jueves, 19 de agosto de 2021

El soltero (1955)




Título original: Lo scapolo
Director: Antonio Pietrangeli
Italia/España, 1955, 94 minutos

El soltero (1955) de Antonio Pietrangeli


Otra comedia amable, en este caso una irregular coproducción hispanoitaliana al servicio del actor Alberto Sordi. También pasaban por allí Fernando Fernán Gómez, Maruja Asquerino y hasta Paquita Rico, si bien la presencia de todos ellos es apenas testimonial en papeles muy secundarios. En cuanto a la aparición estelar de Xavier Cugat y la despampanante Abbe Lane, no es más que eso: un reclamo, metido con calzador, hacia el final (precipitado y previsible) de la película.

El argumento de El soltero (Lo scapolo, 1955) responde a una premisa harto evidente ya desde su propio título: un seductor incorregible llamado Paolo (Alberto Sordi) preserva celosamente su soltería ante el temor de que la vida de casado pudiera dar al traste con su ajetreada agenda de conquistas. Pero cuando su amigo Armando (Fernán-Gómez) se casa, este vendedor de electrodomésticos tendrá que dejar el apartamento que ambos compartían, motivo por el que se muda a una pensión donde coincide con una hermosa joven hacia la que se siente de inmediato atraído. Sin embargo, Paolo ama demasiado la libertad como para comprometerse...



Lo cierto es que la actitud jactanciosa del protagonista oculta, realmente, un profundo miedo a la soledad por parte de alguien que es mucho más vulnerable de lo que su imagen pública haría creer. Ello le une, por cierto (y sin que Paolo sea muy consciente de tal circunstancia), con algunas de las muchachas a las que corteja, básicamente la arisca Carla (Madeleine Fischer) y la azafata Gabriella (Sandra Milo, en su debut cinematográfico), sólo que en el caso de ellas es una marcada condición de mujeres independientes lo que parece condenarlas al aislamiento social.

Únicamente un intérprete dotado con el talento de Alberto Sordi podía lograr que su personaje, en principio superficial y machista, resulte, en cambio, conmovedor, cuando no entrañable. Hasta el extremo de hacernos comprender que su actitud deriva más de un determinado contexto sociológico, en el que los hombres se sienten obligados a hacer gala de su masculinidad, que no de una auténtica malicia. Buena prueba de lo cual es la escena en la que Paolo, de visita en su pueblo, intenta convencer al novio de su hermana (Nino Manfredi) de que se case con ella de una por vez por todas.



4 comentarios:

  1. Alberto Sordi es un gran actor que quizás no tuvo tantas películas a su altura.

    Un abrazo.

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    1. En todo caso, las películas en las que él interviene ganan interés por su sola presencia.

      Un abrazo.

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  2. Sordi sabía interpretar muy bien este tipo de papeles, hasta ganarse el afecto del espectador.

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    1. Sí. A mí me recuerda, salvando las distancias, a nuestro Arturo Fernández.

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