Título original: Only Lovers Left Alive
Director: Jim Jarmusch
Alemania/Reino Unido/Francia/Grecia, 2013, 123 minutos
Siempre tan inteligente, el realizador Jim Jarmusch lleva a cabo una perspicaz pirueta en Sólo los amantes sobreviven: se trata de despojar a una historia de vampiros del usual desenfreno adolescente que últimamente las caracteriza para conectarla con el imaginario romántico y, de paso, con la estética del rock underground.
De esta manera, Adam y Eve, la pareja protagonista que lleva varios siglos de apasionado romance, destacan por una extrema sensibilidad hacia cualquier manifestación artística de relevancia, en especial la música y la literatura. Adam (Tom Hiddleston) no solo colecciona valiosos instrumentos musicales, sobre todo guitarras, sino que también es intérprete. De hecho, confesará haber conocido a Schubert, a quien regaló un adagio que el vienés haría luego pasar por suyo. Eve (Tilda Swinton), a su vez, posee la habilidad de datar con suma precisión cualquier objeto apenas mirándolo. Como se ve, son espíritus refinados, unidos en su amor por la exquisitez, ya sea en Detroit o en Tánger, donde reside otro vampiro, íntimo amigo de la pareja: el dramaturgo Christopher Marlowe (John Hurt).
Parece como si Jarmusch quisiera dar a entender que en el mundo actual ya no tienen cabida las almas sensibles, condenadas a vivir de noche, huyendo de una realidad atroz que fagocita la belleza sin contemplaciones (como aquel suntuoso teatro, esplendoroso en su día y convertido ahora en aparcamiento). De hecho, Ava (Mia Wasikowska), la hermana de Eve, representa un poco esa amenaza, pues al irrumpir repentinamente en sus vidas distorsiona con su ímpetu el oasis de armonía en el que vivían los amantes.
Pero, ante todo, esta es una historia en la que no falta el sentido del humor. Ahí están, por ejemplo, esos polos de sangre que la pareja saborea para refrescarse o los heterónimos que Adam utiliza (doctor Fausto, doctor Caligari) para obtener clandestinamente el preciado "elixir" en un hospital de manos del doctor Watson... Porque, más que vampiros, Eve y Adam parecen dos estrellas del rock, cada vez más dependientes de su adicción y capaces de trasladarse adonde sea con tal de localizar al dealer que los abastezca de sangre. Aunque no vale cualquiera: la contaminación, en esto como en todo, también ha hecho estragos. Así pues, no es de extrañar que "sólo los amantes sobrevivan", ya que el amor se revela como el único antídoto eficaz contra los envites de la mediocridad imperante.
Algo me dice que ese polo no es de fresa... |
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