Título original: Salt of the Earth
Director: Herbert J. Biberman
EE.UU., 1953, 94 minutos
Mucho antes de ser el título del fantástico documental de Wim Wenders sobre el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, La sal de la tierra fue en 1953 este inaudito filme independiente americano dirigido por Herbert J. Biberman y producido por Paul Jarrico que denunciaba las desigualdades sociales que sufrían en aquel entonces los mineros del estado de Nuevo Méjico.
La mayoría de los papeles de Salt of the Earth fueron interpretados por actores no profesionales, lo cual explica el tono documental que impera a lo largo de buena parte de una película que sería prohibida en Estados Unidos durante largos años. Los principales responsables del equipo técnico, además, padecieron persecución durante el periodo del macarthismo, pasando a formar parte de las tristemente célebres listas negras del Comité de Actividades Antiamericanas. Y, por si fuera poco, la actriz protagonista (Rosario Revueltas) sería deportada a Méjico.
La mayoría de los papeles de Salt of the Earth fueron interpretados por actores no profesionales, lo cual explica el tono documental que impera a lo largo de buena parte de una película que sería prohibida en Estados Unidos durante largos años. Los principales responsables del equipo técnico, además, padecieron persecución durante el periodo del macarthismo, pasando a formar parte de las tristemente célebres listas negras del Comité de Actividades Antiamericanas. Y, por si fuera poco, la actriz protagonista (Rosario Revueltas) sería deportada a Méjico.
Inspirándose en un ataque real contra la mina de zinc de la Empire Zinc Company en Grant County, la película habla abiertamente de los prejuicios padecidos por los trabajadores estadounidenses de origen mejicano, quienes lucharon por alcanzar la paridad salarial con los operarios anglos de otras minas y por ser tratados con dignidad por sus jefes.
En ese sentido, uno de los elementos principales del filme es su feminismo, ya que muchas de las acciones de protesta son llevadas a cabo por las esposas de los mineros, poniendo el punto de mira en conseguir mejores condiciones de vida, si no para ellos, al menos para sus hijos, que son verdaderamente "la sal de la tierra".
Mujeres de los mineros en plena manifestación |
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