejecutivo, sino el modesto padre de familia que debe trabajar incansablemente para sacar adelante a los suyos.

      Eliminar
  3. El trabajo, la familia, la conciencia y la toma de partido junto a temas colaterales, forman el esqueleto y la sustancia de este, digamos, sólido melodrama que en cierto modo predica el conformismo, pero muy bien aderezado con elementos de cine romántico. Gregory Peck está monótono (salvo en el flashback italiano) y Jennifer Jones creo que no supo entrar en su personaje.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo ello es muy cierto, aunque también representa un retrato certero de algunas de las inquietudes que preocupaban a la clase media americana de los cincuenta. La banda sonora de Bernard Herrmann, por cierto, muchísimo menos conocida que sus trabajos para Hitchcock, tampoco estaba nada mal.

      Eliminar