Director: Francisco Rovira Beleta
España, 1967, 103 minutos
El amor brujo (1967) de Rovira Beleta |
Parecía inevitable que, tras el éxito internacional de Los Tarantos (1963), Rovira Beleta acometiese de nuevo la temática gitana. Aunque en esta ocasión cambió su Barcelona natal por Cádiz para rodar los exteriores de El amor brujo. Adaptación un tanto libre de la historia concebida originariamente por Gregorio Martínez Sierra, el guion contó con la participación del escritor José Manuel Caballero Bonald, aunque se mantuvo la partitura de Manuel de Falla con arreglos de Ernesto Halffter y la interpretación a la guitarra de Narciso Yepes.
Como ya sucediera en Los Tarantos, Antonio Gades volvía a hacerse con el protagonismo, ahora compartido con Rafael de Córdoba y La Polaca. Juntos forman un trío fatal en el que eros y tánatos se dan la mano en un desenlace de consecuencias fatídicas, habida cuenta que Antonio no se enfrenta a un espectro por el amor de Candelas, como en el libreto original, sino que Diego está vivito y coleando, pues simplemente había fingido su muerte.
A diferencia de la primera incursión cañí de su director, en El amor brujo se deja un poco de lado la vertiente documental y etnográfica para centrarse todavía más en las posibilidades que a nivel estético ofrece la coreografía flamenca. En este sentido, se suceden las escenas rodadas a orillas del mar, algunas de ellas nocturnas e incluso oníricas, así como en las azoteas repletas de antenas de televisión, en una curiosa mezcla entre tradición y modernidad.
Con Camarón de la Isla entre los extras (es uno de los guitarristas), el filme fue de nuevo candidato al Óscar a la mejor película extranjera. Pero si Ocho y medio de Fellini se lo arrebató a Los Tarantos, los Trenes rigurosamente vigilados de Jirí Menzel hicieron lo propio con El amor brujo de Rovira Beleta.
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