sábado, 7 de mayo de 2016

Currito de la Cruz (1949)




Director: Luis Lucia
España, 1949, 99 minutos

Currito de la Cruz (1949) de Luis Lucia


La novela de Alejandro Pérez Lugín (1870–1926) que tantas veces se llevó a la gran pantalla obtuvo su más celebrada versión de la mano del director Luis Lucia y del diestro Pepín Martín Vázquez (1927–2011). Claro que buena parte del éxito fue igualmente debida al concurso de los principales actores de reparto de la época: Manuel Luna en el papel del veterano torero Manuel Carmona, Nati Mistral como la "muñequilla" Rocío, Juan Espantaleón dando vida al padre Ismael (empedernido aficionado a la lidia), Jorge Mistral encarnando al altanero matador Ángel Romera (alias "Romerita") o Tony Leblanc como el gracioso Gazuza.

Caricaturas de los actores principales del reparto


En opinión de algunos, el Currito de la Cruz del 49 es una de las mejores películas sobre toros que jamás se hayan rodado: bueno, para gustos colores. Sí que es verdad que se percibe en ella un cierto tono didáctico (ahí está, por ejemplo, la escena en la que Romerita le explica a una turista inglesa, cómicamente interpretada por María Isbert, cómo se preparan y seleccionan en la dehesa las reses más bravas antes de llevarlas al ruedo), pero quizá el filme peca de un folclorismo excesivo, así como del uso y abuso por parte de los actores de un acento andaluz que acaba resultando un tanto engolado.

A otros les sobrarán los sacerdotes que, mirando al cielo con ojos de cordero degollado, dan gracias por el perdón que, tras innúmeras fatigas, finalmente concede el padre a la pródiga "Muchequilla" o que ruegan misericordia en similar actitud durante el tránsito de quien fue diablo en vida y sensato varón en el momento de su agonía. ¿Qué se le va a hacer? El nacionalcatolicismo lo impregnaba todo en aquel entonces, hasta asuntos tan a ras de suelo como los vinculados a la tauromaquia.

Aunque no menos importante es la rivalidad entre Carmona y Romera, agravada por las pretensiones de Romerita sobre su hija Rocío, así como la trama folletinesca que de todo ello se deriva. Aun así, el ternero Pajarito será el inocente testigo de que también en el terreno amoroso Currrito de la Cruz acabará venciendo. Lo demás forma parte de la leyenda: la del diestro hecho a sí mismo que desde la humilde inclusa fue capaz de hacer realidad su sueño de triunfar como torero.


P,D.: El cinéfilo observador deberá estar muy pendiente hacia el final de la peli (minuto 88 de metraje, para ser exactos) y prestar atención al capote que Currito de la Cruz está manejando en plena faena. En el reverso se pueden leer nítidamente el nombre y apellidos de su "verdadero" propietario: Pepín Martín Vázquez.

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