Director: Pedro Almodóvar
España, 1982, 100 minutos
Laberinto de pasiones (1982) de Almodóvar |
Laberinto... es una especie de catálogo de modernidades. Como las generaciones se van sucediendo unas a otras, cada año hay gente que tiene quince años por primera vez y quiere ser modernilla. Laberinto es como una especie de bautismo para todos los que se inician en lo de ser modernos. Todas las nuevas generaciones van a verla porque resume lo que era "ser moderno" en Madrid.
Nuria Vidal
El cine de Pedro Almodóvar
Tras el inesperado éxito obtenido con Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), Almodóvar acometía el rodaje de su primera película "seria", entendiendo por dicho adjetivo la presencia de unos medios que, sin ser tampoco boyantes, se alejaban, sin embargo, del carácter amateur de su ópera prima. El guion, carente de una estructura sólida, seguía los destinos de personajes tan heterogéneos como una ninfómana, un terrorista islámico gay, el heredero del emperador de Tirán y la hija del propietario de una tintorería. No le faltaba razón a su autor cuando decidió que la película se titulase Laberinto de pasiones...
Historias extremas que arrancan en El Rastro madrileño mientras suena de fondo una sardana. Mezclados entre la multitud, Sexilia (Cecilia Roth) y Riza (Imanol Arias) van mirando la entrepierna de los transeúntes: les une la misma voluntad transgresora que al resto de fauna que irá desfilando ante la cámara, entre ellos el inefable Fabio McNamara y hasta algunos miembros de Radio Futura. También un jovencísimo Antonio Banderas, en el que apenas era su segundo papel en el cine, quien interpreta al cándido Sadec.
Uno de los principales atractivos de Laberinto de pasiones, aparte del espléndido cartel que diseñó para ella el también cineasta Iván Zulueta, reside, sin lugar a dudas, en el carácter documental de una cinta que rezuma por los cuatro costados el espíritu de la Movida (a pesar de las reticencias que dicho término genera entre quienes la protagonizaron). En ese sentido, la actuación en directo de Almodóvar & McNamara, interpretando "Suck it to me" sobre el escenario de la mítica sala Carolina, quedará para la posteridad como uno de los testimonios más endiabladamente explosivos de aquel período.
Asimismo, y de nuevo con la misma pareja artística al frente, la célebre escena de la fotonovela, en la que el director le va dictando a un moribundo Fabio lo que éste tiene que decir, sigue siendo a día de hoy uno de los momentos estelares en la filmografía del primer Almodóvar: aquel muchacho histriónico y lleno de talento que, a base de desparpajo y provocación, fue capaz, él solito, de marcar toda una época.
Una ficción histórica, según el propio Almodóvar.
ResponderEliminarY que durante años se mantuvo en cartel, en las sesiones de madrugada de los cines Alphaville.
EliminarUn título de culto que no me molestaría revisar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si lo haces, comprobarás que mantiene intacta su frescura.
EliminarUn abrazo.