jueves, 5 de mayo de 2016

Monsieur Chocolat (2015)




Título original: Chocolat
Director: Roschdy Zem
Francia, 2015, 110 minutos

Monsieur Chocolat (2015) de Roschdy Zem


Est comique le personnage qui suit automatiquement son chemin sans se soucier de prendre contact avec les autres. Le rire est là pour corriger sa distraction et pour le tirer de son rêve.

Le Rire : Essai sur la signification du comique (1900)
Henri Bergson

Cuarta tentativa del actor Roschdy Zem tras las cámaras, Monsieur Chocolat cuenta la historia real del payaso de origen cubano Rafael Padilla en el París de la Belle Époque. Hasta aquí todo muy bien. La película, sin embargo, aspira a ser mucho más que eso: reflexión sobre el racismo de una sociedad que aplaude al artista pero que margina al hombre, en Chocolat podría rastrearse la célebre máxima del filósofo Bergson que precede estas líneas (aquello de que "resulta cómico el personaje que sigue automáticamente su camino sin preocuparse de contactar con los demás. La risa está ahí para corregir su distracción y para sacarlo de su sueño").

Porque de la misma manera que se le encumbró como clown cuando se hacía patear en público por su colega Footit (James Thierrée), Chocolat (Omar Sy) sería abucheado más tarde al intentar triunfar como primer actor negro que interpretaba el Othello de Shakespeare. Despiadada forma de obligar a despertar a quien, como dicen que dice el Corán, debería ser digno de ganarse el Paraíso por hacer reír a los demás.



Son varias las circunstancias del contexto histórico que se rememoran en Monsieur Chocolat: la invención del cinematógrafo, con los propios hermanos Lumière filmando las evoluciones de la pareja protagonista, o la terrible Exposición colonial (quizá la de 1907, ya que fueron varias), donde alguno de los seres humanos allí exhibidos recrimina a Padilla su presencia.

En definitiva, nos encontramos ante un filme que pretende ser tantas cosas a la vez que acaba por no ser exactamente ninguna de ellas: ni biopic ni película de época ni manifiesto de denuncia social. Simplemente se queda en eso, en lo de siempre desde el éxito en 2011 de Intocable: en vehículo amable diseñado para el lucimiento de Omar Sy.



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