miércoles, 4 de diciembre de 2019

Días de juventud (1929)




Título original: Gakusei romansu: Wakaki hi
Director: Yasujiro Ozu
Japón, 1929, 103 minutos

Días de juventud (1929) de Yasujiro Ozu


En aquellos tiempos Akira Fushimi y yo ideamos varias historias como ésta. Entre mis películas de la época hay muchas hechas en colaboración con él. Al final de la jornada íbamos juntos a Ginza. Comíamos, bebíamos y, charlando, charlando, nos dirigíamos a mi casa, en Fukagawa. Allí continuábamos charlando de cosas sin importancia, escuchábamos música en el gramófono y, cuando se hacía de noche, tomábamos té inglés. Así, cuando amanecía, ya teníamos listo un guion. Todas las noches nos salía uno nuevo. Cuando ahora pienso en ello, me parece verdaderamente increíble.

Yasujiro Ozu
La poética de lo cotidiano
Traducción de Amelia Pérez de Villar

El espíritu de camaradería que se respira en Días de juventud es la prueba fehaciente de que ni los estudiantes de Erasmus han inventado nada nuevo ni los jóvenes de ahora son más díscolos que los de antaño. Percepciones equívocas, todas ellas, que los personajes de Ozu desmienten a cada paso con su actitud despreocupada, lo mismo a la hora de compartir apartamento que, ya en la nieve, corriendo detrás de unos esquíes rebeldes.

Como sucederá al cabo de poco con los protagonistas de Suspendí, pero… (1930), estos universitarios son consumados expertos en el laborioso arte de hacerse chuletas en los puños de las camisas, rondan a las muchachas valiéndose de los más variados subterfugios y se montan unas juergas de aúpa (la escena en la que el grupo de colegas baila en corro es de las más recordadas de la película).



Son, en su mayor parte, varones que fuman en pipa, ataviados con el tradicional kimono cuando se hallan en la intimidad del hogar, si bien acuden a la facultad enfundados en un uniforme negro de apariencia cuasi militar. Nadie diría, a juzgar por la ociosidad indolente que se desprende de su estilo de vida, que a esta misma generación le aguardaba la cruda realidad de los campos de batalla en Manchuria o, incluso más tarde, la debacle tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la rectitud que se respira en esas aulas, aun siendo parodiada y en claro contraste con las escenas que transcurren en la nieve, deja entrever el militarismo en ciernes de la sociedad japonesa durante los primeros años de la era Shōwa.

El resto de la trama es meramente anecdótico: cinéfilos empedernidos que decoran el cuarto con carteles de los últimos éxitos en taquilla —un póster de El séptimo cielo (1927) preside el estudio del protagonista—, dos amigos que se disputan el amor de la misma chica, un joven que alquila su habitación (pero sólo a muchachas bonitas...). En definitiva, la típica comedia estudiantil, así como el más antiguo de los filmes de Ozu que se hayan conservado.


2 comentarios:

  1. Me hizo sonreír en todo momento, pero la película tiene un tono dramático marca de la casa (a partir de que alguno no supera los exámenes, si no recuerdo mal). Es verdad que lo que más se recuerda es el baile que se marcan los amigos. Pero me estaba confundiendo ahora que caigo, me refería a "Suspendí, pero..." Esta muda creo que no la he visto. En cualquier caso, ¡grande Ozu!

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    1. Estas primeras películas del maestro japonés, variaciones sobre un mismo tema, son, de hecho, tan parecidas, que resulta normal confundirlas. En cualquier caso, comparto contigo la admiración por su cine.

      Saludos,
      Juan

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