Director: Ignacio F. Iquino
España, 1943, 64 minutos
Cuatro mellizos, dos suegras y unos prismáticos: así estaba previsto que se titulase esta disparatada comedia de equívocos. Iquino, siempre atento a los gustos del público, pretendía ofrecer una película que aunase a un tiempo el surrealismo del humor de los hermanos Marx con el cine musical tan en boga en Hollywood.
El argumento que él y Francisco Prada idearon no podía ser más estrambótico: los Tontescos y los Capitetos, dos familias de inveterada rivalidad, ven, sin embargo, como sus respectivos vástagos (Catalina y Torcuato) se enamoran y deciden casarse. Habiendo tenido dos varones gemelos y, seis años más tarde, una pareja de mellizas, el matrimonio muere trágicamente como consecuencia de un duelo y los hermanos quedarán a cargo de sus familias: un chico y una chica irán a parar a Méjico y la otra parejita se quedará en Barcelona.
Cuando, ya adultos, regresen de América, se producirán no pocas confusiones, especialmente por parte de los cónyuges de los hermanos que se quedaron aquí: unos jovencísimos Mary Santpere (Paz) y Paco Martínez Soria (Samuel). Y no es para menos, teniendo en cuenta que Mercedes Vecino y Antonio Murillo interpretaban cuatro caracterizaciones distintas cada uno: abuela de Catalina, Catalina Tontesco, la severa mujer telegrama Catalina (presidenta del Club de las pocas palabras) y la americana Dorita; abuelo de Torcuato, el bigotudo Torcuato Capiteto, el doctor Torcuato ("médico nada más que de niños", porque la belicosa Paz no le permite atender a mujeres) y el americano Juanito.
Otro de los aspectos notables del filme es ese prólogo que arranca en 1907 y que, al estilo del cine mudo, se vale de carteles para situar la acción:
Espectador: Esta es la historia de Capitetos y Tontescos, nobles familias separadas por un odio secular, cuyos primogénitos se amaron locamente, no llegando a alcanzar la dicha por culpa del adverso y cruel Destino.
Y para conseguir este ritmo frenético, la música juega un papel importantísimo. A la banda sonora de Martín Montserrat Guillemat 'Serramont' hay que añadir, pues, las diferentes actuaciones musicales que se van sucediendo, de entre las que destaca en especial la de José Azarola, más conocido como 'El pianista relámpago' a causa de su endiablado virtuosismo, acompañado por unos improvisados pasos de claqué de Niceto (José Jaspe) el negro portero cubano (de cara pintada).
Azarola, el pianista relámpago |
Puede que los dos clanes enfrentados en Un enredo de familia no fueran tan sofisticados como los Montescos y los Capuletos de Shakespeare ni Catalina ni Torcuato son Romeo y Julieta (ni están en la Italia Medieval...), pero de lo que no cabe duda es de que hicieron desternillarse al público de la posguerra (que no eran ni tontos ni catetos) y solo por eso ya vale la pena que guardemos un recuerdo entrañable de pequeñas grandes películas como esta.
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