martes, 4 de julio de 2023

Lady J (2018)




Título original: Mademoiselle de Joncquières
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2018, 111 minutos

Lady J (2028) de Emmanuel Mouret


Había llegado al momento en que ya es irreparable la pérdida de un amante. Era tal su carácter, que ese acontecimiento la condenaba al aburrimiento y a la soledad. Un hombre apuñala a otro por un gesto, por un mentís, y entonces, ¿es que no se va a permitir a una mujer honesta, perdida, deshonrada, traicionada, arrojar al traidor en brazos de una cortesana?

Denis Diderot
Santiago el fatalista (1796)
Traducción de Luis Pancorbo

La ambientación dieciochesca de Mademoiselle de Joncquières (2018) confirma el gusto de su director, el francés Emmanuel Mouret (Marsella, 1970), por el refinamiento cortés de unos personajes cuyo rasgo definitorio es una verbalidad tan cautivadora como elocuente. Y es que la seducción y, en general, los asuntos de temática amatoria constituyen una constante en la obra de un cineasta especializado en argumentos en los que se teoriza ampliamente en torno a las relaciones de pareja.

Aquí, la base del relato corresponde a la libre adaptación de un episodio extraído de la novela satírica Jacques le fataliste et son maître, publicada originalmente en 1796 y en la que el ilustrado Diderot andaba a vueltas con los conceptos de determinismo y libre albedrío. Aunque, a decir verdad, la película prescinde de la carga filosófica de su fuente escrita para centrarse exclusivamente en la ingeniosa venganza que Madame de La Pommeraye (Cécile de France) concibe para burlarse del libertino Marqués des Arcis (Edouard Baer).



Sin embargo, la discreta señorita de Joncquières (Alice Isaaz) acabará por revelarse como una prudente esposa pese a la mala reputación que la precede, tanto a ella como a su madre (Natalia Dontcheva), de modo que al final lo que se impone es la inteligencia por encima de las habladurías y demás infundios propagados por la malicia del vulgo obtuso.

Como es habitual en todos sus filmes, Mouret cuida minuciosamente la puesta en escena, sacando un partido excepcional de las localizaciones en exteriores, así como de la fastuosidad de las dependencias del Château de Sourches, en cuyo interior, a menudo iluminado con velas, a lo Barry Lyndon, habita la protagonista. También la fotografía colorista de Laurent Desmet (colaborador asiduo del director) y, sobre todo, el diseño de vestuario de Pierre-Jean Larroque (recompensado con un premio César por su excelente trabajo) otorgan el necesario verismo para recrear con todo lujo de detalles la Francia del Antiguo Régimen.



2 comentarios:

  1. Tiene pinta de ser visualmente muy atractiva.

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    1. Lo es, aunque lo mejor es la historia que cuenta (que no es tan distinta de lo que Mouret suele contar cuando sitúa la acción de sus películas en el presente.

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