Directora: Claire Denis
Alemania/Francia/Reino Unido/Polonia/EE.UU., 2018, 110 minutos
High Life (2018) de Claire Denis |
Con el eco aún reciente de su anterior película (la intimista Un beau soleil intérieur), la veterana Claire Denis contraataca de nuevo con una coproducción internacional de ciencia ficción rodada en inglés cuyos referentes inmediatos serán fácilmente identificables para el cinéfilo medio.
Es el caso, por ejemplo, de los cuerpos criogenizados de la tripulación que Monte (el mismo Robert Pattinson de la saga Crepúsculo) lanza por la borda o la cápsula espacial que se adentra vertiginosamente en los confines del universo. Alusión evidente e inconfundible, tanto la una como la otra, al clásico entre clásicos del género sideral: 2001 y la odisea interestelar de Kubrick.
En cambio, la imponente nebulosa azafranada cuyos contornos vemos girar sobre sí mismos remite al planeta pensante que Tarkovsky hiciera célebre a través de Solaris (1971), mientras que la cabina masturbatoria en el interior de la cual la pérfida doctora Dibs (Juliette Binoche) protagoniza una tórrida escena podría considerarse la variante dramática del orgasmatrón con el que Woody Allen nos hacía reír en Sleeper (1973).
Bien pensado, la extraña y, en apariencia, rebuscada historia que se cuenta en High Life no deja de ser una parábola del mundo actual y de los inconvenientes que sobre él se ciernen: la incomunicación, la soledad, la obsesión por el sexo, la violencia machista, el ocaso de la humanidad, desnortada y rumbo a un incierto horizonte amarillo en el que padre e hija pondrán el punto y final a su accidentado periplo.
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