miércoles, 25 de diciembre de 2019

Soldados de plomo (1983)




Director: José Sacristán
España, 1983, 95 minutos

Soldados de plomo (1983) de José Sacristán

La verdad es un veneno de efecto retardado. Y, tarde o temprano, acaba saliendo a la superficie...

Para su debut como director, José Sacristán eligió un relato de Eduardo Mendoza en el que se narran las peripecias de un tal Andrés (interpretado por él mismo) quien, habiendo regresado de Estados Unidos, adonde es profesor de literatura española, reclama la vieja y destartalada mansión familiar que su padre le dejó en herencia. No lo tendrá nada fácil, puesto que, dada su condición de bastardo (hijo de una cupletista), tanto su hermanastro Ramón (Fernando Vivanco) como doña Mercedes, la viuda de su padre (Amparo Rivelles), le harán la vida imposible con tal de que Andrés malvenda su parte y así ellos poder destinar el solar a una suculenta operación urbanística.

El viejo abogado don Dimas (Fernán Gómez), hombre bonachón y un tanto atolondrado, y su candorosa hija Blanquita (Sílvia Munt) acogerán enseguida a Andrés, si bien éste parece más interesado en demostrar que su padre no se suicidó, sino que fue víctima de algún tipo de complot familiar. Como el que ahora se cierne sobre él mismo, orquestado por doña Mercedes, Ramón o esa aprendiz de femme fatale que es Elena (Assumpta Serna).



Pero ¿por qué tiene Andrés tanto empeño en conservar la casa? La respuesta, como en tantas ocasiones, se la facilita el viejo don Dimas en forma de alegoría: "Una vez leí en un libro que un hombre murió el mismo día que el roble más viejo de sus colinas natales fue derribado por un temporal. ¿Es algo de eso?" Y es que ese pobre diablo, sin raíces ni oficio ni beneficio (más allá de un mísero empleo en una escuela de Nueva York de la que fue expulsado tras haber dejado embarazada a una alumna), necesita sentir que pertenece a algún sitio. Es, en definitiva, como un soldadito de plomo al que le falta, no una pierna (como al del cuento), sino ajustar cuentas con su pasado para sentirse completo.

Ópera prima de un actor consagrado (al que arroparon técnicos de la categoría de Josetxo San Mateo o Mariano Barroso), la película se benefició del buen hacer de un reparto notable, así como de la excelente labor de ambientación (en Valladolid) de Félix Murcia, responsable de la dirección artística, aunque tal vez adolezca de una cierta falta de naturalidad en los diálogos. Eso y la innecesaria banda sonora de Josep Mas "Kitflus".


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