domingo, 22 de mayo de 2016

Con el viento solano (1966)




Director: Mario Camus
España, 1966, 84 minutos

Con el viento solano (1966) de Mario Camus


El solano trata un dulce y pegajoso olor de tormenta. El solano aumenta el celo en las vacas toriondas. El solano quema la mies en los mediados de junio. El solano llega hasta las tormenteras de la sierra y allí anida haciendo nubes que luego ruedan hacia el llano, en contratormenta, con los vientres hinchados de granizo. El solano hace que peleen los machos cabríos y desgracia el ganado por las barrancadas. El solano, a los enfermos de pecho les quita el apetito y les acaricia el sexo, los acerca a la muerte. El solano corta la leche de los ordeños, pudre los frutos, infecta las heridas, da tristura al pastor, malos pensamientos al cura. El solano es como huelgo de diablo fino. El solano traía el dulce, pegajoso e inquietante olor de la tormenta.

Ignacio Aldecoa
Con el viento solano

Tras haber debutado con Los Tarantos, el bailarín Antonio Gades asumía en Con el viento solano (1966) su primer papel protagonista en una película que adaptaba la novela homónima publicada diez años antes por Aldecoa. Los personajes y los ambientes que se retratan tanto en el texto como en la pantalla son los típicos del realismo social: aldeas decadentes del interior peninsular, reyertas de gitanos, guardiaciviles enjutos, sol y moscas.

Sebastián Vázquez (Antonio Gades) tiene veintiocho años y un serio problema: ha matado de un disparo a un agente de la Benemérita. A partir de ese momento su vida va a consistir básicamente en huir, a menudo recurriendo a la compasión de amigos y conocidos. No faltarán en su camino almas caritativas que se apiaden de él, como el compañero José Cabeda (Erasmo Pascual), un catalán que, tras pasar dieciocho años en la cárcel, se gana la vida fabricando con sus manos sombreros y otras baratijas de papel y que tiene toda la pinta de ser un represaliado republicano. O la bella Lupe (María José Alfonso), muchacha de la vida que, sin embargo, es capaz de dejarlo todo para irse en busca de Sebastián e intentar lograr que deje de ser un bala perdida.

Pero esta es una historia trágica y su protagonista nació con mala estrella: por más que otros intenten redimirlo, el sino de Sebastián sólo puede llevarlo por la senda del alcohol y la violencia para acabar dando con sus huesos en el cuartelillo de cualquier villorrio de mala muerte. En ese aspecto, su trayectoria puede considerarse absolutamente determinista, ya que es el ambiente malsano en el que nació y se crio el verdadero culpable de sus ulteriores desmanes.



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