Director: Pedro Almodóvar
España, 1986, 110 minutos
Matador (1986) de Pedro Almodóvar |
—He debido estar loco para no haberte visto antes. ¿Desde cuándo coleccionas cosas mías?
—Desde la primera vez que te vi matar, te he buscado en todos los hombres que he amado. He tratado de imitarte cuando los mataba.
—¿Y por qué no me has buscado antes?
—Porque hasta hoy no he sabido que seguías siendo un matador.
—Al principio traté de evitarlo, pero no lo conseguí. Porque dejar de matar era como dejar de vivir.
—Es que los hombres pensáis que matar es un delito. Las mujeres, sin embargo, no lo consideramos así. Por eso en todo criminal hay algo de femenino.
—Y en toda asesina algo de masculino.
A diferencia de sus anteriores trabajos, más de corte independiente, Matador (1986) fue la primera película de Almodóvar subvencionada por el Ministerio de Cultura. También fue la última sufragada por un productor ajeno al clan familiar (Andrés Vicente Gómez) antes de que los hermanos Pedro y Agustín (a quien va, por cierto, dedicada Matador) se lanzasen a la aventura de crear El Deseo. Por último, es asimismo una cinta insólita por haber sido la primera —y de las pocas, junto con Carne trémula (1997)— coescrita entre el manchego y otra persona, en este caso el novelista Jesús Ferrero.
Situar la acción en el ámbito taurino permite un acercamiento mucho más fácil al binomio Eros y Tánatos, puesto que ambas pulsiones están de alguna forma presentes en el ceremonial que envuelve a la lidia y posterior ejecución del astado. Así pues, pudiera decirse que María (Assumpta Serna) y Diego (Nacho Martínez) protagonizan una especie de corrida cuyo desenlace equipara sacrificio con pasión amorosa. En ese sentido, el antiguo diestro, verdugo dentro y fuera de los ruedos, dará con la horma de su zapato al unirse a una mujer, especie de mantis religiosa, que comparte con él una similar inclinación morbosa hacia el dolor como fuente de placer.
Otro elemento sobre el que vale la pena llamar la atención, y que ya estaba presente en la telequinesia de la niña de ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), son las dotes extrasensoriales del personaje de Antonio Banderas, capaz de visualizar lo que está ocurriendo en algún otro espacio, preferiblemente cuando se trata de crímenes. Aprendiz de torero, reprimido sexual, víctima de una madre dominante del Opus Dei (Julieta Serrano), su papel será clave, al autoinculparse de asesinatos que no ha cometido, como tercer elemento de un triángulo fatal.
Estilizada y sutil, la puesta en escena de Matador aparece repleta de símbolos en torno al amor y la muerte. Desde el eclipse lunar (dos astros convergen y se superponen, amortiguando la luz) hasta el aguacero repentino que cae cuando Eva (Eva Cobo) es violada por Ángel (Antonio Banderas). Algunos de esos indicios, como el abrazo final de Duelo al sol (1946), la película que María y Diego van a ver al cine, poseen, incluso, valor premonitorio, en clara alusión a una apoteosis de rosas y capotes, con música de fondo de Mina ("Espérame en el cielo"), que el comisario (Eusebio Poncela) no dudará en calificar como el colmo de la felicidad.
Simbolismo y estética, tan bella como llamativa y plásticamente muy conseguida.
ResponderEliminarEfectivamente, es una película muy posmoderna.
EliminarEs estilizada y es fascinante.
ResponderEliminarUn abrazo.
En su momento se la comparó con "El imperio de los sentidos" de Nagisa Ôshima.
EliminarUn abrazo.
Hola Juan!
ResponderEliminarIgual a mi ese día no me pillo con buen pie. Supongo que tendre que revisarla de nuevo...
Saludos!
Bueno: a todos nos ha pasado en alguna ocasión. Por eso es tan importante darle una segunda oportunidad a esas películas que no nos acabaron de convencer la primera vez.
EliminarSaludos.