domingo, 15 de diciembre de 2019

El juego de la verdad (1963)




Director: José María Forqué
España/Francia, 1963, 77 minutos

El juego de la verdad (1963) de J.M. Forqué 


Envoltorio francés para una historia muy española. Quien haya visto las películas de, pongamos por caso, Louis Malle reconocerá de inmediato esos salones tan recargados de espejos interminables, mesas de mármol y porcelana china en los que un atajo de burgueses decadentes se dedican a beber y bailar con sus amantes, ante la cara de póquer del marido o la esposa de turno. Sólo que en El juego de la verdad (1963), por aquello de ser una coproducción hispanofrancesa, se toca flamenco y uno de los personajes principales es una antigua gloria del toreo venida a  menos.

¡Pero qué gran director que fue José María Forqué! Con cada nuevo título de su extensa filmografía que uno tiene ocasión de descubrir se afianza más y más la firme convicción de estar frente a uno de los grandes: un cineasta de raza, como solía decirse antes. Filmes como El diablo toca la flauta (1953), Embajadores en el infierno (1956) o De espaldas a la puerta (1959) así lo atestiguan. Y también este curioso ejercicio de cine negro, deudor en su arranque de aquel Sunset Boulevard (1950) de Billy Wilder en el que un cadáver flotando en una piscina nos introducía en la historia.



Aunque aquí, siendo ésta tierra de secano, el cuerpo sin vida de ? no reposa sobre las aguas sino sobre la arena de un ruedo. Todo lo que venga después, tras las pertinentes pesquisas judiciales, será un largo flashback por el que irán desfilando vividores de alta alcurnia y dudosa catadura moral. Como el apolíneo Juan (Sami Frey) o Lucía (Madeleine Robinson), querida del anterior y a la que atormentan los estragos del tiempo sobre su cada día menos agraciado rostro.

Y es lo más curioso de todo que, pese a tanto jolgorio y juerga compartida, estos señoritos ociosos de vida disoluta no pueden ni verse: se ponen buena cara, se engañan mutuamente y, a fin de cuentas, juegan a ser amigos cuando, en realidad, se odian. De ahí que algún alma cándida que los frecuenta (caso del matrimonio extremeño o de Marta, la hija de Lucía) termine hasta al gorro de tanta doblez... Jaime de Armiñán y Vicente Coello fueron los responsables de escribir el guion, en el que también participaron el propio Forqué y el productor Pedro Masó.


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