domingo, 17 de abril de 2022

Un día de locura (1960)




Título original: La giornata balorda
Director: Mauro Bolognini
Italia/Francia, 1960, 84 minutos

Un día de locura (1960) de Mauro Bolognini


El trávelin en contrapicado con el que se inicia y se cierra La giornata balorda (1960), mientras de fondo suena la partitura jazzística compuesta por el maestro Piero Piccioni, capta una típica atmósfera de patio de vecinos, de poesía de lo cotidiano, que va a ser la tónica general durante toda la película. La ropa tendida en los hilos, los moradores asomados a la baranda de las distintas galerías, el bullicio de las amas de casa canturreando alguna melodía o simplemente llamando a sus criaturas... Todo, absolutamente todo, remite a los Racconti romani de Alberto Moravia, cuentos de regusto popular (publicados entre 1954 y 1959) que servirán de base para el guion de la cinta, obra de Pasolini, Marco Visconti y el propio Moravia.

Su protagonista, Davide Saraceno (interpretado por el francés Jean Sorel), tiene apenas veinte años y un hijo recién nacido al que alimentar. De ahí que, por la mañana temprano, y pese a las pullas que le dirige su futura suegra, salga rumbo a la ciudad para buscarse la vida: es esa "jornada de locura" a la que alude el título y que va a estar repleta de sobresaltos hasta que el muchacho logre regresar a casa con un puñado de liras en el bolsillo.



Los diferentes espacios que integran tan singular odisea ofrecen una radiografía precisa de la sociedad italiana del momento, compuesta por individuos corruptos en todas sus esferas: terrible lección que Davide va a ir comprobando conforme avance el día y tenga que llamar a más de una puerta en pos de la tan deseada ayuda. Así pues, un tío suyo con pinta de estraperlista lo manda a ver a un contable (Paolo Stoppa), quien, a su vez, le da las señas de un abogado que podría escribirle una carta de recomendación. Y entre todos lo marean sin que el empleo llegue a concretarse...

En contraste con La notte brava (1959), también escrita por Pasolini y dirigida por Bolognini, la acción diurna de la cinta que nos ocupa gira en torno a la misma idea de juventud prostituida, ya sea como en el caso de Marina (Jeanne Valérie), condenada a ejercer la "manicura" a domicilio, o, en cambio, dejándose querer por la esposa de un rico fabricante de aceite (Lea Massari) tal y como hace Davide. Poco importa, puesto que la miseria sigue ahí: al día siguiente volverá a amanecer y de nuevo la vieja rutina se repetirá al igual que siempre, una y otra vez, ad nauseam.



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