miércoles, 16 de diciembre de 2015

Mi querida señorita (1972)




Director: Jaime de Armiñán
España, 1972, 80 minutos

Mi querida señorita (1972)
de Jaime de Armiñán


"A mí nadie me ha querido nunca..." "¡Porque los hombres son idiotas, Adela!" En Mi querida señorita (1972), los guionistas Jaime de Armiñán y José Luis Borau se atrevieron a desafiar a la censura franquista explicando la historia de una solterona provinciana que a sus cuarenta y tres años descubre que realmente es un hombre. Adela Castro Molina (José Luis López Vázquez) pasará entonces a llamarse Juan, con el consiguiente vuelco que ello supondrá para la hasta en ese momento vida apacible que había llevado.

Aunque ya antes ha habido otro sobresalto: el azar hace que el viudo Santiago (Antonio Ferrandis), antigua amistad de Adela, reaparezca de pronto tras muchos años para pedirle matrimonio... Y a todo ello cabe añadir una criada que siente verdadera devoción por su señorita: el personaje de Julieta Serrano, a pesar del mérito indiscutible del de López Vázquez, es la clave de una película que llegó a ser finalista del Óscar que acabaría llevándose Buñuel por El discreto encanto de la burguesía.

Isabelita, con su en apariencia candoroso proceder, ayudará a Juan a realizarse como hombre. Un hombre que intenta, previamente, superar sus cohibiciones por mediación de la sensual Feli (Mónica Randall), a la que conoció en la pensión en la que se hospedaba. Porque he ahí el verdadero tema de Mi querida señorita: la represión consecuencia de unos valores caducos que, como dice el Padre José María (Enrique Ávila) en el discurso previo al partido de fútbol, han dejado de ser válidos en la España de finales de la dictadura.

Dada la extrema sensibilidad con la que se trata el asunto, es este un film que conecta directamente con Cambio de sexo de Vicente Aranda. Ternura que, por otra parte, queda perfectamente enfatizada gracias al uso que se hace del Estudio nº 3 de Chopin como leitmotiv y del que el compositor Rafael Ferro acertó a extraer diversas variaciones con arreglos que lo ponen al día. Además, dicha composición es utilizada por Jaime de Armiñán no sólo como banda sonora sino también como recurso que facilita la economía narrativa: así, por ejemplo, en el inicio de sus andanzas por la ciudad, asistiremos a las progresiones de Juan con el único acompañamiento de fondo de esa música, con lo que se evitan no pocos diálogos superfluos y se logra resumir la acción en apenas un minuto.

En fin: ¿qué les voy yo a contar a quienes ya hayan visto la película...?

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