domingo, 1 de mayo de 2016

La casa (1997)




Título original: Namai
Director: Sarunas Bartas
Lituania/Portugal/Francia, 1997, 120 minutos

Ut pictura poesis

La casa (1997) de Sarunas Bartas


Para los poetas del Renacimiento y del Barroco representaba un reto enormemente motivador el conseguir que sus palabras lograsen producir un efecto similar al de la paleta del pintor, de manera que con sólo leer la descripción de, pongamos por caso, el rostro de una bella mujer, tuviésemos la sensación de estar viéndola. 

El que la poesía pueda emular a la pintura es en realidad un tópico ya formulado por Horacio, pero que sería perfectamente aplicable en el caso de una película como La casa, dirigida en 1997 por el lituano Sarunas Bartas. En ella, y prescindiendo totalmente de diálogos, se nos muestra el interior de una mansión destartalada donde hombres y mujeres de toda condición y edad deambulan, comen o simplemente reposan en actitud contemplativa, a veces desnudos.

Planos largos, tempo pausado: la propuesta visual de Bartas le ha valido el ser comparado con Tarkovsky o con el húngaro Béla Tarr, dos cineastas en los que, precisamente, su confesa influencia pictórica se palpa en cada fotograma que filman. En el caso de Namai, las puestas de sol y los gélidos exteriores de la casa recuerdan a lienzos de Brueghel el Viejo como Cazadores en la nieve (1565) o Censo en Belén (1566). Quizá tengan también algo de Turner o incluso un ligero toque impresionista de Monet. En cuanto a las extrañas criaturas que en momentos puntuales pululan por las habitaciones del palacete no cabe duda que parecen salidas de cualquier retablo de El Bosco.

Lo demás es decadencia y abulia: las palomas han invadido la casa, los libros yacen por el suelo y un extraño individuo arranca hojas que guarda cuidadosamente en su gabán forrado con ellas mientras quema el resto. La inquietante voz en off que abre y cierra las dos horas de silencio no hace sino añadir más desasosiego al dirigirse a su madre para lamentar el no haber hablado más a menudo con ella. Sólo falta que las tropas rusas irrumpan en el lugar para que la niebla acabe de devorarlo todo...

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